julio 12, 2018 | By: Sabrina Knight

Prometo no besarte


La chica lo miró sin entenderlo. Frunciendo el entrecejo, molestándose.

- ¿De qué hablas?
- ¿Quién eres Nicole?
- No te entiendo... ¿Estás bien?
- No... no lo estoy...

Zack se hizo atrás sin mirar bien a la chica. Nicole sintió algo como un escalofrío, un presentimiento terrible al darse cuenta que era posible de que Zack la hubiera descubierto.

- ¡Basta! - grito molesta - ¿Qué te pasa? De haber sabido que te ibas a portar así de idiota...
- ¿Idiota? - preguntó irónico - Nicole... - la tomó de los hombros y volvió a sentir el ligero frío de su piel. Estaba fría, a pesar de que en ese momento el sol les pegaba a los dos justo en la cabeza. Cruzó por su mente una absurda idea... pero era absurda.

La chica se soltó exacerbada, fúrica, nada le estaba saliendo como ella quería.

- ¿Qué demonios te pasa, grandísimo idiota? - Se puso a la defensiva, sabía que algo malo pasaba y no estaba preparada para algo así. - Si no sabes quién soy, ¡tírate por la borda!

Zack estúpidamente volteó a ver la orilla del barco, le vino a la mente de nuevo el rostro de ese ángel que ahora estaba lleno de rabia. Seguía sin entender nada, pero todo aquello que le cruzaba la cabeza era absurdo. Recordó a la mujer, Mónica, no era la primera vez que la veía, pero si era la primera que podía sentir algo en ella.

De nuevo la absurda idea de la magia.

- ¿Sabes qué? Te voy a regresar a la orilla. Digo, si no sabes quién soy, lo mejor es que te alejes de mi - y sin que Zack se lo permitiera la tomó de la muñeca. Nicole se quedó petrificada contra su voluntad, como si la mano de Zack se lo hubiera ordenado.
- No digas eso. - Zack la soltó y la chica se liberó de sentirse como piedra. - Nicole, claro que sé quien eres... - Nicole palideció, Zack sabía que ella era inmortal. - eres la novia de Daniel.

Y entonces, por primera vez desde que habían tocado sus labios por primera vez se escuchó el nombre de Daniel, el novio de Nicole, y el mejor amigo de Zack. A quien Zack acababa de darse cuenta que había traicionado.

Los dos por inercia bajaron la mirada. Tanta había sido la magia del momento desde que se besaron la primera vez, que habían olvidado a la persona que se supone que ambos deberían gran lealtad. Nicole se hizo para atrás y se encogió abrazándose con sus propios brazos. Zack desvió la mirada y sintió una horrible compresión en su estómago. Había traicionado a Daniel.

Ambos lo habían hecho.

- ¿Te digo la verdad? - dijo Zack rompiendo el silencio... - lo olvidé.

Nicole esbozó una ligera sonrisa sintiéndose culpable.

- Yo también.

Ambos sonrieron avergonzados.

- ¿Cómo es que lo pudimos olvidar?
- No lo sé... - la chica caminó hacia la borda y se recargó en el yate, Zack la siguió y ambos se recargaron mirando el horizonte. - Creo que me dejé llevar.
- Fue tan... no lo sé, mágico. ¡Dios! tengo que dejar esa palabra en paz.
- ¡Sí! ¡Caray, todo es mágico para ti! - Nicole soltó una carcajada - eres tan cursi.

Los dos se empezaron a reír, se miraron con complicidad.

- Somos tan tontos.
- Tú serás el tonto - reclamó la rubia - yo, yo sólo fui una víctima.
- ¿Victima?
- ¡Claro! Tú fuiste el que empezó todo.
- ¿Yo? Claro que no, fuiste tú! ¿Quién fue la que se brincó hasta mi balcón, eh?
- Si, bueno, es que las clases de salto son muy efectivas.
- ¡Uy si! Mira qué oportunas clases.
- Soy una gimnasta de excelencia... - Nicole hizo un ademán de su fuerza y ambos volvieron a reír.

De pronto los dos volvieron a quedar en silencio.

- ¿Qué vamos a hacer? - preguntó ella.
- Vamos a tener que hablar con Daniel.
- ¿Y si sólo hablas tú con él?
- ¿Y que me mate solo a mi? Estas loca.
- Es un pequeño sacrificio que tendrás que hacer por nuestro amor.

Zack se quedó mudo, Nicole se había dado cuenta muy tarde de lo que había dicho:
"nuestro amor". A pesar de todo lo que habían estado juntos ese día, ninguno de los dos había dicho esa palabra.

¿Es que se amaban?

- Prometamos algo... - dijo ella colocándose muy firme frente al chico, levantó la mano - prometo que en lo que resta de nuestra estadía juntos, no te volveré a besar. - Zack la miró desconsertado - vamos, si vas a sacrificarte diciéndole a Daniel, es justo que también sacrifiquemos esto. ¡Levanta la mano!

Zack levantó la mano, pero la volvió a bajar.

- Anda, yo no quiero que le hagamos más daño a Daniel, después de decirle... bueno, ya comprobaremos entonces tus dotes... de galán, claro. - Zack sonrió avergonzado, pero desdibujó la sonrisa... - Repite después de mi: Yo, Zacarías...
- Yo, Zacarías...
- Prometo que no besaré a Nicole en lo que resta de nuestra estadía juntos...
- Yo Zacarías, prometo que no besaré a Nicole en lo que resta de nuestra estadía juntos... - Nicole bajó la mano y sonrió tímidamente, Zack también lo hizo. - Prometo no besarte, después de esto...

Zack jaló a Nicole a su cuerpo, sus labios se tocaron y ambos no pudieron resistirse a fundirse en un beso apasionado, en un extraño beso que se sentía que ya se habían dado, un beso que parecía una despedida, aunque ambos creyeran que no sería así... aunque se sentía.

Ninguno de los dos quería separarse, sabían que aunque hubieran hecho una promesa, querían seguir juntos, a pesar de sentir que traicionaran a alguien especial para los dos.

Ambos quedaron abrazados.

- Juro que pronto nos volveremos a besar. - prometió Zack lleno de una extraña tristeza que lo envolvía.
- Más te vale... - dijo Nicole aun abrazada a él, pensando que no volvería a esperar otra eternidad para estar con él.
julio 11, 2018 | By: Sabrina Knight

Cuando vió a un Ángel

Nicole guió a Zack a un pequeño pueblo cerca de la cabaña en la que habían estado ambos. Cuando Zack le preguntó a dónde quería llevarlo, ella sólo respondía:

- A los secuestrados no se les dice a dónde se les lleva.

Así que con la incógnita Zack siguió a la rubia. Al fin habían llegado a ese pueblito, donde estaba el pequeño puerto que embarcaba sólo un bote con motor. Zack miró a la chica bastante desconsertado, de todas las cosas que envolvían la personalidad de Nicole, esa era la menos fashionista de todas. En realidad era bastante sencillo, y un poco oxidado.

Nicole habló con uno de los hombres que estaban en el puerto, un anciano le saludó con bastante familiaridad, caminó y entró a su casa y salió con unas llaves. Nicole le dio un beso en la mejilla y fue con Zack.

- Listo ¿vamos? - Zack asintió y Nicole lo llevó de la mano.

Ambos subieron a ese bote, Nicole tomó el mando y arrancó sin decirle nada a su acompañante. Zack estaba algo decepcionado respecto a esa parte del viaje, pensaba que tal vez Nicole hubiera tenido preparada una sorpresa, un trasatlántico escondido en la maleza, o algo extraordinario como ella. Nicole llevó a Zack a una de las orillas más lejanas, en las cuales ya se podía ver que cruzaba una parte de bosque.

- ¿A dónde dijiste que vamos?
- No te dije.

Nicole paró el bote justo en la orilla, bajó primero y con un ademán alentó a Zack a bajarse de él. No muy convencido la siguió y tomó su mano. Ambos se acercaron a unos arboles frondosos que escondían tras de él una pequeña cueva. Zack por un instante se resistió a entrar, pero entonces Nicole lo malmiró.

- No me digas que te da miedo la oscuridad.
- No, lo que me da miedo es que me lleves a un templo donde me vayas a sacar el corazón.
- Mmm... no es mala idea, pero no, hoy no.

Al fin entraron y Zack se dio cuenta que no era una cueva común, en realidad era sólo un arco que daba paso a una bahía enorme. Ahí estaba un gran yate lujoso, justo del estilo de Nicole. La chica jaló del brazo a Zack y lo llevó al yate.

- Yo no entiendo - dijo Zack ya cuando estaban arriba - ¿Cómo lo haces? ¿Cómo es posible que tengas tanto? ¿De dónde sacas un Yate?
- De mi varita mágica - Zack puso ojos de plato, Nicole se rió y le dio un zape en la frente - idiota, ¡Soy rica!
- Es que, por más rica que seas... esto parece imposible.
- Pues créelo... - le dio un beso en los labios y se subió al timón. - ¿Listos marineros?

Y sin responder nadie Nicole arrancó el yate. Zack se quedó en la borda mirando cómo arrancaban, como la bahía se iba quedando pequeña mientras los dos se alejaban de la costa. Miró a la chica que tenía el control de la nave, la miró impresionado, su cabello ondulado se despeinaba con el viento que le pegaba en el rostro. Tan segura, tan firme, tan linda...

Era como si ya la hubiera visto así antes...


Respiró fuerte, oliendo el mar, el puerto de Venecia estaba ya cerca y él estaba ancioso por llegar al fin. Había recibido una carta de Mónica: 

"Ya no tardes, por favor"


Le pedía en ella, así que concluyó sus pendientes, terminó la relación por conveniencia que había creado con una vieja mujer que había financiado su cómoda vida, ahora era de nuevo, un nuevo millonario y viudo hombre. Era libre para ir con la mujer de su vida. Ella se había alejado unos cinco años en búsqueda de un nuevo patrocinador al cual llamar "esposo", cómo odiaba que ella tuviera que hacer eso, pero era un trato que habían hecho los dos. 


Esa era la vida que habían aceptado hacer.


El puerto estaba cada vez más cerca, así que fue a su camarote, tomó su valija llena de pociones, hierbas y flores, y desembarcó con el único pensamiento en su mente: Mónica.


En esta ocasión no sabía qué pariente diría que es, tal vez un primo, quizás diría que es su hermano, bueno, eso en realidad daba igual, siempre y cuando Mónica, en la oscuridad fuera suya y al final ambos, como siempre, pudieran huir para vivir cómodamente, ricos, viudos y eternos.


Entonces un grupo de niños pasó corriendo delante de él, tirando su valija. 


- ¡Idiotas! - y con un movimiento de mano, el niño que lo había golpeado cayó pegándose en la cara. Arturo sonrió con maldad, pero satisfecho y siguió su camino. 


No podía evitarlo, las muchachas del lugar volteaban a verlo, no es que fuera guapo, ni mucho menos, pero tenía ese efecto, la fuerza de su magia era tan poderosa que las mentes débiles actuaban como polillas a la luz con su pasar.  Amaba ser así.


En ese momento vió cómo venía caminando elegantemente Mónica, su rostro hermoso, su bella figura, sus ojos carmesí seguían siendo los mismos, a pesar de que sabía que ella jamás cambiaría, tenía la facultad de mirar algo nuevo en ella. 


No pudo evitar correr a ella y abrazarla, la mujer correspondió el abrazo emocionada, fuera de protocolo, de su actuar diario, pero no podía evitarlo con la emoción de ver a su amante.


Cuando ambos se soltaron, se dio cuenta Arturo que había dos hombres a su lado.


- Hijos, - Arturo la miró sorprendido - él es mi hermano, Arturo.


Ambos jóvenes miraron con recelo al hombre quien los trató con familiaridad. Arturo se dio cuenta de que el mayor estaba enamorado de Mónica, y el menor sospechaba de los "hermanos". 


"Yo me encargaré de él después" le dijo Mónica en sus pensamientos, a lo que Arturo solo sonrió.


- ¿Y tu esposo? ¿Dónde está él?

- Está con mi hija, la menor de los tres. Ahora viene... de hecho, - Mónica volteó y señaló un barco cercano, ahí estaba un hombre grande, fuerte, con rostro cuadrado y barba abundante, estaba a contraluz y de ahí Arturo no lo podía ver a detalle, el sol lo cegaba. Entonces, junto a él, notó que estaba alguien más: una hermosa muchacha rubia.

Se quedó mudo al verla, su cabello ondulado se movía con la fuerza del viento provocando que la despeinara. Pudo ver sus ojos verdes a lo lejos, su bello y perfecto rostro, su sonrisa angelical, y su inocencia al abrazar a su padre. El estómago de Arturo se revolvió, sus mejillas se sonrosaron y un extraño suspiro abarcó su pecho. 


Había visto un Ángel. 


Mónica se percató de que no apartaba la mirada del lugar, frunció el ceño y entró a la mente de su amante, se percató que miraba al padre y a la hija, pero no pudo definir lo que él estaba sintiendo. Arturo finalmente volvió a los ojos de Mónica cuando padre e hija bajaron del barco.


- Mi Esposo es comerciante, marinero de vocación, su familia es dueña de toda la flota que ves aquí. 

- Felicidades - expresó tratando de volver en si a su amada - me da gusto saber que tienes que te provea y no te desampare.
- Así es... él es, un gran proveedor. 

En ese instante llegó el esposo de Mónica y su hija, Mónica fue cortés y los presentó. Arturo le agradeció al hombre el que sea un buen esposo para su "hermana", y en el momento que conoció a la chica, él se hincó y le dió un beso en su mano. La muchacha se sonrojó y aceptó el halago.


- Mucho gusto señor, nada más placentero que conocer al hermano de la mujer que me ha querido como su hija.

- El gusto es mío... signorina Nicole.


- ¿Zack? - Preguntó Nicole desconcertada - ¿Estás bien?
Zack no se dio cuenta, pero todo ese tiempo se había quedado como una piedra mirando hacia arriba la imagen de Nicole. Apenas volvió en si y miró con espanto a la chica.
- ¿Quién eres tu?
- ¿Disculpa?
- ¿Quién eres... Nicole?

julio 10, 2018 | By: Sabrina Knight

Desesperación

Estaba creciendo la desesperación de Daniel. ¿Dónde carajos estaba Nicole? ¿Por qué no le contestaba las llamadas? En un arranque de desesperación fue a casa de Nicole para buscarla.
El dolor de Nicole no podía durar más de dos días, por más que quería pensar que era normal, algo lo hacía sentir que no era así.

Se estacionó como pudo y se bajó con una impaciencia cruel.

- ¡Nicole!  ¡Nicole! ¡NICOLE! Nicole, carajo, ábreme, por favor amor... ¡Nicole! - pero no recibió ninguna respuesta.

¿Y si estaba dormida? ¿Y si en realidad su desesperación era en realidad un presentimiento de que algo se encontraba muy mal? ¿Y si le había pasado algo a Nicole?

- ¡NICOLE! - Daniel golpeó la puerta iracundo, con los peores pensamientos rondando su cabeza. Tenía que entrar, inmediatamente tenía que hacerlo. ¿Pero cómo?

¿Y si hablaba al 911? ¿A la policía? ¿A los bomberos? ¿A quién carajos le podía hablar? Entonces una idea le llegó a la cabeza. ¡Claro! Era tan obvio, que se golpeó la cabeza por no haberlo pensado antes.

Tocó el timbre de la casa de Zack, aun con calmada angustia. Nadie.

- ¡No es posible, carajo! - volvió a tocar el timbre exasperado - ¡Zack! ¡ZACK! ¡Por Dios, ábreme, es urgente! ¡Zacarías, Zack! ¡Zack!
- ¿Daniel? - preguntaron detrás de él, Daniel sintió un gran alivio.
- Señora, qué gusto verla ¿No está Zack?
- ¿Zack? No lo sé, ayer tuve guardia y no he visto ¿Qué pasa querido? ¿Estás bien?
- No señora, es que, verá, Nicole desde el viernes no sé nada de ella, dijo que se sentía mal y ya no me contesta las llamadas, no me abre la puerta, no sé si haya algo malo.
- ¡No me digas!
- Sí, por eso le quería pedir permiso si me dejaba brincar la ventana de Zack para poder ver si está bien.
- Pero claro Dani. Claro, pásate.
- Gracias señora.

Daniel subió corriendo las escaleras y entró al cuarto desarreglado de Zack, ignoró todo y se dirigió a la ventana. La abrió y se dio cuenta de que la distancia entre su ventana y la de su amada era demasiado como para sólo brincarla. En ese momento se odió por no estar en atletismo.  Trató de asomarse y vio que estaba cerrada la ventana, pero que las cortinas estaban corridas, su cama estaba vacía.

¿Dónde podría estar? Se quedó sentado en la cama de Zack tratando de pensar qué podía hacer para dar con Nicole.

- ¿Dani? - la tía de Zack se asomó por la puerta - No te puedes brincar, ¿verdad? - Daniel negó con la cabeza tristemente. - Qué bueno, porque creo que te tengo una pista.

La tía de Zack sonrió y le dio un papel escrito con una hermosa caligrafía a Daniel. Era la letra de Nicole.

Daniel se levantó de un brinco y leyó la nota. ¿Una emergencia?

- ¿A dónde fueron? ¿Dónde están?
- No lo sé Dani, le traté de marcar a Zack y nada. - Daniel estaba ya bastante angustiado y molesto. ¿Por qué no fue capaz de ir y acercarse a él que era SU NOVIO? ¿Por qué Zack? ¿Por qué tenía que enterarse así de esto? - Pero no te preocupes Dani, deben estar bien. Zack es un chico muy responsable.
- Responsable... - resopló - más le vale que no se aproveche de ella.
- ¿Pero cómo crees?
- Señora, me puedo quedar la nota?
- Por supuesto.
- Gracias ¿De verdad no tiene idea de dónde puede estar?
- No, revisé y el coche de Zack sigue en el garaje. No tengo ni idea.
- Está bien, gracias... - ambos salieron del cuarto de Zack. - Señora, y si sabe algo de ellos...
- Te llamo de inmediato, no te preocupes.
- Gracias señora.
- De nada Dani.

Daniel salió con la cabeza baja, pensando en dónde demonios podían estar esos dos. Más le valía a Zack que no se tratara de aprovechar de Nicole. El desgraciado se las iba a pagar, no debió de aventajar la situación con Nick... Las tripas del chico estaban desechas, la desesperación había cambiado, ahora ya no era la salud de Nicole, era que Zack fuera a sacar ventaja de su mujer.

Lo mataría apenas supiera de él.
octubre 03, 2016 | By: Anónimo

Un profundo beso.

Toda la noche Zack estuvo levantado de la cama, se quedó en la sala y prendió la chimenea, pero al sentirse encerrado, sólo salió de la cabaña quedándose recargado de un árbol con los ojos cerrados. No entendía qué había pasado, no sabía que estaba pasando, pero estaba empezando a comprender que él era especial, y no sólo porque se lo decía su tía, sino porque de verdad era especial.

Apenas abrió los ojos y  parecía que todo flotaba, él mismo sentía cómo podía detener las cosas en el aire, apenas con un sólo deseo. Ni siquiera era una serie de conjuros, de palabrerías chistosas, ni siquiera de ponerse a estudiar latín, sólo tenía que pensar las cosas para que estas se hicieran realidad.

Entonces se le ocurrió una cosa muy loca. Pensó en sus padres... ¿Podría hacerlos volver?

Cerró los ojos y pensó en su padre, ese hombre alto, imponente, amoroso, pero rígido al cual admiraba desde que tenía memoria. Y después pensó en su madre, bella cálida, con una sonrisa que lo hacía olvidar todo. Juntos eran increíbles, aunque a veces lo regañaran porque los desobedecía ya que no cumplían su capricho o su voluntad. Sin embargo, sus abrazos llenos de amor hacían que olvidara todo, recordó la seguridad que sentía con ellos, el apoyo, el cariño y la comprensión que jamás volvió después de que ellos tomaran ese fatídico autobús. ¿Podrían acaso volver? ¿Podría tener la oportunidad de despedirse por fin de ellos? ¿Podría pedirles perdón por haber hecho un berrinche tan terrible que los hizo cambiar su horario y en lugar de tomar el autobús de las 5 haber tomado el de las 3 que llegó sano y salvo a su destino a la misma hora en la que ellos perdieron la vida?

Apretó con más fuerza los ojos e ignoró el nudo que sentía en la garganta, la opresión del pecho y el ardor de ojos que lo querían hacer llorar. Deseaba de todo corazón que ellos volvieran, que regresaran, que estuvieran a su lado. "¡Vamos Magia!" pensó de nuevo antes de abrir los ojos.

Las hojas estaban caídas en el suelo, en el fondo se escucharon los bichos, grillos y moscos que ofrecía la paz del escondite de Nicole... pero ellos no estaban.

Respiró desilusionado, bastante. Claro que sus padres no revivirían por arte de magia... y era porque él no tenía magia, si la tuviera e hiciera su voluntad, ellos... bueno, ellos jamás se hubieran ido.

- ¿Zack? - Volteó hacia la puerta de la cabaña en donde Nicole estaba envuelta en una cobija, como si tuviera frío. Zack se dio cuenta que había sido un desconsiderado y se separó del árbol para volver a la chica que lo miraba desconcertada.

Zack tenía la mirada gacha, apenas mordiéndose el labio pudo ir levantando la vista hasta los ojos verdes de la rubia. La chica apenas pudo abrir la boca cuando Zack sin pensarlo de más la abrazó tratando con todas las fuerzas de no llorar. Nicole se sintió incomoda, mucho, de todas las cosas que pensó que ese fin de semana pasarían, jamás pensó terminar abrazada y consolando a un chico.

Recordó lo frustrante que le era Zack, lo poco que podía saber de él, lo poco que lo podía conocer. Como su mente se bloqueaba tratando de canalizar la suya. Era una tarea imposible siempre. Nicole suspiró molesta, pero Zack no lo notó, él pensó por un instante que ella estaba entendiendo que se sentía mal.

¿Y si lo que tenía Zack era de verdad magia? Pensaron los dos al mismo tiempo, pero por razones diferentes. Nicole pensó que tal vez era eso y que por eso jamás podía saber qué pensaba, en cambio Zack pensó que era su gran oportunidad de mostrarle sus pensamientos, claro, ignorando que Nicole podía hacerlo a voluntad a las mentes débiles.

Nicole buscó separarse, pero Zack la tomó con más fuerza, apenas separó su rostro y entonces la volvió a besar. Era raro, tal vez, pero no era raro por el mismo beso, sino porque en el momento en que cerraron los ojos Nicole pudo ver al fin en su cabeza.

Apenas pudo ver su ultimo pensamiento, su ultimo deseo. De pronto conoció el rostro de los padres de Zack tal y como él los recordaba. Sintió el dolor de la pérdida de Zack y al mismo tiempo los sentimientos de arrepentimiento, frustración y total deseo por verlos una vez más.

Nicole abrazó con fuerza a Zack y lo continuó besando con fuerza y deseo por conocerlo más, ver más allá de su ultimo deseo. Pero entonces Zack deseo otra cosa y Nicole pudo ver un rostro de un hombre maduro, lo recordaba, era amable, gentil, valiente, era su padre tomado del brazo de una mujer, una mujer fría, gélida y cruel.

Ambos se separaron de golpe, se miráron con la respiración agitada. Nicole había recuperado un recuerdo doloroso tan de golpe como había obtenido el recuerdo de Zack. Nicole se hizo para atrás y volvió a la casa, Zack fue tras de ella.

Nicole se colocó delante de una chimenea cuyo fuego estaba a punto de consumirse. Zack se puso detrás de ella y la abrazó. No sabían por dónde empezar a hablar.

- Ellos... - comenzó a decir Nicole - ¿eran tus padres?
- Sí. ¿Y ellos los tuyos?
- Sólo el hombre. Esa mujer... ella... se casó con mi padre.
- ¿Y dónde están? - preguntó con verdadera curiosidad. Él le compartió el momento de su pérdida, pero él no pudo tener más de ella.
- Ellos están muertos también.
- Lo siento mucho - la abrazó más fuerte, pero sintió el desapego de ella. - Perdón, aun no sé qué pasa. Todo esto ha sido muy raro. Yo, creo que por un momento pensé que era un brujo o no sé, a lo mejor soy un mutante con un súper poder...

Nicole desconcertada lo miró y empezó a reírse.

- ¿Ahora te crees un X-Men?
- No lo sé, tal vez sólo tenga los poderes del Profesor X.
- ¡Ay por Dios!  Eres un ñoño.

Ella siguió riéndose rompiendo por entero la parte tensa de los dos. Claro, sin entender qué pasaba tampoco, pero si querer saberlo en realidad. ¿Tan difícil era sólo poder pasar unos días en paz con Zack?

La chica lo tomó del rostro con un poco de temor de volver a ver algo en su mente, así que sólo le dio un beso en la mejilla.

- Acompáñame, no quiero pasar el fin de semana sólo aquí.
- Pero yo pensé que sí... - la intentó besar, pero la chica hizo el rostro para atrás - pensé que querías que te demostrara lo que hace un experto. - Ella sonrió tratando de no reir.
- Cariño, para eso todavía tenemos tiempo. Anda, no pierdas el tiempo y vamos.

Nicole se fue gritando que no lo iba a estar esperando si se tardaba mucho ahí, después de todo, ella no tenía una eternidad para él.

O tal vez sí, pero aun no lo sabía.

Zack fue tras ella.
julio 31, 2015 | By: Sabrina Knight

Es magia

Abrió los ojos espantado en el momento en que escuchó como tocaban la puerta con desesperación. Se levantó de golpe y fue a abrir para encontrarse con una persona encapuchada que en primera instancia le dio un susto. Enseguida sonrió al darse cuenta de quién era. Le bajó la capucha y descubrió el bello rostro de Mónica.

- No pensé que te fueras a asustar con sólo verme.
- No pensé que fueras a tocar la puerta como loca.
- Tenía urgencia de verte. - Mónica miró atrás y entró a la casa de Arturo cerrando la puerta tras de si. - Siempre tengo urgencia de verte... Arturo. - y acto seguido se arrojó sus brazos a su cuello para poder alcanzar su rostro y besarlo. Arturo correspondió el beso apasionado de la misma forma, abrazando su torso y apretándolo hacia él.

Arturo se detuvo un momento para contemplar esos ojos carmesí, intensos, dilatados, excitados por estar en sus brazos. Mónica se volvió a lanzar sobre él tirando todo lo que estaba cerca, poco le importo que pociones e ingredientes raros cayeran al piso. Ambos se dejaron llevar por una pasión lujuriosa que los estaba llevando al éxtasis.


Arturo la apretaba contra él, dejando de sentir la piel fría por un extraño calor que él mismo provocaba. Era un conjuro sencillo, pero elemental, pues cada vez que él la sentía de esa forma, olvidaba que no eran iguales.

Sus encuentros eran siempre parecidos, llenos de fuego, risas, mordidas, juego y ese extraño sentimiento que los dos evitaban mencionar. ¿Para qué echar a perder lo que ya tenían?

Para Mónica esos encuentros eran fugases en comparación de su eternidad, pero eran profundos en comparación a lo que siempre había dicho sentir. No necesitaba más, sólo a él.

Para Arturo, Mónica era perfecta, bella, inteligente, maligna, misteriosa y además tenía ese elemento que la hacía más fantástica para Arturo... era mágica y eterna. Era ese ser que se convertía todo lo que él creía y lo hacía más que real.

Ambos habían olvidado la fecha exacta del día que se conocieron, no necesitaban recordarla pues algo en ambos les decía que no era la primera vez que se cruzaban sus caminos. Aunque lo que era cierto es que desde día hasta ese momento habían pasado ya varias décadas. Sin embargo ambos se habían dedicado a engañar a todos, no sólo por su edad, también por su relación, sus poderes y su secreta alianza que los convertía en amantes eternos.

Por que eso eran ellos... eternos.

--

Zack se levantó de un salto con el corazón palpitandole de forma acelerada. Inmediatamente miró su cuerpo y se dio cuenta que seguía excitado de sólo recordar todo lo que había soñado. Miró a Nicole a su  lado dormida, o fingiendo, no quiso investigarlo porque inmediatamente se levantó para ir al baño. Cerró la puerta y se lavó el rostro.

Todo se convertía en algo extraño, misterioso y con muchas preguntas que no sabía a quien hacer.

¿Quién era esa mujer? ¿Mónica? Recordó su nombre. Cerró los ojos y aun podía verla, aun podía olerla, sentir su calor y su magia. Zack se miró al espejo...

Magia. De pronto en su mente le vinieron recuerdos, hechos, extrañas coincidencias. Todo tenía un extraño sentido. Aunque era absurdo. 

Salió del baño aun con la idea de haber sido todo un muy profundo sueño, Nicole aun se encontraba en la misma posición. Se volvió a meter a la cama y se acercó más a ella, su piel era fría. Recordó como en su sueño la piel de Mónica había cambiado de temperatura e hizo exactamente lo mismo.

Funcionó.

Nicole abrió los ojos y lo miró extrañada, vio como su mirada estaba desorbitada, extrañada y eufórica.

- ¿Qué estas haciendo? 
- No lo sé... - reía sin entender - yo sólo lo deseo y... pasa. ¿Te has fijado?

Nicole frunció el ceño, aun sin entender, ante la sonrisa fuera de si de Zack.

- Es magia Nicole... ¡es magia! -  Zack abrazó fuertemente a Nicole y ella no lo rechazó. Zack cerró los ojos y olió fuertemente el perfume de la chica.

Era más delicioso que el de Mónica.
septiembre 29, 2014 | By: Sabrina Knight

Venganza

Esa noche había sido la más larga de su vida.

Tenía el maquillaje corrido y los ojos hinchados. Estaba cansada de llorar, por tristeza y al mismo tiempo de coraje, de dolor y rabia por saberse estúpidamente engañada.

Romina había pensado todo este tiempo que Zack la amaba a ella, y de pronto descubrió que no era así... No la amaba a ella.
No se dio cuenta cuando amaneció, tampoco escucho las súplicas de su madre para que fuera a desayunar algo. La única voz que escuchaba era la de su cabeza que le recordaba una y otra vez esa escena que Mónica le había hecho mirar.

Era tan estúpida ¿Por qué le lloró tanto? Tal vez ella ni siquiera amaba a Zack como lo imaginaba. ¿Entonces por qué le dolía tanto?
De vez en cuando echaba un vistazo a su pintura y veía como las olas de ese Mar Rojo se movían con lentitud, y esa mujer seguía esperando alcanzar el sol. Era irónico, porque sabía que jamás lo iba a alcanzar. 

La mujer del cuadro volteaba también a mirarla invitándola a seguir, pero Romina simplemente no quería ir con ella. Sabía que ella no iba a alcanzar al sol y Romina no quería quedarse como ella: estancada sólo mirándolo.
Sonó el teléfono y vio la llamada perdida de Estefania y muchos mensajes de apoyo de su parte:
"Eres la mejor actriz de todo el mundo, te irá excelente en Nueva York" 17:30
"Espero que quieras festejar conmigo, las mejores amigas están para apoyarse." 19:45
"Háblame cuando tengas tiempo, quiero que me cuentes todo lo de tu cita con Zack" 23:06

Romina simplemente ignoró cada uno de los llamados. Ella no tenía ganas de ver a nadie. Además, con el último lavado de voluntad de Estefania había quedado más tonta que antes.
En ese momento se rió para ella misma. Sabía que tenía que dejar de jugar con la gente, pero era inevitable, tenía un placer nato al usar a la gente a su antojo, justo por cómo saber manipularlas...

En ese momento se levantó de su cama, como si una idea brillante hubiera aparecido en su mente. Fue a su espejo buscando algo dentro de él, buscando a Mónica en él.

- Sólo necesito hacer una pregunta ¡Aparece! - Mónica apareció frente de ella, como un reflejo de su rostro.
- ¿Qué quieres?
- Quiero que me digas como acabar con la tarada de Nicole, tú, tú eras lo mismo que ella.
- Desgraciadamente somos iguales, no por mi voluntad, créeme. 
- ¡Entones dímelo y hoy mismo termino con ella!
- No puedo.
- ¿Qué? ¿Entonces todo lo que dijiste fue basura? ¿Cómo quieres que acabe con ella si tú no me lo dices?
- Porque ella es un ser inmortal...
- No, ella no puede ser inmortal. ¡Si ella fuera inmortal yo seguiría siendo tu! Dime como acabaron contigo para yo terminar con ella.
- No puedo... 

Romina soltó un grito fúrica y enojada pegándole un fuerte golpe al espejo rompiéndolo justo a la mitad. El espejo se quebró y cortó la mano de Romina dejándola sangrando.
Ahora gritó del dolor.

Romina se tomó la mano tratando de evitar perder sangre, pero ésta cayó justo en uno de los pedazos en los que Mónica aún se reflejaba. Se veía extasiada, como si pudiera disfrutar el olor de la sangre que ella no podía alcanzar.

- Aún recuerdo la textura y el sabor... - dijo apretando los labios. Romina apenas la pudo escuchar, tomó un pañuelo de su ropero y se lo pasó por encima apenas cubriéndolo. Cerro los ojos tratando de concentrarse y entonces... la sangre y la herida desapareció.

-¡Romina, Romina! ¿estás bien? - preguntó su hermano tratando de abrir, pero ella se había encerrado. - ¡Romina abre la puerta, ábrela ahora! 

Pero ella lo ignoraba por completo. Primero miro que su mano estuviera bien y después miró el reflejo que sonreía. 

- Sólo un ser como tú sabrá como destruirla. Sólo una bruja es capaz de destruir un poder protegido por uno de los tuyos.

El reflejo desapareció y sólo se mostró su desaliñado perfil. Se quedó pensando aún sin terminar de entender todo lo que había sucedido.

En ese momento su hermano abrió de una patada la puerta y miró el desastre de esa habitación.

- ¡Por Dios! ¿Qué pasó aquí? ¿Dónde está el huracán? - miró en el piso un charco de sangre y el espejo roto. - Romina, ¿qué pasó? - la tomó de la muñeca pensando que se había tratado de cortar, pero vio que estaba bien - ¿Romina qué te paso? 
- Nada... - mintió apenas despertando de sus pensamientos - No paso nada, sólo fue temperamento de artista.
- ¿Temperamento de artista? ¡Para mi que fue locura de una bruja! - dijo irónico. Romina sólo lo miró sin decir nada - ¿segura que estás bien?  - ella asintió - mi mamá dijo...
- ¡Mi mamá está loca, no le hagas caso! Sólo dice tonterías...

Daniel miró a su hermana con compasión, su madre le había dicho de la cita de Romina y que la habían dejado plantada. 

- Está bien, ya no diré más. ¿Segura que estás bien? 

Romina quiso gritarle que no, que no estaba bien por que su tonta novia no sólo le estaba viendo la cara a él, sino también su "amigo" que ahora estaba con ella y que lo peor de todo era que ella había sido una tonta por poner sentimientos en él.

- Sí, segura... - mentía y no disimulaba, pero sabía que ese no era momento para desenmascarar a ninguno de los traidores. En ese momento  se dio cuenta que su hermano también estaba siendo traicionado. Ya no sólo se trataba de lo que ellos le estaban haciendo a ella, sino también a su hermano. Su pobre e ingenuo hermano mayor que estaba enamorado de un despreciable ser inmortal. Abrazó a su hermano y le sonrió - No te preocupes hermano, yo me encargare que todo este bien... 

Daniel tomó las palabras de su hermana como locura momentánea. Era adorable que ella lo quisiera proteger, así que la abrazó más fuerte tratando de hacerla sentir segura. Finalmente él era el hermano mayor.
Ella aún no sabía qué iba a hacer, no tenía idea, sólo entendió que esta venganza contra ellos sería por Daniel, por Mónica y por ella.

Ella terminaría con la inmortal de una forma lenta y dolorosa. De eso sí estaba completamente segura.
julio 24, 2014 | By: Lizzye

¿Y si robo tus primeras veces?

Era la primera vez en una eternidad que sonreía de esa forma. Las palabras pronunciadas por Zack pesé a su sencillez serían conservadas para toda su inmortalidad, después de todo era el primero que le presentaba al tan dichoso sentimiento llamado felicidad. Cerró los ojos para grabar en su mente el sonido de su voz, sin evitar sonreír.

Nadie le iba a robar este momento. Ni siquiera la llamada de Daniel que estaba comenzando a distraer la atención de su amigo. Sin pensarlo dos veces quizo alejarlo mientras se recordó que tendría que comprar un teléfono para recompensar el hecho, pero ahora solo importaban ellos.


Le daba ternura que Zack pareciera aun un niño que tenía que pedir permiso, así que antes de salir le dedicó una nota a la tía de Zack.

Querida:

Espero perdones la urgencia de la salida. Todo está bien, no te preocupes. Ha surgido algo inesperado que me ha puesto los nervios de punta. Vine a buscarte para pedir tu consejo y al no encontrarte tu sobrino amablemente decidió ayudarme. Caballerosamente me ofrecio su ayuda sin darme si quiera la oportunidad a negarme. Después de todo creo que puede ser una persona tan encantadora como tú.

Prometo cuidarlo y explicarte todo cuando volvamos. Solo no te preocupes, sabes que tiendo a exagerar un poco. Llamaríamos pero la comunicación fallaen el lugar. I'm sorry darling!

Besos Nicole Benette


Salió de un brinco a su balcón, revolvió el armario en sólo 2 minutos, se cambio de ropa , termino su maleta, y cuando regresó habían pasado 5 minutos que le parecieron eternos.

Corrió al gargage, encendió el auto y comenzó a esperarlo temiendo que él no apareciera. Los temores desaparecieron en cuanto miró su calida sonrisa.

No podía evitar mirarlo por el retrovisor y desear escuchar su voz mientras conducía. La única idea que flotaba en su cabeza era disfrutar de esos días. El futuro ya lo arreglaría luego.

- Ahora que lo reflexionó ya se porque tienes miedo de esté secuestro - dijo sospechosamente, Zack la miró sorprendido - con lo tímido que eres seguramente piensas que puedo robar tu pureza y virginidad - Zack se puso sonrojado en tan solo un instante. Nicole tuvo que disimular una sonrisa ocasionada por su semblante- Podemos volver y...

-¡Estas loca!- dijo efusivamente- No, yo no soy... digo, no se puede robar a los expertos - Nicole había dado en el clavo, pero le gustaba la manera de tratar de salir del embrolló que tenia.

-¿Entonces me estás diciéndo que no eres el chico dulce, tierno caballeroso y teto que siempre he creído?

-Te sorprenderías ¡eh! - trago saliva nervioso, pensando sus palabras - No es por presumir, pero la compañía en turno siempre me felicita, diciendo que amantes como yo ya no se fabrican - Nicole miró hacia un lado de la autopista por la que ahora transitaban para darse tiempo a disimular las carcajadas. Detuvo la marcha del auto y apagó las luces para aprovechar la luz de la luna.

-¿Entonces me saqué la lotería? Para qué ir más lejos. Volvamos a casa.

-¿Qué? ¡No! Yo no quiero volver

-O pensándolo bien- ella giró en el asiento para colocarse frente a él sobre sus piernas- ¿Para qué esperar? - dijo besándolo para que él no notará las sonrisas.

- Este... Nick... Yo...

-¿Ajá?- continuó dándole pequeños besos.

- Es que... Lo que pasa es que... No sé como explicarte- ella definitivamente amaba su cara al tratar de encontrar justificaciones.

-¿Si?

-Lo... Lo siento... Olvide traer protección.

-Una lastima. Moría por comprobar la teoría. No queda mas que continuar, pero no te preocupes en el lugar al que nos dirigimos seguro hay, así que... Vámonos- dijo aun riendo mientras regresaba a su lugar y arrancaba el auto.

La intensa escarlata no abandonó su rostro en todo el camino, sin embargo ella escuchaba el palpitar ansioso de su corazón, y esa linda tonada la animaba a seguir con la broma.

-Bienvenido a mi rincón secreto - dijo señalando la hermosa cabaña que se situaba cerca del lago - cada vez que necesito pensar algo vengo aquí sola - bajaron del auto y ella lo tomó de la mano - las estrellas y la luna son buenas consejeras y el lago se lleva todos los pesares mientras que el viento compone melodías con las palabras que le dices. Por un momento Nicole puso una mirada reflexiva, nostálgica, humana. De pronto volvió - ven, te voy a enseñar.

Nicole corrió a la orilla del lago, no sin antes haberse quitado los zapatos y correr descalza. Zack la seguía, aunque no le dio tiempo de hacer lo mismo que ella. Entonces Nicole tomó aire y gritó a todo pulmón:

- ¡Pase lo que pase, él es sólo mío y yo solo soy suya!

Zack sonrió con un suspiro atorado en su respirar, una emoción tan grande, que sólo pudo tomar a la chica y volverla a besar con intensidad, con una emoción que no sabía que tenía guardada en su pecho, oeri que se sentía que estuvo ahí siempre.

-Te prometo que pensaré unas buenas frases que gritarle al lago...

- Tonto - murmuró ella mientras continuaban con la sesión de besos que poco a poco estaban comenzando a subir de intensidad. - ¿Sabes? Deberíamos continuar con el pendiente del auto. Ya mañana te mostraré el lugar - lo fue jalando hacia la cabaña que estaba a un lado de la orilla. Una parte de ella quería continuar con la broma, sabía que Zack no podría continuar contra ella.

Entraron a la cabaña, una estancia pequeña, pero acogedora, llena de detalles finos y de buen gusto. Parecía una extensión de la habitación de Nicole, pero forrado de madera y una pequeña chimenea.

- Podría encender la chimenea para que nuestra escena se vea mas apasionada- agregó para continuar la broma. Sin embargo los instintos de Zack ya no estaban pensado en bromas, ni en más besos, quería probar su piel.

-Tengo una mejor idea ¿ Dónde está la habitación?

-¿Qué?-comenzó a temblar ante la mención, su juego se le había revertido- A... Arriba...

-Pues vamos- él sujetó su mano mientras ascendían. Ella intentó desesperadamente repeler todo lo que estaba sintiendo y tratar de leer sus pensamientos pero, como siempre, fue inútil. Zack logró sentir el nerviosismo de ella, su pánico, descubrió que ella no estaba lista. Algo en su cabeza le dijo que no podía hacer algo que ella no quisiera... aunque su instinto le decía que lo hiciera.

- ¿Y bien?- ahora él sonreía, pero Nicole estaba petrificada. Su cabeza ganó, no sin antes decidir que le pagaría lo que le hizo en el auto - es la hora- se arrojó en la cama- ven aquí...

Nicole se paralizó, y comenzó a actuar en automático. Zack se veía tan seguro de lo que estaba haciendo que comenzó a dudar por la posibilidad de que sus respuesta fueran ciertas. Logró recostarse dándole la espalda. Él se acerco hacia ella abrazándola e impidiéndole con ello la movilidad.

-Estoy tan cansado que hoy solo quiero dormir así. - le susurró al oido - Quiero saber mañana cuando abra los ojos que sigues a mi lado, que esto no fue sólo un sueño.

Nicole sonrió, se dio la vuelta para mirarlo a los ojos y darle un beso ligero en los labios.

-Por hoy te dejó ganar, aunque... - le quitó el cabello del rostro - mañana y siempre seguiré aquí.

Le dio otro beso corto y se dejó perder en su abrazo entre sueños.