junio 27, 2010 | By: Lizzye

Promesas

Daniel recogió sus cosas y las de su amigo que efectivamente seguían en las gradas y fue por el para acompañarlo hasta su casa.

No le importaba haber perdido el partido era solo una práctica y ya pediría la revancha. Debía existir una manera de estar más cerca de ella. Por otro lado no podía dejar de sentirse culpable por las secuelas que había traido el golpe en la cabeza a su mejor quién parecía aun mareado cuando lo dejo en su casa.

La tía de Zac tenía razón, Daniel jamás había pedirdo un partido hasta el día de hoy, pero lo valia. La distracción más hermosa del mundo se había aparecido como una visión ante su mirada captando todos sus sentidos y no estaba arrepentido de perderse ante ella. Eso lo hacia sentirse más culpable con su amigo.

Se despidió. Llegó a su casa para dejar su auto. Uno de los choferes de su familia tuvo que llevarlo hasta la escuela para que el pudiera regresar el auto de su amigo y después lo llevara a casa. Se sorprendió ilusionado cuando bajo de la camioneta ante la posibilidad de que por azares del destino ella continuara allí. No la vio. De hecho no se topo más que un par de chicas de primero que no paraban de mirarlo y lanzaban risillas bobas.

Decidió apresurarse. En cuanto dejó el auto en casa de su amigo llegó a casa sin poder dejar en ella, ¿qué hacia esa chica con sus sentidos? no le importaba el no los quería así que con todo gusto se los daría.

Romina le armo un gran escandalo en cuanto lo vió entrar en la casa. Que si Zack quedaba mal por su culpa no se lo perdonaría, que era un desconsiderado mal amigo y que todo por sus lios de faldas, porque obviamente llegó hasta sus oidos el chisme de que la chica nueva había estado en las canchas y como no llegar si de lo único que se hablaba era de un tipo golpeado por una bola perdida por el único fallo en la vida de Daniel de la Reguera quien se había distraido casualmente cuando la chica nueva aparecio.

Estaba tan cansado que ignoró a Romina quien seguía gritando aun cuando cerró la puerta. Decidió acostarse temprano, aprovechando no tener tarea. Aunque no podía dejar de pensar en esos ojos verdes, en la sonrisa y en la tonta idea que tenía de haberla perdido de vista unos segundos para verla junto a su amigo y para después verla marcharse. Era una tontería.

El día siguiente Daniel se levantó antes con la firme intensión de ir por su amigo pero Romina se lo prohibió alegando que ella misma se encargaría del asunto y se fue. Por eso llegó temprano al colegio y estaba perfecto podría idear un pretexto para acercarse a ella.

Tal vez si la invitaba a unirse al equipo o le decía que había lugares de la escuela que aún no le mostraba o más fácil si simplemente la invitaba a salir.

-Ciao-murmuró una voz casi angelical a sus espaldas que hubiera reconocido en cualquier parte.

-Nicole-dijo Daniel volteando a ver hacia el sitio de donde salía la voz. Eso fue mucho más que una visión Nicole traía un vestido color miel que la hacia resplndecer aun más y hoy especialmente hoy se veía mucho más guapa que antes, su semblante era tan encantador. Como si fuera posible que el sol la bañara con su luz y la hiciera resplandecer aun más.

Nicole caminó hasta él y beso ambas mejillas. Daniel se perdió en el perfume floral que traía.-Nicole me da gsuto verte.

-Casualidades-sonrió.

Se sentía perdido. Si en ese mismo momento le hubiese pedido su vida se la daría sin pensarlo. Nicole tenía que ser mucho más en su vida que una simple conocida y ahora más que nunca estaba decidido a luchar hasta que ella lo aceptara y con esa manera de mirarlo ahora mismo.

-¿Cómo resulto todo?-recordó la cara de preocupación de Nicole ante la pelota perdida peor aun así no acudió a ayudar seguramente tendría cosas que hacer.

-¿Te refieres a mi amigo? pues bien creo, la verdad su tía quedo de avisarme si algo más pasaba no me ha llamado. Además mi hermana fue por él y de igual manera me hubiera dicho caulquier novedad desfavorecedora.

-¿Tú amigo sufrió heridas?-puso una cara de gran sorpresa-¿De verdad? nisiquiera me he dado cuenta yo me referia más bien a tu partido te veías muy concentrado y por eso no quise interrumpir-sonrió.

-No digas eso, jamás interrumpes, tú menos que nadie lo haces y el partido después de la lesión de Zac tuvimos que suspenderlo debo reconocer que perdí pero ya habrá una revancha y espero que vengas a verme.

-Ha sido una lastima, ojala tu amigo se recupere. Respecto al partido ansio asistir, ahora si me disculpas. Lindo día-parecía llevar prisa derepente.

-¡Espera! ¿nos veremos pronto?-pregunto ansioso.

-Cuenta con ello, ciao-dijo y se marchó. Al siguiente minuto aparecieron Zac y Romina por las escaleras.

Daniel trató de ocultar la alegría que tenía cuando los vió. Él parecía mejor que el día anterior pese a que el dolor no cedia y lo acompañó los siguientes días. A Nicole no la vió en los siguientes días como ella había prometido se preguntaba cómo hacia para esfumarse de una escuela no tan grande como esa.
junio 26, 2010 | By: Sabrina Knight

Capítulo 4. La reacción de cada acción


El golpe en la cabeza no era lo peor que había pasado en la vida de Zack. De hecho una vez se cayó desde un segundo piso y se había roto la pierna como 3 veces, sin embargo el golpe en la cabeza había sido algo completamente diferente y de verdad lo hacía sentir mal.

Primero eran los constantes dolores, como si fuera migraña, y después llegaron los mareos que lo enviaron de nuevo a la enfermería. Era un dolor que él mismo había desconocido hasta ese momento.

Por otro lado Daniel no dejaba de sentirse culpable, sabía que el golpe había sido su descuido por estar mirando a Nicole. Era la primera vez que le pasaba... y no se sentía nada seguro ahora en la cancha de tenis.

Romina tampoco le había ayudado en lo absoluto, sólo le hacía sentir más y más culpable a cada momento.

- Si no hubieras estado de coscolino Zack no se hubiera lastimado y no lo hubieras llevado al hospital.
- Pero ya te dije que no fue intensional.
- Claro que no, los accidentes no lo son, pero la torpeza es nata.

Y era curiosamente la actitud de Romina lo único bueno para Zack.

Romina, desde el día del golpe, se había dedicado a cuidarlo, a ir por él a su casa y a llamarlo constantemente para saber sobre su estado. Los cuidados y atenciones de Romina habían rayado en lo protector, y Zack por fin sentía (al menos en su imaginación) lo que era tener una novia que lo procurara.

Se sentía tan consentido.

La tía de Zack se dio cuenta de la alegría de su sobrino desde la primera vez que Romina lo llevó a la escuela. Ella había tocado la puerta tan elegantemente y su presencia siempre había sido muy relajante para su tía, por lo que le abrió la puerta sin chistar y la dejó entrar a su casa. Zack bajó aun con todo el cabello mojado y despeinado, somnoliento y con dolor de cabeza, por lo que cuando la vio quiso subir rápidamente y ocultarse tratando de pensar que ella había sido un sueño, uno muy parecido al que había tenido una noche antes con la rubia Nicole.

Pero el sueño era real. romina se encargó todo el tiempo de procurarlo, sin verse encimosa, simplemente se portaba tan cariñosa como jamás lo había sido.

Y Zack era tan feliz.


Pero no había sido lo único diferente por el golpe.


Cuando Zack no pudo soportar el dolor de cabeza, Daniel lo llevó de inmediato al hospital más cercano que había de la escuela. Era más de lo que todos podían creer que podía provocar el golpe de la pelota.

Esos momentos habían sido bastante rápidos para Zack:

Primero estaba en clase de dibujo, luego todo se empezó a nublar, luego sintió que algo le apretaba la cabeza y finalmente cayó en la mesa de dibujo.

No sintió que alguien lo llevara en brazos, no escuchó los murmullos de la gente, y nadie más vio lo que él vio: muchos colores más de los que tenía un arcoiris.

Lo siguiente que escuchó fue la tranquilidad de un lugar que parecía mágico. Tenía un ambiente frio, pero agradable. Distinguió el ruido del agua cayendo de un lugar muy lejano y pasos lentos de alguien que pisaba pasto recien podado. Dio un fuerte suspiro y entreabrió los ojos. Solo pudo distinguir la sombra de un hombre que se recargaba en un bastón. Apretó la mirada tratando de encontrarle forma al rostro que se acercaba a cada paso.

- Zack...

Zack trató de ignorar la voz que le hablaba para tratar de descubrir al hombre que se acercaba.

- Zack...

Pero la voz insistía. Y cada vez que insistía era como si alejara más a Zack de ese hombre. El ambiente dejó de ser frio, de pronto sintió que se estaba alejando de ese mágico lugar, un poco más y un poco más.

- ¡Zack! - abrió los ojos, pero el reflejo de la pared blanca con el sol lo cegó. Trató de abrirlos lentamente y pudo ver a Romina que lo miraba completamente preocupada. - Zack, al fin despertaste - sonrió y se agachó para abrazarlo aun acostado. Zack no dijo ni una palabra. - ¡No puedo creerlo, le hablaré a tu tía! - pero Zack alcanzó a tomar la mano de Romina. Ella regresó la mirada sonriendo, le dio un beso en los labios y salió del cuarto blanco.

Abrió los ojos como plato. Romina lo había besado.

¿Habría sido eso lo que provocó esa sensación tan rara al tocarla?
junio 06, 2010 | By: Lizzye

Sonrisa sincera

Nicole cerró los ojos y respiró el profundo aroma.

- ¡Noche, deliciosa noche! Sólo temo que, por ser de noche, no pase todo esto de un delicioso sueño-una voz pronunciando frases de Romeo y Julieta con un tibio acento un poco dudoso de las palabras emitidas. Un timbre de voz agradable que le brindo un momento de paz.

La palabra sueño se quedo en su mente flotando en el aire ¿Sueño? Nicole recordó que no estaba dormida, ni viendo películas, ni escuchando las mentes de personas cercanas y que se suponía estaba sola en toda la casa. Abrió los ojos de golpe. Allí estaba el chico pronunciando frases de su clásico favorito, con los ojos cerrados, como flotando y dejandosé guíar por las palabras y con ese dejo de traquilidad ¡Y estaba bien!

Se metió a su habitación sin pensarselo ni un solo segundo - ¡es una pesadilla, no es él! ¡me estoy volviendo chiflada! ¡no es é!! ¿cómo podría ser él? ¡NON C'É! ¡NON PÚO SERE!-trató de calmarse para escuchar lo que pasaba a fuera no fue tan dificil como creía. Guardo silencio y pudo escuchar como una campanilla al otro lado, puso más de atención, no era una campanilla era un corazón que sonaba a una melodíosa canción, que si se mezclaba con las palabras anteriores eran capacez de dar una paz absoluta y después el sonar de una puerta al cerranse.

Se asomo por la cortina. No podía estar pasando. Su peor pesadilla, lo que más la desesperaba y estresaba en el mundo. Esa persona que tanto la molestaba con su ola presencia, que la había hecho comenter errores vivia justo frente, peor aun su habitación daba como vista justo con la de ella. El destino y sus malas jugadas.

En otra circunstanción hubiera gritado, destruido todo lo que había cerca. La pesadilla del otro lado pero ahora por más que quería hacerlo no fue así. La paz adquirida anteriormente no se lo permitio por alguna razón se sentía tranquila, muchisimo más tranquila que nunca hasta ahora.

El sueño comenzó a invadirla mientras se escondía tras las sombras de las cortinas mirando al otro lado. No se veía nada, pero podía escuchar el tictac del corazón al otro lado. Ese ruido comenzó a arruyarla. Estaba tan cansada. Había sido un día tan largo.

Se acomodo en su cama con último pensamiento "Era afortunado de ser un cabeza dura" y de encontrarse bien después de ese golpe. Sonrió y se dejo perder en su sueño repetitivo en donde alguien ausente la hacia sonreír. Una sonrisa de verdad como hacia años o tal vez unca había tenido una sonrisa sincera sin necesidad de fingir.

Aire Fresco


El camino de regreso fue rápido. zack se había sentado en el asiento de Daniel y dormitó. De alguna forma Zack debía de aprovechar que Daniel eran tan amable. No todos los días terminas con un chichón del tamaño de una montaña.

Mientras dormitaba Zack logró escuchar que el celular de Daniel sonó.

- ¿Qué pasó Romina? Sí, aquí está conmigo. No, todo está bien ¿Te quieres calmar? Fue un accidente, yo no lo golpeé porque quisiera. Voy a llevarlo a su casa. No te lo puedo pasar, está dormido. No, no lo voy a despertar nada más porque quieres hablar con él. Mira, voy a llevarlo a su casa, ya luego voy a la casa y te platico ¿ok? Adios - y colgó.

Zack sonrió con los ojos cerrados aun haciendose el dormido. Se sentía bien que alguien más se preocupara por él.

Daniel se estacionó y le tocó el hombro a Zack.

- Ya llegamos.
- ¿Tan rápido?
- Soy veloz al volante. Anda, te ayudo - salió del coche y fue a la puerta de Zack. Lo ayudó a salir y sacar sus cosas. - ¿Está tu tía?
- No sé - agarró su mochila y sacó sus llaves - me dijo que iba a salir, pero...
- ¡Zacarias, Daniel! - gritaron atras de ellos la tía de Zack que iba llegando con una bolsa del mandado en la mano - ¿qué hacen por a...? ¡Zack! ¿Qué te pasó en la cabeza? - preguntó preocupada tocando la frente de Zack.
- Estoy bien - hizo su mano a un lado, aun le dolía - fue un accidente.
- ¿Pero qué te pasó?
- Es que yo...
- Sin querer lo golpeé con una pelota de tenis. Estaba en el entrenamiento y lancé la pelota mal. No quería lastimar a Zack.
- ¡Daniel, me extraña! Tu eres tan buen jugador. Siempre que te vamos a ver ganas sin esfuerzo. - Daniel agachó la cabeza apenado, la tía de Zack entendio y supo que se sentía culpable - pero bueno, los accidentes pasan ¿Cómo te siente Zack?


Daniel no se quedó más de media hora. Zack de verdad tenía un fuerte dolor de cabeza y prefería ir a dormir. Su tía le preparó un té y dejó que se fuera.

- Pero mañana vamos al médico - sentenció su tía y Zack sin muchas ganas se echó en su cama a dormir.

Algo extraño pasó con sus sueños. No eran sueños como tal, sentía una gran lluvia de imagenes, muchas palabras llegaban a él, pero ninguna la entendía. Veía a muchas personas, muchas miradas diferentes, veía manos y sonrisas. Pero ahora no era alguien en especial, eran muchas, tantas. Apenas veía que una persona le decía algo cuando otra le volvía a hablar.
Era una tortura, un gran ruido que no cesaba.
Su cabeza iba a estallar, quería que todos se callaran, que guardaran silencio.


Abrió los ojos de golpe, sudando, con el dolor de cabeza más insoportable que antes. Parecía que no era tan cabeza dura como creía. Necesitaba aire fresco.

Se levantó y miró su reloj, ya era muy noche. No había sentido el tiempo. Se quitó el sudor de la frente con la mano y se encaminó a la ventana de su cuarto. Al fin aire fresco. Se sentía frio, pero por lo menos curaría el tremendo calor que tenía.

Se escuchó una voz. De nuevo esa voz. Levantó la cabeza buscando el origen y parecío encontrarlo más fácil de lo que él mismo hubiera imaginado.

Era ella, era Nicole. Parecía recitar un poema o algo asi, no lo entendía tampoco, pero prestó atención. conocía ese dialogo, era muy famoso de Romeo y Julieta. ¿Cómo olvidarlo? Lo estudió con Romina unos meses atras para una audición.

Su cabeza aun le daba vueltas y cerró los ojos.

¿Cómo iba?

- ¡Noche, deliciosa noche! - dijo en voz alta. Suspiró y trató de recitar lo que continuaba - Sólo temo que, por ser de noche, no pase todo esto de un delicioso sueño.

En su imaginación podía ver a Nicole en la ventana de enfrente vestida con una bata blanca y su delicado cabello rubio sujetado por una cinta. Tan bella como siempre. Sólo que ahora tenía voz, una melodiosa voz como la que le preguntó si estaba bien.

Abrió los ojos y se dio cuenta de que la ventana de enfrente estaba vacía con las cortinas corridas y las luces apagadas. Sonrió para si mismo.

Decidió entrar de nuevo, quizás el aire le estaba haciendo más mal del que creía. Ahora alucinaba a Nicole como su vecina. Cerró la ventana y se volvió a acostar en cuanto tocó la cama.
Pero la ventana de enfrente se abrió ligeramente la cortina asomando una cabeza anciosa.

Uno pensaba que era una alucinación a un bello sueño, la otra pensaba que esto era una pesadilla.

Buena compañía

Nicole estaba tan molesta con sigo misma, había cometido un grave error que hacia que el coraje no sesara con nada. Afortunadamente el dichoso bosque de tlalpan estaba casi vacío a esas horas, sólo un par de deportistas en los alrededores.

No podía creer como sin pensarlo se preocupo ¿por quién? ¡DON NADIE!. Pronunció las mismas palabras mental mente ¿estás bien? ¿cómo estaría él? pues había respondido eso sí,-¡¿Qué demonios?-se lo volvía a preguntar-¡ERES UNA IDIOTA! Y PORQUE FUE POCO TE VUELVES A PREGUNTAR CÓMO ESTARA! ¡QUÉ DIANTRES ME IMPORTA SI SE MUERE ES X!- repulsada de ella misma por preocuparse por ése.

Su garganta estaba seca y ahora más que nunca necesitaba saciar todo.Bajo el falso respirar que emitia. Sonrió forzadamente y escuchó ese corazón acelerado que venía camino directo hasta la pista de carrera. Un chico guapo ensó cuando lo miró a lo lejos gozando de sus habilidades.

Tenía unos 25 años muy musculoso y atractivo para ser siceros. Iba atroté por la pista y que pudo evitar mirar a Nicole en cuanto su vista se encontró con la de ella, quien rápidamente aprovecho el momento se erdió en mirarla.


-Hola-dijo alegre y sonrientemente-que hace una preciosura cómo tú...-no lo dejó terminar. Lo miró atenta sin usar sus poderes. Estaba ido ante su belleza.

-Estoy perdida...-hacerse la victima siempre funcionaba-tal vez podrías... ayudarme a salir de aquí. Quería dar una vuelta y me perdí. Es enorme este parque-dijo poniendo un puchero. El chico calló rendido ante eso, victima en apuros y el un salvador-Y tal vez como agradecimiento yo...

Los ojos del deportista centellaron.

NIcole sonrió coqueta-Aunque como ahora no temo perderme y hay buena compañía-caminó hasta el chico castaño de mirada color miel y comenzó a besarlo-tal vez me podría... nos podríamos divertir más-corrió más adentro del bosque...

La sangre del chico era deliciosa y si se consideraba que no había bebido nada desde su llegada, su sed seso rápidamente desde el momento de clavar sus colmillos en el cuello varonil. Un par de sorvos devolvieron toda la energía necesaría.

-Nada paso aquí-sonrió sin parar de mirarlo- te desviaste de tu grupo de amigos deportistas y las marcas son de algo que te pico-dijo mientras limpiaba sus labios de los últimos rastros de sangre.

Nicole sabia con sus varios años de vida que no necestaba matar personas para satisfacer su apetito. Había aprendido que podía sobrevivir con el simple hecho de tomar la sangre necesaría de las personas sin llegar a matarlos-portate bien y suerte-beso el lugar donde había clavado sus dientes y vio como el chico como en estado de shock se marchaba. Estaría bien en un par de minutos y no recordaría nada de lo que paso.

Caminó hasta su auto, refortalecida por el nuevo torrente de sangre en su cuerpo y con la intención de terminar con la estúpidez cometida. Ahora pensaba que la culpa de su error era su debilidad al no alimentarse-¡Sí eso fue! no estaba bien alimentada por eso... ¡POR ESO HICE LO QUE HICE!

Lo primero que hizo al llegar a casa fue darse un baño de tina relajante que duro varias horas, mientras pensaba en la manera exacta de borrar las memorias de las personas que posiblemente lo notaron. Estudiaría sus pensamientos y después si era necesario los borraría. La confianza volvía a ella. Nunca nada fallaba y esta no era, ni sería al excepción y menos por un Don Nadie.

Decidió ponerse un camisón blanco. Cepillo su rubia cabellera después de secarla lentamente pero el sueño no llegó. dío vueltas en su cama de envalde. Se asomó por la ventanilla de su habitación. Luna llena y una noche fresca acariciaron sus mejillas cuando salió por el balcón. Los balcones le recordaban su vieja Italia y su libro favorito de Shakespeare.

-"Ven, noche gentil, noche tierna y sombría dame a mi Romeo y, cuando yo muera, córtalo en mil estrellas menudas: lucirá tan hermoso el firmamento que el mundo, enamorado de la noche, dejará de adorar al sol hiriente"-rió de sus ideas ridiculas se sabía de memoria esa obra y aun así no le dejaba de gustar. Los finales tragicos eran especiales.-"¡Oh Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? Niega a tu padre y rehúsa tu nombre; o, si no quieres, júrame tan sólo que me amas, y dejaré yo de ser una Capuleto." -Luna llena tu luz y buena compañía, me afecta y ciega-respiró profundamente sin dejar de contemplarla al inmenso astro.

Alucinación

Lo siguiente que miró no fue si ella le había sonreído o no, simplemente lo que vio fueron, literalmente, estrellitas.

Un golpe muy fuerte le había dado justo en el centro de la frente. Y eso no sabía cómo le provocó un repentino desmayo que amortiguó la caída, pero lo despertó rápidamente el dolor que le provocaban los golpes. Se quejó del golpe tratando de tocar el lugar del impacto.

- ¡Auch! - gimió.
- ¿Estas bien? - susurró una dulce voz en su oido.
- Sobreviviré... - dijo inconciente aun de lo que pasaba. Así que intentó abrir los ojos aun cegado del golpe y de la luz del sol que no lo dejaba ver claramente. Encontró la forma de una sombra con cabello rizado, pero apenas quería aclarar su visión cuando la luz del sol lo volvió a cegar, la sombra se había quitado y él no había visto quien era.
- ¡Zack! ¡Zack! - Zack trató de incorporarse, aunque sí reconocía ya esa voz - Zack ¿estas bien? Perdóname no quería lastimarte. ¿Te duele?
- ¿Tú qué crees? - entrecerró los ojos y pudo distinguir mejor a su amigo.
- Vamos a la enfermería.
- Estoy bien - dijo tratando de zafarse de las manos de Daniel que lo sujetaba el brazo - ¿Qué no ves que soy cabeza dura? - Pero eso no le importó a Daniel que de pronto se vio rodeado de muchas personas que rondaban preocupadas y curiosas por lo que había pasado.
De pronto todos hablaban y hacían preguntas tontas. Estorbaban más que ayudar. Daniel se veía en aprietos tratando de sacar a Zack, pero Zack en ese momento sólo pensaba en una cosa: ¿Quién había sido la persona que se había acercado a él primero?
Daniel hizo a un lado la puerta y dejó entrar a Zack que, sin saber cómo, ya habían llegado a la enfermería.

- ¿Pero qué sucedio? - preguntó la enfermera.
- Lo golpeé sin querer con una pelota de tenis.
- ¿De tenis? ¿En pleno juego?
- Sí... - respondió avergonzado - bueno, él estaba en las gradas y yo...
- ¡Dios santo! ¿A cuanta velocidad iba la pelota? Recuestalo ahí. No es posible ¿Cómo pasó? ¿Qué no ponías atención al juego?
- Bueno es que...
- Les hemos dicho a las autoridades que pongan una reja de seguridad para estos casos ¿Pero alguien hace caso? ¡No, claro que no! ¿Qué no sabes jugar bien niño?
- Sí pero es que...
- ¡Qué más da! todo eso de los deportes siempre he dicho que es tan agresivo, como el americano ¿Sabes cuantos tengo que atender por lesiones en entrenamientos? ¡Cinco diarios!

Daniel se sentía peor que una cucharacha, la enfermera no lo dejaba de regañar y él no podía defenderse, aunque en parte tenía la culpa. Si hubiera puesto atención al juego y no a la sonrisa de Nicole las cosas hubieran sido diferentes.

Frunció el ceño, acababa de recordarlo ¿Y Nicole? Había desaparecido justo cuando le dio el golpe a Zack. Entre sus alucinaciones imaginó que Nicole estaba con Zack en menos de un parpadeo, pero luego estaba en el lugar que la vio por primera vez y después... desapareció.

- ¡Dejate de mover! - gritó la enfermera y provocó que Daniel volviera a la realidad.
- Pero es que me arde.
- ¿Quien te manda a ir a un lugar tan inseguro como las canchas? Listo, ya no tienes sangre, pero igual vas a tener que ir al doctor después de esto.
- ¿Qué no hay un doctor aqui? - preguntó quejandose Zack
- ¿Tu ves uno por aquí? ¡No! Hoy se fue temprano ¿O quieres esperarte aquí hasta que regrese mañana?

Zack frunció el entrecejo, quería contestarle, pero se quedó callado. La enfermera sonrió triunfante.

- Ahora, no te muevas niño, voy por una venda para que no se te vea todo rojo. - la enfermera malmiró a Daniel y salió de la minisala.

Ambos se miraron y alzaron ligeramente los labios.

- Lo siento mucho. De verdad no fue mi intensión.
- Lo sé - se sentó en la cama - si hubieras querido darme en la mitad de la frente no te hubiera salido. - Daniel sonrió y asintió - Sólo hay algo que no puedo creer.
- ¿Qué?
- Que el maravilloso y talentoso Daniel de la Reguera haya fallado un golpe de esa forma ¿qué paso?
- Me distraje.
- Vaya forma de distraerte.
- Lo siento muchisimo. ¿Te duele mucho?
- Sí, me duele la cabeza. Creo que me diste en las neuronas buenas. Ahora sí voy a quedar tarado, más de lo que ya creían que era.

Ambos soltaron una ligera risa. Zack cerró los ojos y de pronto le vino a la cabeza la voz que le había hablado. Abrió los ojos.

- Oye ¿quién se acercó antes que tu?
- ¿Antes que yo?
- Sí... antes de que llegaras por mi, llegó alguien más ¿no?
- Yo no vi a nadie que se te acercara antes. De hecho la muchedumbre se hizo cuando llegue yo contigo.
- Pero había alguien más ¿no? - Daniel lo negó con la cabeza - No juegues, yo vi a alguien antes de que llegaras. Alguien se acercó a mi para preguntarme si estaba bien. ¿no viste quien fue?

Y por una fracción de segundo a Daniel le vino a la cabeza la imagen de Nicole cerca de donde estaba Zack, cuando desapareció ese segundo. ¿Y si ella había...?

- No, creo que fue el golpe de la cabeza.
- ¿En serio? - Daniel asintió - No manches, pues vaya golpe que me diste. Hasta vi estrellitas.

En ese momento entró la enfermera con la misma pinta de enfado que tenía cuando llegaron. Y casi sin que dijera más palabras le puso agresivamente el parche en la frente y los dejó ir.

- ¡Y tengan más cuidado! - dijo antes de que marcharan.

Zack empezó su caminata con tropiezos, por lo que Daniel lo sostuvo.

- Te llevo atu casa.
- ¿Y mi coche?
- Al rato vengo por el.
- ¿Y te vas a ir en uniforme de Tenis? - Daniel se miró, no se había dado cuenta con tanto ajetreo. Se acercaron a una banca y se sentó Zack.
- Voy por mis cosas, regreso en un minuto.
- También ve por las mías, deben de seguir tiradas en las gradas.

Daniel asintió y salió corriendo. Zack se quedó sentado y cerró los ojos, el mundo aun le daba vueltas. Trataba de no pensar en el golpe que había recibido, la cabeza entre que le ardía y le dolía.

¡Vaya golpe!

Sin embargo de nuevo escuchó en su mente esa voz de preocupación. Abrió de nuevo los ojos y no encontró a nadie. Nadie otra vez. Quizás Daniel tenía razón y sólo había sido una alucinacion suya.

Sólo que... por un momento le pareció que era la misma Nicole la que se había preocupado por él.

Bueno, eso sí era una alucinación.