febrero 23, 2010 | By: Sabrina Knight

Capítulo 2. Aquellos ojos negros

Las calles de Italia se encontraban completamente inundadas, la gente se había estado escondiendo de una tormenta de la cual todos decían era la peor jamás vivida.

No había parado de llover desde hace un día y el cielo seguía igual de gris. Nadie sabía cuando se detendría. Los marinos no podían arribar y ningún barco podía salir. Las olas del mar eran tan altas que ni la mejor vista de marinero podía ver más allá de los límites.


Era una tormenta sin tregua.


Sin embargo parecía que no lo era para todos.


Al fondo, sentado debajo de un árbol se encontraba un hombre completamente empapado, sujetándose las piernas con los brazos y mirando al cielo. Parecía como si estuviera disfrutando del agua que caía en su cuerpo.


El hombre suspiró, separó una mano de su pierna y la levantó al cielo. Cerró los ojos y murmuró unas raras palabras que provocaron que el cielo poco a poco tomara otro color más claro.

La lluvia cedía.


- ¿Edmundo? - dijeron a su espalda la voz de una mujer. Él abrió los ojos en par, desconcentrado y en ese instante no pudo evitar que un rayo lo cegara.
Entonces el lugar cambió.

A su mente vinieron muchas imágenes sin sentido: un telón sin gente al cual se iba acercando sin explicación, ahí mismo se encontraba una sombra sin forma que se hizo blanca para dejarlo ver una playa roja. Ahí mismo vio otra silueta que se fue acercando a él, logró observar sus ojos negros.
Se levantó de un brinco.

Zack despertó bastante agitado, mirando ambos lados de su habitación. Se tocó la frente, estaba sudando. Tragó saliva trató de calmar su propia respiración. ¿Qué había pasado?

Se fue relajando poco a poco, reconfortándose en el pensamiento:

"Es un sueño, sólo era un sueño" cerró los ojos y observó de nuevo esos ojos negros. Volvió a abrirlos y se quedó observando mejor el techo.

Esa primera parte de su sueño era algo completamente normal. Era la chica que siempre aparecía en sus sueños, pero lo demás... hace mucho que había dejado de tener sueños que lo hicieran brincar de esa forma.

Se sentó y miró la pared que tenía atrás. Estaba un atrapa sueños que le había regalado Romina cuando le habló de que sufría de constantes pesadillas.

- Estoy segura que con esto se calmarán - le había dicho la bella chica sonriente, y lo más curioso es que así había pasado hasta ese momento.

Se secó el sudor que le quedaba en la frente y se volvió a acostar. Se acomodó de lado y volvió a cerrar los ojos.

"pip, pip, pip, pip"

- ¡No es cierto! - replicó a su reloj que marcaban las 6 de la mañana. Lo apagó y volvió a cerrar los ojos. Vio de nuevo esa playa con el mar color rojo, lleno de sangre y a esa persona que la miraba con los ojos negros.

Abrió de nuevo los ojos y se destapó.

- Si es así por las buenas... - dijo de forma irónica y se levantó tallándose los ojos. Escuchó movimiento en el cuarto de sus tíos, seguramente se habían levantado para despertarlo. Les ganó abriendo la puerta antes de que su tía lo hiciera. - buenos días tía.

- Zacarías ¿A qué se debe el milagro? ¡No me digas que tienes examen y no me dijiste!

- No, calma, sólo... me desperté temprano. - dijo sonriente

- Bendito sea Dios, más días de estos. ¿Qué te hago de desayunar? - Zack se encogió de hombros y le dio un beso en la mejilla a su tía.

- Cereal y jugo está bien - su tía lo miró con ternura - me voy a bañar - le dio otro beso a su tía y entró a su habitación.

Pasó por su cajonera y sacó su ropa para cambiarse, y curiosamente le había llamado la atención el espejo grande que le habían dejado en su cuarto. Se quedó mirando el desastre que era despierto más temprano. Se volvió a tallar los ojos y cuando volvió a mirarse encontró una sombra detrás de él. Giró la vista inmediatamente y no vio a nadie.

Se quedó quieto, congelado, tratando de analizar lo que había sucedido hasta que concluyó en algo:

- No más pizza de pastor para la cena - se dijo a sí mismo antes de meterse a bañar.

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