febrero 21, 2010 | By: Lizzye

Alimento

Nicole no se sorprendía de los pensamientos que provocaba en los chicos que la miraban todo el día. Todos quería acercarse, claro que ninguno tenía las suficientes agallas para hablarle. Lo que no sabían era que sus instintos de supervivencia repelían lo que ellos mismos no eran capaces de ver “peligro”. Ella caminaba rodeada por la mirada de sus nuevos compañeros, entre los que descubrió varios que le resultaron apetecibles con los que podría saciar su sed, un sorbo de cada uno de ellos sería suficiente.

Estaba feliz de estar en la universidad, llena de coloridos alumnos, manjares todos para ella, con el más mínimo movimiento tendría ante ella al chico que quisiera. Sonrió mucho más alegre al pensar que podría probar todo lo que quisiera sin ser descubierta.

Recorrió las instalaciones para saber más de su nuevo territorio de caza “universidad”. Llegó a las canchas. Nada interesante, los típicos niños populares se conjuntaban para entrenar había que comenzar a socializar para ser pronto la más popular del lugar.-Pobre ilusa de la pobre a la que le quité el lugar pensó.

Una voz resonó en su cabeza muy decidida y sin miedo-allá voy-pensó.

-Disculpa-dijo el chico seguro.

Por fin, alguien valiente. Esperó un par de segundos antes de voltear. Un chico guapo, fornido, piel blanca, ojos azulados, enfundado en un uniforme de tenis con una raqueta en mano llegó hasta ella.

-¿Si?-se quitó las gafas de sol y fingió una timidez que no sentía bajando un poco la mirada. Eso lo había aprendido durante su larga vida, les daba seguridad haciéndoles creer que tenían el control y ayudándolos a continuar.

Él estaba maravillado, alegré por haber tomado la iniciativa y adelantarse a todos los demás y por poder ver esos ojos en los que podría perderse, en los que desde este mismo instante estaba perdido.

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