febrero 22, 2010 | By: Sabrina Knight

Improvisación de teatro

- ¿Qué no la viste?
- ¿A quién? - preguntó Romina desconcertada a la chica con quien estaba acompañada haciendo estiramiento.
- Hay una chica nueva que causó sensación en casi toda la escuela. - Romina soltó una leve carcajada y cambió de movimiento.
- ¿Alguien que causó sensación en la escuela? Estefanía, debes estar bromeando. Sólo puedo ser yo. - Estefanía la mal miró - por favor, no puede haber nadie en la escuela que cause más sensación que yo.
- Pues lamento bajarte tus humos ególatras - añadió cambiando de movimiento - pero es verdad. Traía un automóvil fantástico y unos aires de diva comparables con los tuyos.

Romina frunció el entrecejo y estiró el cuello. Su plática se había detenido gracias a que el director de teatro había aplaudido fuertemente en señal de que la clase empezaría.

- Muy bien chicos, necesito que pongan completa atención a lo que les estoy pidiendo. Pronto vamos a decidir la obra musical que ensayaremos para la próxima presentación. Así que - dio dos fuertes aplausos que replicaron en todo el teatro - muéstrenme qué tienen.
- Pero... - dijo la voz de un chico por detrás - ¿Así? ¿Sin saber qué obra actuaremos?
- La clase de hoy es improvisación, si no saben improvisar no tienen nada que hacer aquí - respondió muy molesto el profesor, a lo que el chico guardó silencio al igual que los demás de la clase.

Sin embargo Romina era la única que no prestaba atención sobre la molestia del profesor, seguía pensando en el comentario de Estefanía y en la extraña sensación que había tenido desde que se despertó esa mañana.

Era tonto para ella pensar que la sensación que tuvo y la llegada de esa persona tenían algo que ver. Era demasiado predecible y estúpido. Aun así le entró la curiosidad de conocerla.

Estefanía llevó a Romina detrás del escenario donde aguardaban su turno de improvisación. Estefanía era una chica bonita, de cabello castaño y ojos miel, se podría decir que era una buena compañía para alguien como Romina. Empero se estaba nerviosa y entusiasmada, esperando dejar una buena impresión para obtener un buen personaje en la obra. Cuando miró a Romina con la mirada perdida, ésta le reclamó.

- Está bien que casi siempre logres el protagónico - Enfatizó el "Casi" haciendo que Romina sonriera incrédula - pero al menos muestra ansiedad o nervios para que los demás sintamos que tenemos una oportunidad.

Romina hizo caso a su amiga y entró de lleno a la clase en la que estaba. Pensaría en tonterías después.

Cuando fu el turno de Estefanía tuvo grandes halagos y aplausos que quedaron rápidamente opacados cuando Romina pasó al frente. El profesor se había quedado maravillado por la gracia, belleza y movimientos de la chica que parecía no esforzarse en lo más mínimo para sobresalir. Y es que de verdad no le costaba ningún esfuerzo.

- Si no fuera tu amiga te odiaría - reclamó Estefanía una vez que salieron todos del teatro. - ¿sabes cuantos meses estuve ensayando una "improvisación"? ¡Meses! Y tú, sin ensayar nada dejas a todos con la boca abierta. Te debería odiar.
- Sí, lo sé. Cuando una es buena, todos lo notan. - dijo sin guardar ningún tipo de modestia - Pero ya verás que te darán también un buen papel. No dejes que la envidia te corroa. - Estefanía mal miró a su amiga, y Romina sólo sonrió. - ¿Nos vemos mañana?
- ¿Ya te vas? Creí que podríamos ir a tomar un café.
- No, hoy no puedo, lo siento, prometí a mi madre acompañarla a ir de compras.
- Y eso no te costará ningún trabajo.
- Ya sabes que no - le dio un beso en la mejilla en forma de despedida - nos vemos mañana - dio la media vuelta y se fue a su automóvil.

Una vez sola Romina volvió a los pensamientos sobre esa chica y no sabía qué era lo que le causaba más intriga: el hecho de que (si Estefanía decía la verdad) todos quedaron sorprendidos de ella en la escuela o porque existía la posibilidad de que sus presentimientos cambiaron a una molestia que no había conocido gracias a ella.

De cualquier manera ninguna de las dos le causaba gracia. Pero ya lo averiguaría todo y disiparía sus dudas. Ella siempre había salido a flote de cualquier cosa, y una tonta chica no sería motivo de preocupación.

No, no lo sería.

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