
No podía ser la misma Romina, eso le dio ánimos al inicio y pudo armar algunas cosas, pero luego de un rato el "efecto Romina" desapareció y su mente se quedó bastante perturbada. No sabía ni qué hacer.
- Basta, suficiente por ahora - enrolló los planos y los metió a su tubo.
Suspiró fuertemente, sin pensar en nada. Tenía algo en la cabeza, pero no podía decirlo. Como si no se atreviera. Salió de la biblioteca y se dio cuenta de que la tarde había caído muy rápido.
Volteó de nuevo al lugar donde encontró a Romina, pero ya no estaba ahí.
Siguió su camino hasta que se encontró a Daniel quien venía con una enorme sonrisa de oreja a oreja y mirando a la nada.
- ¡Vaya! ¿A qué se debe tanto entusiasmo? - preguntó haciendo que Daniel volteara a verlo al fin. - Zack, he hecho el peor ridículo de mi vida.
- ¿Tú? - preguntó verdaderamente sorprendido - ¿Cómo o porqué?
Daniel suspiró torciendo la boca.
- Te cuento mientras vamos a nuestros autos.
En el camino se fueron contando lo que había sucedido y, le confesó, que no le había dicho su nombre.
- ¿Sabes cómo me va a encontrar ella? No va a saber cómo me llamó y estará preguntando por el chico que encontró en las canchas de Tenis. Suena hasta estúpido.
- No te angusties. Creo que si alguien te describe inmediatamente sabrá que eres tú. - Daniel lo miró no muy convencido. Así que lo que continuó fue reconfortarlo - Seguramente mañana te buscará en el mismo lugar, sólo tienes que volver a la cancha de tenis hasta que aparezca.
- ¿Crees eso? - Zack se encogió de hombros. Daniel se quedó meditando - Podría ser. Ahora voy a tener que buscarla yo.
- ¿Tan bonita es? - preguntó desconcertado - es la primera vez que te veo tan desesperado por encontrar a una chica.
- ¡Es que no la viste! - respondió exaltado - No sólo es bonita, es bella, es la mujer más hermosa es...
- Ok, entendí - dijo Zack tratando de calmar a su amigo - sólo era una duda. - Daniel torció la boca, se quedó con ganas de decir más. Entraron al estacionamiento y Daniel se acercó a su BMW Z4.
- Por cierto, ¿acabaste los planos? - Zack lo negó - Vas a tener que apurarte, esa es la única tarea que no puedo pasarte.
- Lo sé. - Daniel levantó una ceja y abrió la cajuela de su auto donde metió su maleta de tenis. - mañana la traigo ya hecha.
- Pensé que la terminarías, siempre eres rápido en eso. - Zack asintió orgulloso - a veces pienso que las mandas a hacer.
- No soy tan tramposo.
Daniel se encogió de hombros.
- Lo sé, pero... hay veces en que me da la impresión de que haces las cosas sólo con pensarlas, sin esforzarte como los demás. - ambos se quedaron en silencio sabiendo que lo que decía era absurdo, o al menos una parte. - Bueno, me tengo que ir - se estrecharon las manos.
Daniel caminó a la puerta de su coche. Pero apenas metió la llave cuando le vino una idea a la cabeza.
- ¿No la chica que te rompió la nariz era bonita? - Zack asintió y Daniel levantó los hombros - quizás era la misma chica.
- Quizás...
Daniel sonrió a su amigo y entró a su coche el cual arrancó de forma silenciosa. Zack se quedó parado mirando como su amigo se iba. Había dejado su coche cerca, pero tenía ganas de caminar a paso lento hasta él.
Escuchó que alguien más encendía el motor de otro automóvil y se hizo a un lado. Dejó pasar un Aston Martin Negro y supo que ahí iba la chica con quien se había topado en la mañana.
Parecía que ella tenía prisa y no pensaba detenerla. La miró marcharse, se acercó a la barda que daba con la salida del estacionamiento y se asomó hasta ver cómo desaparecía el coche entre los demás que había en la Ciudad.
Esa chica había sido tan extraña, bella, pero increíblemente extraña. Llegó a su Falcon y aventó sus planos al asiento del copiloto, cerró la puerta y se quedó en silencio, miró el tubo de planos de reojo, y después de un instante abrió el tubo y sacó los planos incompletos.
Suspiró molesto.
Definitivamente había algo raro, y esa chica era parte de ese problema.
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