julio 12, 2018 | By: Sabrina Knight

Prometo no besarte


La chica lo miró sin entenderlo. Frunciendo el entrecejo, molestándose.

- ¿De qué hablas?
- ¿Quién eres Nicole?
- No te entiendo... ¿Estás bien?
- No... no lo estoy...

Zack se hizo atrás sin mirar bien a la chica. Nicole sintió algo como un escalofrío, un presentimiento terrible al darse cuenta que era posible de que Zack la hubiera descubierto.

- ¡Basta! - grito molesta - ¿Qué te pasa? De haber sabido que te ibas a portar así de idiota...
- ¿Idiota? - preguntó irónico - Nicole... - la tomó de los hombros y volvió a sentir el ligero frío de su piel. Estaba fría, a pesar de que en ese momento el sol les pegaba a los dos justo en la cabeza. Cruzó por su mente una absurda idea... pero era absurda.

La chica se soltó exacerbada, fúrica, nada le estaba saliendo como ella quería.

- ¿Qué demonios te pasa, grandísimo idiota? - Se puso a la defensiva, sabía que algo malo pasaba y no estaba preparada para algo así. - Si no sabes quién soy, ¡tírate por la borda!

Zack estúpidamente volteó a ver la orilla del barco, le vino a la mente de nuevo el rostro de ese ángel que ahora estaba lleno de rabia. Seguía sin entender nada, pero todo aquello que le cruzaba la cabeza era absurdo. Recordó a la mujer, Mónica, no era la primera vez que la veía, pero si era la primera que podía sentir algo en ella.

De nuevo la absurda idea de la magia.

- ¿Sabes qué? Te voy a regresar a la orilla. Digo, si no sabes quién soy, lo mejor es que te alejes de mi - y sin que Zack se lo permitiera la tomó de la muñeca. Nicole se quedó petrificada contra su voluntad, como si la mano de Zack se lo hubiera ordenado.
- No digas eso. - Zack la soltó y la chica se liberó de sentirse como piedra. - Nicole, claro que sé quien eres... - Nicole palideció, Zack sabía que ella era inmortal. - eres la novia de Daniel.

Y entonces, por primera vez desde que habían tocado sus labios por primera vez se escuchó el nombre de Daniel, el novio de Nicole, y el mejor amigo de Zack. A quien Zack acababa de darse cuenta que había traicionado.

Los dos por inercia bajaron la mirada. Tanta había sido la magia del momento desde que se besaron la primera vez, que habían olvidado a la persona que se supone que ambos deberían gran lealtad. Nicole se hizo para atrás y se encogió abrazándose con sus propios brazos. Zack desvió la mirada y sintió una horrible compresión en su estómago. Había traicionado a Daniel.

Ambos lo habían hecho.

- ¿Te digo la verdad? - dijo Zack rompiendo el silencio... - lo olvidé.

Nicole esbozó una ligera sonrisa sintiéndose culpable.

- Yo también.

Ambos sonrieron avergonzados.

- ¿Cómo es que lo pudimos olvidar?
- No lo sé... - la chica caminó hacia la borda y se recargó en el yate, Zack la siguió y ambos se recargaron mirando el horizonte. - Creo que me dejé llevar.
- Fue tan... no lo sé, mágico. ¡Dios! tengo que dejar esa palabra en paz.
- ¡Sí! ¡Caray, todo es mágico para ti! - Nicole soltó una carcajada - eres tan cursi.

Los dos se empezaron a reír, se miraron con complicidad.

- Somos tan tontos.
- Tú serás el tonto - reclamó la rubia - yo, yo sólo fui una víctima.
- ¿Victima?
- ¡Claro! Tú fuiste el que empezó todo.
- ¿Yo? Claro que no, fuiste tú! ¿Quién fue la que se brincó hasta mi balcón, eh?
- Si, bueno, es que las clases de salto son muy efectivas.
- ¡Uy si! Mira qué oportunas clases.
- Soy una gimnasta de excelencia... - Nicole hizo un ademán de su fuerza y ambos volvieron a reír.

De pronto los dos volvieron a quedar en silencio.

- ¿Qué vamos a hacer? - preguntó ella.
- Vamos a tener que hablar con Daniel.
- ¿Y si sólo hablas tú con él?
- ¿Y que me mate solo a mi? Estas loca.
- Es un pequeño sacrificio que tendrás que hacer por nuestro amor.

Zack se quedó mudo, Nicole se había dado cuenta muy tarde de lo que había dicho:
"nuestro amor". A pesar de todo lo que habían estado juntos ese día, ninguno de los dos había dicho esa palabra.

¿Es que se amaban?

- Prometamos algo... - dijo ella colocándose muy firme frente al chico, levantó la mano - prometo que en lo que resta de nuestra estadía juntos, no te volveré a besar. - Zack la miró desconsertado - vamos, si vas a sacrificarte diciéndole a Daniel, es justo que también sacrifiquemos esto. ¡Levanta la mano!

Zack levantó la mano, pero la volvió a bajar.

- Anda, yo no quiero que le hagamos más daño a Daniel, después de decirle... bueno, ya comprobaremos entonces tus dotes... de galán, claro. - Zack sonrió avergonzado, pero desdibujó la sonrisa... - Repite después de mi: Yo, Zacarías...
- Yo, Zacarías...
- Prometo que no besaré a Nicole en lo que resta de nuestra estadía juntos...
- Yo Zacarías, prometo que no besaré a Nicole en lo que resta de nuestra estadía juntos... - Nicole bajó la mano y sonrió tímidamente, Zack también lo hizo. - Prometo no besarte, después de esto...

Zack jaló a Nicole a su cuerpo, sus labios se tocaron y ambos no pudieron resistirse a fundirse en un beso apasionado, en un extraño beso que se sentía que ya se habían dado, un beso que parecía una despedida, aunque ambos creyeran que no sería así... aunque se sentía.

Ninguno de los dos quería separarse, sabían que aunque hubieran hecho una promesa, querían seguir juntos, a pesar de sentir que traicionaran a alguien especial para los dos.

Ambos quedaron abrazados.

- Juro que pronto nos volveremos a besar. - prometió Zack lleno de una extraña tristeza que lo envolvía.
- Más te vale... - dijo Nicole aun abrazada a él, pensando que no volvería a esperar otra eternidad para estar con él.
julio 11, 2018 | By: Sabrina Knight

Cuando vió a un Ángel

Nicole guió a Zack a un pequeño pueblo cerca de la cabaña en la que habían estado ambos. Cuando Zack le preguntó a dónde quería llevarlo, ella sólo respondía:

- A los secuestrados no se les dice a dónde se les lleva.

Así que con la incógnita Zack siguió a la rubia. Al fin habían llegado a ese pueblito, donde estaba el pequeño puerto que embarcaba sólo un bote con motor. Zack miró a la chica bastante desconsertado, de todas las cosas que envolvían la personalidad de Nicole, esa era la menos fashionista de todas. En realidad era bastante sencillo, y un poco oxidado.

Nicole habló con uno de los hombres que estaban en el puerto, un anciano le saludó con bastante familiaridad, caminó y entró a su casa y salió con unas llaves. Nicole le dio un beso en la mejilla y fue con Zack.

- Listo ¿vamos? - Zack asintió y Nicole lo llevó de la mano.

Ambos subieron a ese bote, Nicole tomó el mando y arrancó sin decirle nada a su acompañante. Zack estaba algo decepcionado respecto a esa parte del viaje, pensaba que tal vez Nicole hubiera tenido preparada una sorpresa, un trasatlántico escondido en la maleza, o algo extraordinario como ella. Nicole llevó a Zack a una de las orillas más lejanas, en las cuales ya se podía ver que cruzaba una parte de bosque.

- ¿A dónde dijiste que vamos?
- No te dije.

Nicole paró el bote justo en la orilla, bajó primero y con un ademán alentó a Zack a bajarse de él. No muy convencido la siguió y tomó su mano. Ambos se acercaron a unos arboles frondosos que escondían tras de él una pequeña cueva. Zack por un instante se resistió a entrar, pero entonces Nicole lo malmiró.

- No me digas que te da miedo la oscuridad.
- No, lo que me da miedo es que me lleves a un templo donde me vayas a sacar el corazón.
- Mmm... no es mala idea, pero no, hoy no.

Al fin entraron y Zack se dio cuenta que no era una cueva común, en realidad era sólo un arco que daba paso a una bahía enorme. Ahí estaba un gran yate lujoso, justo del estilo de Nicole. La chica jaló del brazo a Zack y lo llevó al yate.

- Yo no entiendo - dijo Zack ya cuando estaban arriba - ¿Cómo lo haces? ¿Cómo es posible que tengas tanto? ¿De dónde sacas un Yate?
- De mi varita mágica - Zack puso ojos de plato, Nicole se rió y le dio un zape en la frente - idiota, ¡Soy rica!
- Es que, por más rica que seas... esto parece imposible.
- Pues créelo... - le dio un beso en los labios y se subió al timón. - ¿Listos marineros?

Y sin responder nadie Nicole arrancó el yate. Zack se quedó en la borda mirando cómo arrancaban, como la bahía se iba quedando pequeña mientras los dos se alejaban de la costa. Miró a la chica que tenía el control de la nave, la miró impresionado, su cabello ondulado se despeinaba con el viento que le pegaba en el rostro. Tan segura, tan firme, tan linda...

Era como si ya la hubiera visto así antes...


Respiró fuerte, oliendo el mar, el puerto de Venecia estaba ya cerca y él estaba ancioso por llegar al fin. Había recibido una carta de Mónica: 

"Ya no tardes, por favor"


Le pedía en ella, así que concluyó sus pendientes, terminó la relación por conveniencia que había creado con una vieja mujer que había financiado su cómoda vida, ahora era de nuevo, un nuevo millonario y viudo hombre. Era libre para ir con la mujer de su vida. Ella se había alejado unos cinco años en búsqueda de un nuevo patrocinador al cual llamar "esposo", cómo odiaba que ella tuviera que hacer eso, pero era un trato que habían hecho los dos. 


Esa era la vida que habían aceptado hacer.


El puerto estaba cada vez más cerca, así que fue a su camarote, tomó su valija llena de pociones, hierbas y flores, y desembarcó con el único pensamiento en su mente: Mónica.


En esta ocasión no sabía qué pariente diría que es, tal vez un primo, quizás diría que es su hermano, bueno, eso en realidad daba igual, siempre y cuando Mónica, en la oscuridad fuera suya y al final ambos, como siempre, pudieran huir para vivir cómodamente, ricos, viudos y eternos.


Entonces un grupo de niños pasó corriendo delante de él, tirando su valija. 


- ¡Idiotas! - y con un movimiento de mano, el niño que lo había golpeado cayó pegándose en la cara. Arturo sonrió con maldad, pero satisfecho y siguió su camino. 


No podía evitarlo, las muchachas del lugar volteaban a verlo, no es que fuera guapo, ni mucho menos, pero tenía ese efecto, la fuerza de su magia era tan poderosa que las mentes débiles actuaban como polillas a la luz con su pasar.  Amaba ser así.


En ese momento vió cómo venía caminando elegantemente Mónica, su rostro hermoso, su bella figura, sus ojos carmesí seguían siendo los mismos, a pesar de que sabía que ella jamás cambiaría, tenía la facultad de mirar algo nuevo en ella. 


No pudo evitar correr a ella y abrazarla, la mujer correspondió el abrazo emocionada, fuera de protocolo, de su actuar diario, pero no podía evitarlo con la emoción de ver a su amante.


Cuando ambos se soltaron, se dio cuenta Arturo que había dos hombres a su lado.


- Hijos, - Arturo la miró sorprendido - él es mi hermano, Arturo.


Ambos jóvenes miraron con recelo al hombre quien los trató con familiaridad. Arturo se dio cuenta de que el mayor estaba enamorado de Mónica, y el menor sospechaba de los "hermanos". 


"Yo me encargaré de él después" le dijo Mónica en sus pensamientos, a lo que Arturo solo sonrió.


- ¿Y tu esposo? ¿Dónde está él?

- Está con mi hija, la menor de los tres. Ahora viene... de hecho, - Mónica volteó y señaló un barco cercano, ahí estaba un hombre grande, fuerte, con rostro cuadrado y barba abundante, estaba a contraluz y de ahí Arturo no lo podía ver a detalle, el sol lo cegaba. Entonces, junto a él, notó que estaba alguien más: una hermosa muchacha rubia.

Se quedó mudo al verla, su cabello ondulado se movía con la fuerza del viento provocando que la despeinara. Pudo ver sus ojos verdes a lo lejos, su bello y perfecto rostro, su sonrisa angelical, y su inocencia al abrazar a su padre. El estómago de Arturo se revolvió, sus mejillas se sonrosaron y un extraño suspiro abarcó su pecho. 


Había visto un Ángel. 


Mónica se percató de que no apartaba la mirada del lugar, frunció el ceño y entró a la mente de su amante, se percató que miraba al padre y a la hija, pero no pudo definir lo que él estaba sintiendo. Arturo finalmente volvió a los ojos de Mónica cuando padre e hija bajaron del barco.


- Mi Esposo es comerciante, marinero de vocación, su familia es dueña de toda la flota que ves aquí. 

- Felicidades - expresó tratando de volver en si a su amada - me da gusto saber que tienes que te provea y no te desampare.
- Así es... él es, un gran proveedor. 

En ese instante llegó el esposo de Mónica y su hija, Mónica fue cortés y los presentó. Arturo le agradeció al hombre el que sea un buen esposo para su "hermana", y en el momento que conoció a la chica, él se hincó y le dió un beso en su mano. La muchacha se sonrojó y aceptó el halago.


- Mucho gusto señor, nada más placentero que conocer al hermano de la mujer que me ha querido como su hija.

- El gusto es mío... signorina Nicole.


- ¿Zack? - Preguntó Nicole desconcertada - ¿Estás bien?
Zack no se dio cuenta, pero todo ese tiempo se había quedado como una piedra mirando hacia arriba la imagen de Nicole. Apenas volvió en si y miró con espanto a la chica.
- ¿Quién eres tu?
- ¿Disculpa?
- ¿Quién eres... Nicole?

julio 10, 2018 | By: Sabrina Knight

Desesperación

Estaba creciendo la desesperación de Daniel. ¿Dónde carajos estaba Nicole? ¿Por qué no le contestaba las llamadas? En un arranque de desesperación fue a casa de Nicole para buscarla.
El dolor de Nicole no podía durar más de dos días, por más que quería pensar que era normal, algo lo hacía sentir que no era así.

Se estacionó como pudo y se bajó con una impaciencia cruel.

- ¡Nicole!  ¡Nicole! ¡NICOLE! Nicole, carajo, ábreme, por favor amor... ¡Nicole! - pero no recibió ninguna respuesta.

¿Y si estaba dormida? ¿Y si en realidad su desesperación era en realidad un presentimiento de que algo se encontraba muy mal? ¿Y si le había pasado algo a Nicole?

- ¡NICOLE! - Daniel golpeó la puerta iracundo, con los peores pensamientos rondando su cabeza. Tenía que entrar, inmediatamente tenía que hacerlo. ¿Pero cómo?

¿Y si hablaba al 911? ¿A la policía? ¿A los bomberos? ¿A quién carajos le podía hablar? Entonces una idea le llegó a la cabeza. ¡Claro! Era tan obvio, que se golpeó la cabeza por no haberlo pensado antes.

Tocó el timbre de la casa de Zack, aun con calmada angustia. Nadie.

- ¡No es posible, carajo! - volvió a tocar el timbre exasperado - ¡Zack! ¡ZACK! ¡Por Dios, ábreme, es urgente! ¡Zacarías, Zack! ¡Zack!
- ¿Daniel? - preguntaron detrás de él, Daniel sintió un gran alivio.
- Señora, qué gusto verla ¿No está Zack?
- ¿Zack? No lo sé, ayer tuve guardia y no he visto ¿Qué pasa querido? ¿Estás bien?
- No señora, es que, verá, Nicole desde el viernes no sé nada de ella, dijo que se sentía mal y ya no me contesta las llamadas, no me abre la puerta, no sé si haya algo malo.
- ¡No me digas!
- Sí, por eso le quería pedir permiso si me dejaba brincar la ventana de Zack para poder ver si está bien.
- Pero claro Dani. Claro, pásate.
- Gracias señora.

Daniel subió corriendo las escaleras y entró al cuarto desarreglado de Zack, ignoró todo y se dirigió a la ventana. La abrió y se dio cuenta de que la distancia entre su ventana y la de su amada era demasiado como para sólo brincarla. En ese momento se odió por no estar en atletismo.  Trató de asomarse y vio que estaba cerrada la ventana, pero que las cortinas estaban corridas, su cama estaba vacía.

¿Dónde podría estar? Se quedó sentado en la cama de Zack tratando de pensar qué podía hacer para dar con Nicole.

- ¿Dani? - la tía de Zack se asomó por la puerta - No te puedes brincar, ¿verdad? - Daniel negó con la cabeza tristemente. - Qué bueno, porque creo que te tengo una pista.

La tía de Zack sonrió y le dio un papel escrito con una hermosa caligrafía a Daniel. Era la letra de Nicole.

Daniel se levantó de un brinco y leyó la nota. ¿Una emergencia?

- ¿A dónde fueron? ¿Dónde están?
- No lo sé Dani, le traté de marcar a Zack y nada. - Daniel estaba ya bastante angustiado y molesto. ¿Por qué no fue capaz de ir y acercarse a él que era SU NOVIO? ¿Por qué Zack? ¿Por qué tenía que enterarse así de esto? - Pero no te preocupes Dani, deben estar bien. Zack es un chico muy responsable.
- Responsable... - resopló - más le vale que no se aproveche de ella.
- ¿Pero cómo crees?
- Señora, me puedo quedar la nota?
- Por supuesto.
- Gracias ¿De verdad no tiene idea de dónde puede estar?
- No, revisé y el coche de Zack sigue en el garaje. No tengo ni idea.
- Está bien, gracias... - ambos salieron del cuarto de Zack. - Señora, y si sabe algo de ellos...
- Te llamo de inmediato, no te preocupes.
- Gracias señora.
- De nada Dani.

Daniel salió con la cabeza baja, pensando en dónde demonios podían estar esos dos. Más le valía a Zack que no se tratara de aprovechar de Nicole. El desgraciado se las iba a pagar, no debió de aventajar la situación con Nick... Las tripas del chico estaban desechas, la desesperación había cambiado, ahora ya no era la salud de Nicole, era que Zack fuera a sacar ventaja de su mujer.

Lo mataría apenas supiera de él.