septiembre 04, 2012 | By: Lizzye

Ojos verdes

Un baño relajante de espuma fue lo único que logró sacar a Nicole del estado de shock en el que se encontraba. Se colocó una pijama blanca de dos piezas y comenzó a cepillarse el cabello. Entre el rocé de la piel de su vecino, las sensaciones que provocó, la discusión con Daniel y la desvelada de la noche anterior no aguantaba más sus ojos, ni siquiera se dio cuenta cuando se perdió entre sueños.

Un hermoso vestido de seda color azul era lo que traía puesto ahora, sus mejillas se veían sonrosadas, sus ojos grandes verdes luminosos y una sonrisa carmín reflejada en el cristal. Definitivamente estaba viva, eran los años en los que no era dependiente de sangre de los demás para subsistir. Se puso el antifaz y entró al lugar concurrido nuevamente.

Una fiesta que había sido prometedora, sin embargo terminó siendo sólo una reunión aburrida de socios de su padre. Respiró tranquila mientras salía al jardín, escapando de la vista de los demás. Se encontraba mirando las estrellas, era una noche de cielo despejado luminoso, con gran luna azul de esas que ocurren sólo cada tres años.

Comenzó a tararear una canción que amaba mientras sus pies se deslizaban despacio por el césped. Era mejor la fiesta que estaba armando sola para su sentidos que estar allá dentro fingiendo diversión. Respiró una y otra vez mientras mantenía los ojos cerrados al compás de su canción.

- ¿Me concedería está pieza? - preguntó la voz de un caballero a su oído. Volteó para comprobar lo que creía.
- Buenas noches - respondió sonriendo al chico que tenia enfrente. Él traía un traje de gala negro, con un antifaz dorado en el rostro que apenas dejaba ver sus enormes ojos verdes - Comenzaba a creer que no iba a venir.
- ¿Y perderme de la aburrida fiesta, corriendo el riesgo a que alguien la fastidiara más que yo? Sería un castigo - sonrió dulcemente y ambos rieron - ¿Entonces? ¿Me permite señorita Benett? - estiró la mano esperando la resolución, seguro de si mismo de cual seria la respuesta.
- Normalmente hubiera obtenido un no como respuesta para fastidiarle también, pero creo que una noche así se debe disfrutar - le ofreció su mano. Un sinfín de sensaciones llegaron a su estómago, sensaciones de todo tipo, pero que daban como resultado solo sonrisas.

Comenzaron a bailar al ritmo acompasado de la música que se escuchaba a lo lejos dentro del salón. Una canción lenta que ambos tarareaban mientras bailaban.

- ¿Sabe que las personas comienzan a mirarnos? - dijo Nicole mirando a una pareja de ancianos que no les quitaban los ojos de encima.
- Se lo he advertido antes: Nunca paso desapercibido, todos tienen que mirarme siempre. Soy como un sol que simple y sencillamente se tiene que ver, y si consideramos que me encuentro con usted ahora mismo el reflejo debe de ser el triple de impactante.
- Siempre tan modesto - ironizó mientras ambos comenzaron a reír.
- Tengo una manera de que nos miren más - observó sus ojos, quitó el antifaz de ella y se quedó mirándola por un par de segundos en seco mientras sonreía. - Así nada se compara a mirar su lindo rostro - los colores encendieron sus mejillas - y para terminar, el toque justo... - se quitó el antifaz - ahora estamos perfectos.-Nicole no podría dejar de mirarlo, era él. Estaba posada frente al hombre odioso de su actualidad.
- ¿Tú?
- ¿Y ahora vas a negar que me conoces? - con su pulgar trazó el contorno de la mejilla - eres hermosa Nicole Benett y con esas mejillas sonrojadas aun más.

Se levantó de golpe gritando como desesperada.

- ¡Maldita sea! - gritó de nuevo al darse cuenta que todo había sido un sueño - Me vas a terminar de volver loca como siga así. Ahora también estás en mis sueños. ¿No me voy a poder liberar jamás de ti? ¿Lo que sentí al tocarlo? Y este sueño antiguo como si no fuera la primera vez que te veo, por si fuera poco mi cachetada no te hizo nada. Estás como si nada, ¿qué tipo de ser humano común y corriente sobrevive a un impacto como ese? - Corrió hasta el balcón a abrir la ventana necesitaba un poco de aire.

Había sido todo tan real, cuando tocó su mejilla en el sueño sintió lo mismo que cuando lo abofeteo apenas un par de horas antes, tantas cosas encontradas.

- ¿Qué me estás haciendo? ¿qué me está pasando? - dijo escondiendo su rostro entre sus manos.
- Yo tampoco entiendo nada de lo que nos está pasando - respondió Zack al otro lado del balcón. Nicole lo miró sorprendida, no se percató que habían pasado un par de horas, ni siquiera creía volver a verlo pronto y ahora de nuevo lo tenia enfrente.

Rojo Carmesí

Sí, no lo iba a negar: estaba contenta.

Después de todo, no sabía cómo había sido ese cambio sorprendente. De pronto todo ese amor, la locura por querer estar junto a alguien se había convertido en un bálsamo sanador de su propio orgullo. Claro, Romina jamás iba a dejar de ser ella, pero por un momento (por increíble que le pareciera a ella misma) podía no pensar sólo en Romina.

De hecho estaba emocionada por salir con Zack. Regresó a casa temprano, se metió a la ducha para refrescarse, salió con la mayor tranquilidad del mundo y se puso a elegir meticulosamente su atuendo. Era una noche especial, uno de sus grandes sueños era ser actriz y con esa oportunidad nada parecía salir mal. Además, si Zack ponía atención y se ponía listo... probablemente aceptaría ser su novia.

Tuvo el mayor cuidado para maquillarse, sería perfecto, todo sería perfecto y eso ella lo sabía.

Se puso delicadamente el gloss sobre sus labios, pero justamente al llegar al final de ellos... se quebró el espejo.

Había brincado del susto. Pero no entendía por qué. ¿Cómo se pudo haber roto? Lo tocó y sintió los ligeros bordes despostillados y uno de ellos la hirió. Miró su dedo con una larga gota de sangre. Sangre... viejos recuerdos de aquella vida que por poco olvidaba, aunque para ella en ese momento no significaban nada ya. Su estómago dio un ligero vuelco y su corazón a latir más rápido. ¿Era un mal presentimiento?

No, simplemente era una tontería, nada podía salir mal.

Limpió la gota de sangre en sus labios y automáticamente tornaron un rojo carmesí profundo, cerró los ojos para disfrutar esa gota de sangre en su boca, en su lengua y cuando abrió los ojos puso ver en el espejo a esa otra mujer, a esa ilusión de ella misma que se miraba con odio. Romina se asustó y su reflejo quitó el dedo de su boca, sonrió maleficamente y le mostró los colmillos.

- Cometes mis mismos errores - susurró con una espantosa y profunda voz - mira más allá.
- ¿Dónde? - preguntó con miedo.
- Donde no te estorbe tu corazón.

El reflejo dio un fuerte grito y Romina sintió que todo se estremecía, tanto que el espejo se rompió en varios pedazos. Romina se tuvo que proteger para que ninguno de ellos le diera en el rostro, pero...

Nada había pasado.

El espejo estaba intacto. Ni siquiera tenía la primera fractura que había visto. Se miró el dedo y encontró la cortada, se sintió los labios: tenía impregnado el sabor a sangre y el rojo carmesí.

Miró el reloj: 20:30 hrs. Era tarde y seguramente Zack ya estaba en camino.

Volvió a revisar el espejo. Sólo estaba ella, sin Mónica presente. ¿Qué era lo que había pasado? ¿De verdad su corazón le estaba estorbando? ¿Para qué?

No. Ya estaba pensando de más y esa sería una noche para festejar... una noche para festejar y nada le preocuparía... por ahora.
septiembre 03, 2012 | By: Sabrina Knight

Diferente

- ¡Señor Mondragón! - le gritaron a Zack casi en el oido. Zack despertó de un brinco y miró completamente pálido al profesor que estaba rojo del coraje. - ¡Salga de mi salón! - ordenó.
- Pero...
- ¡Salga! - ordenó con tanta furia en su voz que Zack sólo pudo tomar su mochila y su cuaderno antes de salir casi corriendo.

Apenas tocó el pasillo Zack se empezó a dar de golpes en la cabeza. ¿Dónde demonios estaban sus pensamientos? Era horrible porque se sentía perdido. Y lo estaba. No dejaba de pensar en el poema que escribiría a Nicole. Sabía que era una estupidez haber aceptado ayudar a Daniel de nuevo, y mucho más para seguir conquistando a Nicole.

Sin embargo había algo que le estaba empezando a preocupar más: la gente se estaba dando cuenta de lo distraído que era en realidad. ¿Y cómo no preocuparle ese hecho si ahora se sentía... vigilado? Antes podía estar en un cuarto, dormirse y nadie jamás se daba cuenta hasta que despertaba y se daba cuenta que lo habían olvidado. Le molestaba, por supuesto, pero estaba tan acostumbrado que ya había aprendido a vivir y aprovecharse de eso. ¿Por qué la gente se estaba dando cuenta de que estaba él ahí?

- ¡Zack! - gritaron por su espalda y él dio un brinco del susto - ¿estás bien?
- Romina... perdón, ando un poco... alterado.
- ¿Por qué? - Zack se encogió de hombros. Romina torció la boca y suspiró. Llevaba todo el día así y sin decirle nada a ella. No quería preocuparse, así que ignoró el hecho. - ¿Sabes qué me pasó hoy?
- ¿Qué? - pregunto Zack y ambos empezaron a caminar por los pasillos de la escuela.

Zack estaba consciente que los hechos habían cambiado. La gente empezaba a voltear a verlo, como si llevara una gran botarga luminosa y escandalosa que hiciera que todos voltearan curiosos a verlo. Se sentía extrañamente intimidado y cada paso procuraba pisar bien, era capaz de tropezar y conseguir que todos se burlaran de él.

¿Y si de nuevo era su locura? Seguramente. Lo más probable es que todos lo voltearan a ver porque Romina iba a su lado y ella siempre era el centro de atención. "Sí, es eso" se dijo para convencerse.

De nuevo le vino a la mente la carta que le escribiría a Nicole. ¿Pero qué le escribiría? Por un lado quería pedirle una disculpa por lo que pasó en la mañana, por otro lado tenía que sonar como Daniel y decir lo enamorado que estaba, pero él no estaba enamorado de ella ¿o si?

- ¿Cómo ves? - dijo Romina en voz alta, de frente suyo, mirándola bastante contenta.
- Maravilloso. - respondió sin saber qué decía.
- ¿En serio? ¿Entonces me quieres acompañar?
- Claro. - Sólo que no sabía a dónde.
- ¡Qué bien! Sabia que nadie más me hubiera querido llevar a mi primer día de stripper en la Zona Rosa.
- ¿Qué? ¿Qué dices? - preguntó confundido - ¿Stripper en la Zona Rosa?
- ¡Vaya! Al fin me pones atención - contestó con un desdén de sarcasmo - ¿Dónde demonios está tu cabeza Zack?
- ¿Por qué lo dices?
- ¿Qué no me escuchas? ¡Llevo no sé cuanto tiempo diciéndote lo que me pasó hoy y lo único que haces es ignorarme!
- ¿Pero porqué te vas a hacer stripper...?
- Zack... era puro sarcasmo e ironía. ¡Dios! - gritó molesta - Es increíble que ni siquiera pueda contar contigo. ¿Sabes qué? Mejor me voy antes de que pierda la paciencia y...
- No, espera Romina. Perdóname es que... no sé dónde está mi cabeza.
- ¿En serio? ¡Vaya, qué cosas!
- En serio, discúlpame. - Romina lo miró a los ojos, suspiró y se encogió de hombros.
- ¿Y qué puede ser tan importante para que estés así?
- Bueno, hoy hablé con Daniel. Parece que recordó que existo.
- Eso sí es una novedad - respondió con el mismo sarcasmo - ¿Y?
- Me pidió un favor y...
- ¿Un favor? - se detuvo - ¿Qué tipo de favor? No, no me digas. ¿Quiere que hagas otro ridículo como el que hizo en el teatro? Por favor dime que no, porque soy capaz de ir y decirle que cuando quiera hacer esa clase de idioteces que las haga él solo y...
- No tiene nada que ver con el teatro...
- Pero sí con su estúpida enamorada ¿no? - Zack asintió - Bueno, ¿qué te pidió?

De pronto Zack no supo qué contestar. ¿Le diría realmente que él le iba a tener que escribir una carta de amor a Nicole? Se pondría histérica, le reclamaría a Daniel y al final no tendría que hacer nada para Nicole. Por un lado eso sonó bastante tentador. Así se libraría de cualquier obligación y se tendría que olvidar de todo, pero...

- Quiere que piense a qué restaurante puede ir con su novia para poder sorprenderla. Creo que van a tener un aniversario, o no sé cómo se diga cuando cumplen meses de novios y...
- Y quiere que tú le hagas la reservación ¿no?
- Sí. - asintió. Romina suspiró muy molesta, trataba de controlarse, odiaba que su hermano ocupara a Zack para sus tonterías amorosas. - no sé, yo no conozco muchos restaurantes elegantes y pues me pareció que nuestra amistad podría regresar si lo ayudaba y...
- Tranquilo, te entiendo. - Zack se sorprendió - Te daré la tarjeta del mejor restaurante al que he ido. Daniel no lo conoce, pero estoy segura que eso controlará sus hormonas de post-adolescente estúpido.

Zack se sorprendió, no sabía qué responderle, y más porque había mentido. Comenzaba la culpabilidad.

- Ya con eso te va a dejar en paz. ¿Qué dices?
- Gracias Romina. - Sonrió. Ella también lo hizo, volteó a ambos lados del pasillo y sin que Zack lo esperara le dio un beso en los labios.
- Tengo una idea.
- ¿Cuál?
- Conozcamos el restaurante que te digo. Hoy tengo que celebrar.
- ¿Por qué?
- Sí me hubieras escuchado lo sabrías. Pero no importa, ahora que tengo tu atención te lo diré: me llegó un correo electrónico. - sacó su iPhone y le mostró - es una carta de la escuela de artes de Nueva York. Quieren hacerme una entrevista para estudiar actuación.
- ¿De verdad? - Romina asintió bastante feliz - ¡Felicidades Romina! Te lo mereces tanto.
- ¡Lo sé! - respondió sin un gramo de humildad - ¿Qué dices? ¿Vamos al restaurante a celebrar?
- Por supuesto. - Romina repitió el procedimiento de buscar a alguien por los pasillos y de nuevo le plantó un ligero beso a Zack.
- ¿Te parece si nos vemos a las 8? Pasas a mi casa y de ahí te llevo.
- Perfecto.
- Muy bien. - ahora sin mirar a ninguna parte le dio otro beso. - Te veo al rato. - Zack asintió. De pronto le vino a la cabeza un pensamiento. - Romina... - ella volteó - ¿Me ves diferente? - Romina asintió. - ¿Qué tengo de diferente?
- No lo sé. Es como si de pronto... no pudiera dejar de verte.

Zack sonrió, ella le mandó un beso de lejos y se encaminó en los pasillos.

El chico se le quedó mirando. Sabía que le había mentido a Romina, pero no se arrepentía, llevaba horas pensando en qué escribir y no perdería la oportunidad de llevarle un anónimo... en nombre de Daniel.

- Querida Nicole... - pensó en voz alta - no entiendo por qué y no quiero saber por qué, pero me traes loco. - asintió - sí, ese es un buen comienzo.

Suspiró sin dejar de pensar y se encaminó hacia el estacionamiento.
agosto 07, 2012 | By: Lizzye

Celebración

Los mejores tres meses de su vida iluminados por un sol. Así era como pensaba Daniel respecto a Nicole. Desde la primera vez que la vio supo que estaba enamorado, que existían las coincidencias y que esa mujer debía ser parte de su vida, como ahora mismo estaba pasando. No podía dejar de pensar en su musa todo el día. Odiaba el anocher por tener que separarse de su compañía amando así las mañanas que traían con eso el reflejo del sol en la mirada de Nicole que iluminaba todo.

Los entrenamientos de tenis habían pasado a segundo término. Consideraba a Nicole el mayor trofeo que podría obtener, además ella era su principal boleto para asegurar el triunfo. Querer resultar el número uno de los competidores ante sus ojos lo había hecho crecer en su deporte predilecto. Pasaba cada momento libre pensando en la táctica que usar para hacer que su amada estuviera cada día más enamorada.

Daniel se había levantado antes para preparar la sorpresa que le tenía preparada a su novia para la celebración de aniversario. Comenzó a llamar a su celular sin recibir contestación alguna. Tal vez lo había dejado en otro lado de la casa. Intento con el teléfono pero nada pasaba. El tiempo corría y Nicole no respondía, eso nunca había pasado, comenzaba a sentirse paranoico ante la idea de que algo anduviera mal. Volvió a intentarlo inútilmente mientras caminada de un lado a otro de la habitación. Había quedado de pasar por ella a las 8 creyéndola dormida espero más pero esto era demasiado jamás despertaba tan tarde. Necesitaba saber qué pasaba y el único modo era ir a verla. Se dio un baño apresurado, sin dejar de lado el ir impecable para ella. Tomó las cosas que necesitaría en el día y salió a toda velocidad. Eran más de las 11 de la mañana para cuando él se apareció por fin en su casa.

Llamó al timbre, tocó la puerta, intento con el celular pero nada. Ni siquiera había señales de la chica del aseo que a veces iba. Escucho un ruidito dentro.

-¡Quien sea, abran la puerta de una buena vez! Estoy desesperado, preocupado. Soy capaz de derribar todo si no me dejan pasar. Estoy angustiado. Voy a derribar la maldita puerta.
-¡Daniel, vete!
-¿Amor? Estás bien - dijo respirando por fin tranquilo -¡estaba tan desesperado!
-¡Lárgate!
-¿Te sientes bien? Abre la puerta para mirarte por favor.
- No voy a abrir la puerta.
- Nicole qué pasa.
-Déjame sola. Sólo eso quiero estar sola ¿es tanto pedir?
- Mira, abre la puerta me aseguro que estés bien y me voy.
- Mejor das media vuelta y te largas en este instante o hasta aquí la dejamos. - concluyó tajante - Terminamos y listo, no estoy de ánimos para pelear contigo.
- ¿Estas hablando en serio?
- Tan en serio como tu nombre Daniel de la Reguera.
- ¿Estás molesta por algo? ¿Te sientes mal? ¿Qué pasa pequeña?
- ¡Quiero estar sola! ¿Qué no entiendes?
- Puedo ayudarte.
- Daniel si no te largas ahora mismo...
- Me preocupas.

Nicole resopló fastidiada desde adentro.

- Estoy en mis días - inventó - a menos que sepas curar de alguna manera mágica los cólicos, si no te largas y ya sabes lo que pasa. - Volvió a suspirar tratando de tranquilizarse. Pensó en un plan - Me siento mal, en buen plan, necesito de tu comprensión y cariño y que te vayas. Déjame el tiempo necesario para que pase. Te quiero pero es necesario para mi esto.
- Me voy pero traeré el celular conmigo no importa el momento marcame. Sea lo que sea y vengo echo un rayo.
- Buen día. - lo despidió.
- Feliz aniversario, te amo y espero que te recuperes.

Daniel caminó despacio hacia su auto mirando la casa de Nicole. Estaba ausente, preocupado por su salud, esperando se repusiera pronto para verla y celebrar juntos un mes más. Cómo odiaba la naturaleza femenina que lo separaba de su amor.

Manejo rápido hasta el colegio. Ya era demasiado tarde cuando por fin dejo su auto aparcado. Se dirigió a su salón, necesitaba aunque sea tomar los apuntes o algo. Casi se estrella con Zack quien venia cabizbajo pensando en sus propios asuntos que tenían que ver exactamente con los mismos de que su amigo: Nicole. Ambos se sorprendieron al mirarse.

- ¡Zack! Hermano, ¿dónde te has metido? - preguntó Daniel dando un apretón de manos a Zack que estaba realmente sorprendido de su actitud
- ¿Dónde me he metido? He estado aquí todo el tiempo.
- ¿En serio? - Zack lo mal miró y Daniel supo que no mentía - Ok, yo sé que hemos andado alejados últimamente, pero bro, nunca vas a dejar de ser el mejor de todos mis amigos.
- Según yo eso estaba claro - reclamó ofendido.
- Y lo está, pero es que sabes que Nicole de verdad ha llegado a revolucionar mi vida, ha hecho que desee cosas que jamás creí posibles en mí. Me hace cada día un hombre mejor. No me gusta separarme ni un solo segundo de ella.
- Eso me queda clarísimo - dijo Zack en voz baja, Daniel no lo escuchó.
- ¿Sabes? Ahora mismo se armó un dramón. No la quería dejar sola, se sentía tan mal. En fin días de chicas. Romina se pone mucho peor.
-¿Se siente mal tu novia? - preguntó preocupado, al darse cuenta tomó una actitud sin importancia - ¿En serio?
- Sí, jamás había visto que le diera tan fuerte desde que la conozco.  Ni siquiera me quiso abrir la puerta. - apretó los labios bastante triste.

Zack, por otro lado se quedó pensativo. Él sabía que lo ponía mal lo que estaba sintiendo luego de bofetada que le dio Nicole, ¿Pero y ella? ¿Podría ser que ella estuviera igual o peor de confundida que él con lo que había pasado en los balcones ¿Y si de verdad se sentía mal?

-Me tuvo que amenazar para que dejara de tocar a su puerta. - continuó con su relato - Me dijo que si no me largaba, aunque me amara, hasta allí la íbamos a dejar porque se sentía demasiado mal como para encima tener que pelear conmigo. Espero que pronto se sienta mejor.
- Ante ese tipo de "situaciones" no puedes hacer nada.
- Eso es verdad, pero no me gusta dejarla sola.
- ¿Por qué no? La verdad es que hasta me aburren, parecen mueganos yendo pegado a todas partes.
- No lo podría explicar, - dijo sonriendo - pero no puedo dejar de mirarla de abrazarla de estrechar su perfección entre mis brazos, de olerla, de besarla.

Zack giró los ojos y suspiró fastidiado. Daniel sonrió satisfecho. Él era listo, perceptivo, por eso era tan bueno en tenis, tenía una intuición en adivinar las intensiones de sus rivales, saber dónde iba la pelota era justo  una de sus mayores virtudes.

Daniel sabía las intensiones de Zack. No necesitaba que hablara, se lo confesara, lo conocía mejor nadie. Tampoco es que supiera todo lo que Zack pensaba, pero se había dado cuenta que él odiaba justo los momentos en que estaba junto a Nicole. Ignoraba las conversaciones en donde él era inmensamente feliz con la mujer de sus sueños. En pocas palabras, Daniel sabía que Zack estaba celoso, lo admitiera o no.

Lo que había dicho Nicole a Zack era cierto. Ella le había insistido que conviviera de nuevo con Zack, que fueran amigos de nuevo, pero Daniel se había negado con cualquier pretexto. No iba a dejar sola a Nicole, no iba a permitir que otro se acercara a ella.

Ni siquiera Zack.

- Ya es hora de clase, te veo allá. - se dio la media vuelta para continuar el camino en que estaba.
- No, espera. - Daniel lo tomó del hombro - Te quiero pedir un favor.
- No voy a ir a apartar el teatro para que le hagas otro número romántico a Nicole.
- No, no es eso. Aunque no es mala idea, eso ya lo vio - Zack de nuevo giró los ojos, Daniel disfrutó del momento.
- Es otra cosa: quiero que me ayudes a escribirle un poema a mi novia - hizo énfasis en lo ultimo - Por favor, sabes que soy malo para los poemas y esas cosas. He querido cantarle otra canción, pero temo que se pueda hartar de mi repertorio.
- ¿Y qué te hace pensar que yo puedo escribirle un poema a "tu novia"?
- Eres mejor que yo, admítelo.
- Estás loco, yo no...
- Por favor Zack. ¡ Piénsalo! Puedo convertirme en tu esclavo, te ayudo con mi hermana si quieres, pero es que esas cosas cursis no me salen tan bien como a ti.  - Atrapó a Zack para mirarlo justo frente de él - A nadie más puedo pedirle ese favor. Eres en el único que confío...

Zack cambió de lado la mirada tratando de zafarse del chantaje.

- Vamos hermano, ayúdame. ¿Qué dices?

La disculpa

Para Zack ese fue el sueño más reparador que había tenido en varios meses. No soñó con nada y eso le hizo el mejor sueño de todos. Estaba harto de soñar tanto. No descansaba en la escuela, en su casa, ni siquiera al dormir.

Lo más curioso es que había despertado y aun no eran las seis de la mañana. Se estiró y miró el techo blanco. Probablemente lo que necesitaba era dormir más. Se dio la vuelta y lo intentó, cerró los ojos, pero ya no conciliaba el sueño. Quizá sólo necesitaba esas pocas horas y no más.

Se levantó de la cama y miró la ventana. ¡Qué curioso! Después de decir esas indescifrables palabras dejó de sentir la mirada. Probablemente tendría que hacerlo más veces para dormir mejor. Se acercó y abrió la ventana para tomar aire fresco, pero en ese momento escuchó el leve susurro de su vecina que lo hizo brincar hasta tocarse el pecho. Había dormido tan bien que había olvidado a Nicole.

- ¿Pero quién tenemos aquí? La bruja roba amigos. - dijo sin pena. Era lo que él pensaba y al fin estaba ahí para poder decírselo. Notó que ella sonrió, pero no supo si fue con sarcasmo o no.
- Zack, necesitamos hablar.
- ¿Hablar? - Preguntó - ¿hablar de qué? - Nicole frunció el ceño, era obvio que los dos no hablaban de lo mismo y eso la decepcionaba.
-¿Cómo que de qué? Creí que lo sabías, que te pasaba igual que a mi…
- ¿Que me pasaba igual que a ti? - Zack frunció el ceño, en realidad él tampoco sabía exactamente qué pasaba - ¿A qué te refieres? - torció la boca.
-Es obvio, me preocupa Daniel - resopló para darle dramatismo al asunto - Aunque no lo diga sé que extraña pasar el tiempo a tu lado. Siempre estaban juntos. La verdad yo quiero lo que toda buena novia quiere, que Dan sea el chico más feliz del mundo y para eso le falta su mejor amigo.

Zack trató de mirarla a los ojos, pero ella rápidamente se ocultó. Bueno, él no quería hablar de eso, en realidad no quería hablar de nada. Evitar las cosas era uno de sus mejores dones, además de ser invisible. Pero sí se sentía bastante resentido con ella.

- ¿Así que te preocupa eso? ¿En serio? No lo parece. Siempre estás con él de un lado a otro y jamás lo dejas solo. Eso no demuestra una gran preocupación para que "Tu novio" esté con sus amigos. - reclamó.
- Estás diciendo verdades absolutas, siempre está conmigo - alzó la mirada - he tratado de convencerle que debe de pasar tiempo con ustedes porque no quiero terminar siendo la bruja del cuento. Pero creo que el teme herir mi susceptibilidad.

Sin embargo, a pesar de lo que decía, Nicole se sentía perdida, en un lugar muy lejano donde sus pensamientos flotaban a veces, en el que ella sabía exactamente como se sentía estar sola. No podía olvidar las imágenes de Zack y Romina juntos, pero sabía que no era sólo eso, a ella le dolía verlo sólo, distraído, escondido entre las sombras sin recibir si quiera una mirada de alguien. Era como recordar sus peores pesadillas.

- ¿Tratas de convencerlo en pasar más tiempo con nosotros?- repitió molesto, sabía que eso no era verdad - Pues no parece ¿Sabes? pareces más la bruja que...
- ¡Lo siento Zack! - dijo interrumpiéndolo. Zack se quedó callado. Generalmente sólo necesitaba de unas palabras para empezar a hablar de más y si estaba molesto más, ¡Y vaya que con Nicole estaba enojado! Pero no se esperaba que dijera eso...

De pronto los dos se quedaron en un silencio absoluto. Ninguno de los dos decía nada. Zack no dejaba de verla, entre perdida en sus pensamientos. Nicole al fin volteó a verlo, confundida. No podía con sus propias pesadillas entre Zack y Romina, no sabía controlarlas, y menos frente a él.

- ¿Por qué te disculpas? - preguntó. Nicole lo miró entre molesta, bastante le había costado decir algo así como para que todavía la cuestionaran. - ¿Qué es lo que quieres de mi? ¡Eres tan... rara!

Sus palabras la molestaron, la hicieron sentir un nudo inmenso en la garganta acompañado de frustración, ganas de llorar y también de abofetearlo por idiota. Nicole lo estaba intentándolo y él no lo entendía. Nunca antes había dicho un "lo siento", no desde que se había convertido

-¡Claro! ¿Ahora la rara soy yo no? Tú eres el que piensa de una manera rara, difícil de descifrar y yo…- se mordió la lengua para no decir más.
- Espera, espera, espera... - trató de tranquilizarla. - Yo no pienso de ninguna manera rara. Tú eres la que desde el principio ha sido extraña. - la señaló - Tú eres la que no deja de actuar. Desde el principio te has convertido en alguien que no me deja en paz. ¡Y no digas que yo te he hecho algo porque no es verdad! - la interrumpió ante su reacción. Suspiró asintiendo para él mismo. - Romina tiene tanta razón...
- ¡ROMINA! ¡ROMINA! ¡ROMINA! Claro, nadie más te podía dar tan malas referencias de mí como ella que me odia. Si de actuar se trata el día que te des cuenta de la verdad y de quien es la gran actriz del acto ese día te vas a arrepentir de tantas cosas. Además no estamos hablando de ella, me tiene sin cuidado lo que diga. ¡LOS ÚNICOS QUE IMPORTAN EN ESTA PLATICA SOMOS TU Y YO! - Se detuvo al darse cuenta de lo que había dicho.
- ¡Cálmate! - le dijo en el momento que se dio cuenta que ella estaba perdiendo las casillas - ¡Ella no te odia! - mintió, sabía muy bien cuanto Romina odiaba a Nicole - Y no se trata de eso. No se trata de Romina o si tú la odias o lo que ambas dicen. - Nicole tenía la respiración agitada, el color subido y el coraje entre los dientes - ¡Tú te dedicas a estar todo el día con Daniel y jamás lo dejas solo. ¿Qué quieres? ¿Que nadie te lo quite?
- ¿Qué no me estás escuchando? - gritó molesta.
- Claro que te escucho...
- ¿Entonces por qué no entiendes lo que digo?
- ¿Qué quieres que te entienda?
- ¡Yo no te estoy quitando a nadie! ¡Yo no quiero quitarte nada! ¿Escuchas bien? ¡NADA! - gritó exasperada - Lo único que quiero es que escuches lo que digo.
- ¿Pues qué quieres? ¡Anda! Dímelo y ya.
-¡NO QUIERO SEGUIR COMO ESTAMOS! - Zack se quedó frío - Sólo quiero que hablemos. Quiero que nos llevemos bien. ¡Estoy cansada y fastidiada de esta situación!Jamás me había pasado algo como esto. - tuvo que apretar los puños, no iba a parar de hablar ahora que había tenido la oportunidad. Aunque empezó a contener la calma. - Entiende que si estoy hablando aquí contigo, tratando de arreglar todo es porque me preocupas. Te veo caminando solo por la escuela, te veo en el parque solo, te veo en la biblioteca solo, en teatro solo. No quiero que te sigas sintiendo así. Porque aunque parezca que te vale sé que no es así como se lo horrible que es vivir aislado de todo y todos.

Zack quedó inmovil. El estómago se empezó a agitar como si estuviera en la punta más alta de la montaña rusa. Sus labios se secaron, tragar le costaba trabajo.

Miró a Nicole, parecía vulnerable, sincera, como jamás la había visto, ni siquiera con Daniel.

- Quieres hablar, hablemos... - ella levantó la mirada sorprendida - yo también estoy harto de todo esto. Ya estoy harto. - Nicole sonrió, pero Zack no - Pero tampoco necesito que sientas lástima por mi. - Nicole desapareció su sonrisa, por supuesto que no era eso lo que ella quería decir. - No quiero que sientas lástima por mi. Por eso no existo, para que nadie me vea. Por eso soy invisible ¿Entiendes?
- ¡Tú no escuchas!
- ¡No, tú escuchame a mi! Si quieres estar siempre con Daniel, perfecto. Pero no te atrevas a sentir lástima por mi. ¿Me entendiste? ¡NUNCA!
- ¡Eres un imbécil!
- ¡Y tú eres una bruja!

Nicole deseaba que él dejará de hablar, que la escuchará como había prometido, pero lo que más deseaba era que la misma tierra se tragara todo lo que estaba sintiendo en este instante, frustración rabia, locura, ganas inmensas de destrozar, de beber sangre humana hasta hartarse. De dejar salir su naturaleza y acabar con él, pero lo único que de verdad sentía ahora era algo que se quebraba en su interior, que sin razón alguna dolía y que provocaba esto.

-Es una preocupación tonta de mi parte ¡No necesitas nada de nadie! Eres dependiente, inteligente, soñador, cursi, siempre escondido bajo las faldas de tu amiguita porque ya no tienes a Daniel para seguir haciéndolo. Para que te den un poquito de todo lo que no vas a tener por ser tan cobarde. Y ese, Zacarías, es de tus peores problemas: tu maldita cobardía sumado a que eres el ser más imbécil del planeta tierra. No, de hecho la mujer más imbécil soy yo por preocuparme por un patético como tú que le gusta arrastrarse entre las sombras para que nadie note lo insignificante que puede llegar a ser. – Nicole estaba perdida entre la furia, ya no hablaba, daba gritos, gritos de furia, de coraje que estaban asustando a Zack - La única idiota soy yo, porque nadie me importa y de la nada simplemente llegaste a frustrar mi vida “feliz”. ¡Maldito el día en que decidí venir a la ciudad de México! Estando aquí me he vuelto débil como jamás había sido. Ni siquiera tienes los pantalones de salir de tus sombras para que todos te miren, no podrías ser más que un remedo de hombre porque hasta una mujer se defendería de una mejor manera a como lo haces.

Zack escuchó todo, rápidamente había olvidado el miedo y sintió una rabia trabada en su pecho, trató por todos los medio en calmarse, pero no podía, sus uñas ya estaban atravesando la piel de la palma de sus manos.

- Yo jamás te pedí que te preocuparas por mi. - dijo apretando los dientes - Yo no te he pedido nada, ni que vinieras, que me cuides, que te sintieras así. Dime lo que quieras, cómo quieras, que soy un cobarde, porque lo soy y lo sabes. ¿Tienes a Daniel, no? Él es el ejemplo de lo que todo un hombre debe de ser. ¿no es así? Entonces sé feliz con él y a mi... - se tomó del borde del balcón, acercandose peligrosamente, como si intentara llegar al balcón de ella. - a mí dejame en paz.

Nicole lo cacheteó.

Zack se quedó congelado. Toda la sangre que hervía se congeló en sólo un toque. Nicole seguía con la mirada furiosa, pero también estaba bastante confundida. Zack tocó su mejilla y se hizo para atrás. Los dos se quedaron de piedra, ninguno parecía querer moverse. Se miraron a los ojos, esos ojos que parecían ya conocerse tan bien y que de pronto, en esa mirada se conocieron por primera vez.

Los ojos de Nicole, sus ojos ya los había mirado antes, su cabello, la agitación de su respiración, esa furia que explotaba de su alma, ese olor, toda ella era algo que Zack ya había vivido. A Nicole le pasaba lo mismo, era como ver a Zack y saber que ya lo había visto antes.

De pronto los dos se encontraban perdidos en el mismo pensamiento. No estaban ahí, se encontraban lejos, frente a un lago, parados, uno frente al otro tratando de entender por qué se habían peleado. Él seguía tocándose el rostro y ella estaba roja, envuelta en llanto. Él quería tomarla de la mano, pedirle perdón, suplicarle que volviera esa sonrisa al rostro, odiaba verla llorar y sabía que había sido su culpa. Dio un paso estirando la mano tratando de alcanzar su bello rostro, pero tambaleó y ella también.

- ¡Zack! ¡Ya es tarde! - ambos reaccionaron. Zack estaba a punto de caer de su balcón tratando de alcanzar a Nicole que tampoco había entendido nada de lo que pasaba. Ya había amanecido del todo y estaban de vuelta en la ciudad.

De nuevo quedaron mudos, interrumpidos únicamente por el grito de la tía de Zack que los seguía regresando a la realidad. Zack dio pasos atrás, alejándose de ella. ¿Qué era lo que le pasaba? Cuando Nicole se dio cuenta que Zack se alejaba fue como toda su furia volvió a ella.

- ¡Eres un idiota! - le gritó e inmediatamente entró a su casa y azotó las ventanas.
- Espera, yo...
- ¿Zack? - Su tía abrió la puerta y lo miró en su balcón - ¿Zack? ¿Qué pasó?
- Yo... - trató de buscar las palabras, pero no las encontró - No lo sé.
- ¿Estás bien, mi vida? - su tía se acercó y le puso la mano en la frente. - ¡Qué frío hace! ¿Cuanto tiempo llevas afuera?
- No sé, unos minutos... ¿Qué hora es?
- Casi las diez de la mañana.
- ¿Qué? - gritó asustado - ¡Es tardísimo! ¿Cómo pasó el tiempo tan rápido?
- Yo pensé que ya hasta te habías ido - la tía se encogió de hombros - no me di cuenta. Ahora, apúrate porque ya es muy tarde para tu escuela. - su tía sonrió, cerró la ventana de su balcón y le dio un beso en la frente.

La tía de Zack salió de su cuarto y Zack se sentó en su cama. ¿Cómo habían pasado tantas horas discutiendo con Nicole? ¿Realmente había sido eso? Esa visión ¿había sido un sueño, una alucinación, la demencia estaba terminando con él?

Miró el reloj, dieron las diez en punto. En su celular había ya cinco mensajes de Romina más llamadas perdidas de ella. Miró la ventana de su balcón y suspiró. ¡Todo eso era una locura! ¿Y él? Él estaba loco.

El celular volvió a sonar con un mensaje de Romina:

"¿Dónde estás? ¿Vas a venir a la escuela? Tengo muchas ganas de verte, por favor avísame cualquier cosa. Un beso"

Miró la ventana y sonrió. A fin de cuentas era su locura y no necesitaba que nadie, ni él mismo se entendiera. Dejó el celular en la cama sin contestarle a Romina. ¡Basta! Necesitaba un momento para él, no necesitaba pensar en Romina...

Pero no dejaba de pensar en Nicole.
agosto 02, 2012 | By: Lizzye

Su mirada

El color de su piel, su aroma, sus grandes ojos luminosos, sus labios besables, su complexión atletica, carisma, manera de pensar, de actuar, todo en él es perfección. Daniel es tan apuesto que nadie puede resistirse a sus encantos. Es uno de los mejores novios que he tenido en mi no tan larga eternidad y sin embargo los tres meses que llevamos de noviazgo se me han hecho eternos…

Me encanta que seamos la pareja más encantadora del cole, los más admirados. Todo mundo posa sus miradas apenas nos ven entrar. Seguramente es divertido ver a los protagonicos de una “telenoleva” o “un cuento de hadas” como ellos nos ven insmicuidos en una historia de amor.

Cierto es que en este tiempo he llegado a encariñarme con él, es gracioso y extrovertido, de hecho casi a diario me sorprende con algo nuevo para alegrarme. Siento que de ser en otros tiempos, en otro lugar habría logrado conquistarme hace tanto; el problema de todo radica en su horrible sombra. Ese Zack le quita todo el entusiasmo a mi relación con su amigo. Me siento desquiciada apenas lo veo aparecerse.

Todo empeoró el día que Daniel y yo comenzamos a andar. Zack y la tal Romina, la dramatica chica que se siente el centro del sistema solar, que camina contoneandose para cautivar personas, ella junto con su amigo han empañado en gran medida todo. No soporto verlos juntos. Fastidian sólo de notar que comparten una mirada, un cuchicheo ¿Por qué esa tipa se merece más de un segundo de tu atención y yo ni uno? ¿Por qué ella merece que la mires y yo ser la ignorada del asunto? No es más inteligente, ni mas bella, ni mucho menos, el punto aquí es que ella SE DA con facilidad y yo... YO NO QUIERO DAR, ni le daré nada de atención a ese chico, estoy pensando sólo estupideces, comienzo a creer que necesito un terapeuta.

Necesito sacar todo lo que siento dentro la frustración de no saber que lo hace tan enigmático ante mis ojos. Es un humano cualquiera; no, no, no, mucho menos que cualquiera. No es agradable, es simplón, flacucho y sin embargo ese estúpido me tiene envuelta hasta las narices en querer descubrirle.

Tengo ganas de patearlo para ver si así su cerebro funciona bien y me permite mirar que hay dentro. No creo que tenga gran ciencia, me refiero a que no es el hombre más inteligente en la faz de la tierra eso se ve a leguas, sólo tiene un modo extraño de actuar lo que contribuye a que nadie le haga caso. Si supiera que lo ocasiona, tal vez perdería el sentido estar allí y no le prestaría atención de nuevo y volvería a dormir en paz. Estaría con Daniel que tanto se esfuerza…

Luego están sus gustos horripilantes con respecto a la tal Romina. Si imagináramos la existencia de un mundo paralelo en el que yo fuera una humana simple y sencilla valdría más que esa chica sin sentimientos que pasa como la mártir del colegio. ¡ZACK! Con ganas de darle unas bofetadas a ver si así mira y deja de poner en un pedestal a la mujer que no lo vale. Cualquier persona, cosa hasta animal en el universo que no sea esa chica, ¡CUALQUIERA! Desde siempre he creído que hay algo mal en ella que me hace repelerla, aunque sería mejor que le untara a él un poco de ese repelente mio para que la chica esa se aleje para siempre de él.

Y aquí estoy en este instante mirando de reojo atraves de su ventana, la única manera en que me atrevo a verlo. Es mi único pretexto para no ser descubierta aunque en los cambios de clase cuando me lo topo en los pasillos me es inevitable mirarle, saber cómo se siente, si tiene dibujados los ojos con esas grandes ojeras de insomnio, al parecer él también piensa en demasiadas cosas ultimamente, su cansancio lo denota, sus pasos se han vuelto lentos. Tal vez sea que extraña a su amigo, que no me deja a sol y sombra, a veces lo sorprendo mirandome de reojo, me acerco a Dan con la intensión de ver si provoco algo en él pero nada, de nada. No creo que el asunto sea otra cosa que el odio por quitarle a Daniel.

Noventa noches para ser exactos hoy sin poder conciliar con exactitud el sueño. Llevo perfectamente la cuenta porque mi “adorado” novio llegó a la escuela con un ridículo cartel que decía: "Gracias por los 90 mejores días de mi existencia" patético que esté tan clavado como para contar cada día. El punto es que desde esa noche miro de reojo atraves de su ventana, siento mayor tranquilidad con sólo observar la sobra tras las cortinas tratando de toparse con mi mirada, pero nunca ha podido conseguirlo, demasiado rápido para su velocidad es mi andar.

Cierra las cortinas despues de tratar de descubrirme una vez mas. Yo dispuesta a contemplar sus sombras mientras descansa e intento nuevamente acceder a sus pensamientos. Aunque algo raro pasa está noche, intento hacer el mismo ritual, para mirar y nada, las cortinas no se corren. Algo debió hacer. Tal vez descubrio mi truco. Por favor eso no podia pasar pero si es cierto que hizo algo en mi contra. Molesta aviento las almohadas al piso echandome a la cama.

No sé cuantas vueltas tuve que dar en la cama antes de darme por vencida y levantarme. Me sentía fatal, no había descansado nada. Si no fuera vampiresa mi aspecto estaría como él de mi propio vecino. Agradecía en estos casos que mi perfección jamás pasaba por tonterías adolescentes, lo que si era que mi carácter empeoraba un poquitín.

Harta decidí salir al balcón a mirar la luna y las estrellas para ver si con eso lograba un poco del consuelo que ahora mismo necesitaba. Esperaba que el viento que soplaba en mis oidos me espabullera las malas ideas, para darle la libertad de dormir a pierna suelta, dejando la necesidad de verle dormir.

Estaba apunto de hacer algo en contra de mi misma, si no puedes con el enemigo unetele. Tal vez eso me ayudara a mantener la paz, ayudara al mismo Zack a recuperar a su amigo aunque al final era lo que menos me importaba, sólo necesitaba sosiego para mi. Estuve cabulando sin darme cuenta del tiempo, el sol estaba apunto de salir y la ventana de su balcón se abrió de golpe sin darme chance de fugarme. Por primera vez me sorprendió allí. Lo bueno era que miraba al horizonte.

- Hi!- dije sentada. Casi pude ver el brinco del susto que pegó al escuchar mi susurro. Traté de parecer disimulada de lo que hacia, para que creyera no le ponia tanta importancia a sus reacciones.
- ¡Me asustaste! - Se tocó el pecho - ¿Pero quién tenemos aquí? La bruja roba amigos.

Me atreví a mirarlo a los ojos. El mal aspecto de las noches sin dormir se esfumo. Estaba despeinado y adormilado, pero descansado. A diferencia mía la noche durmiendo le había sentado bien, aun tenía en el contorno de sus ojeras, sin embargo ya no se veía tan desquisiado como ahora yo misma me sentía.

Nuestras miradas se conectaron por un instante, algo paso al verlo, ese brillo diamantado de sus ojos, la tranquilidad que tanto había estado buscando las últimas semanas llegó de golpe a mi ser. Sonreí sin poder evitarlo.

– Zack, necesitamos hablar.
julio 25, 2012 | By: Sabrina Knight

Locura

Efectivamente Zack recibió el mensaje en la madrugada. Una parte de él ya lo esperaba, su conexión con Romina había aumentado en los últimos meses. A partir del momento en que Daniel y Nicole se habían hecho novios, hace tres meses. Tres atormentadores meses.

No sabía qué pasaba o porqué estaban sucediendo las cosas de esa forma. Desde hacía tres meses no podía conciliar el sueño, no podía disfrutar de una siesta, ni siquiera había dormido en clases. Tenía unas ojeras que lo hacían verse más pálido, demacrado. Claro, la única que lo notó fue Romina, Zack seguía siendo invisible para todos los demás, hasta ahora para Daniel.

Parecía un hechizo, o quizás era que estaba muy enamorado de Nicole, pero Zack desapareció para Daniel tal y como desaparecía de los demás. ¿Y qué decir de Nicole? Parecía que ella cada vez que lo veía se acercaba más a Daniel, como si quisiera encelarlo. Y lo lograba.

Era todo muy confuso, los sueños le habían regresado, pero cada vez entendía menos. ¿Quienes eran todas esas personas que veía? ¿Quienes eran esas mujeres que siempre estaban a su lado? ¿Por qué su corazón se sentía confundido y con dolor cada vez que despertaba?

- Creo que es hora de ir al psiquiátrico. - asintió dándose la razón. Ya no encontraba otra explicación: estaba loco.

Dio vuelta en su cama mirando la pared. Cerró los ojos tratando de dormir y... se levantó de golpe. Esa mirada, de nuevo sentía esa mirada sobre él. Se paró de la cama y abrió la ventana. Nada. El cuarto de Nicole estaba oscuro. No había nadie. Nunca había nadie.

Desde su balcón levantó los brazos y las ráfagas de aire comenzaron a azotar los arboles y los cables de luz. ¡Estaba furioso! Lo único que pedía era entender su angustia, todo eso que sentía, que vivía.

Respiró controlándose y al mismo tiempo el viento lo hizo. Entró a su cuarto y se sentó en su cama con la mirada en el piso. Otra cosa en él había cambiado también sin explicación.

Miró sus manos, podía sentir energía corriendo en todo su cuerpo. Ya no era sólo hacer la tarea  sin esfuerzo, ya podía pedir, podía mover, podía cambiar. Era como si tuviera magia en su interior.

¡Era una estupidez! ¡Claro que lo era! ¿Cómo podía estar creyendo él que existía la magia? Era como si existieran también los vampiros, los hombres lobos y las brujas. Y la única bruja hasta ese momento era Nicole por quitarle a su amigo.

Se rió de su misma referencia y después de convencerse de lo loco que estaba se volvió a acostar. Cerró los ojos y los volvió a abrir. Se le ocurrió una loca idea. ¡Pues si ya estaba loco, podía hacer cosas de loco! Levantó la mano hacia su ventana, ese lugar de donde siempre sentía la mirada que no lo dejaba dormir. Pidió una protección, que nada extraño o paranormal se pudiera quedar ahí esa noche. De sus labios salieron una palabras que no tenía idea qué significaban. Apenas las terminó de pronunciar se sintió aliviado, suspiró y se recostó bastante tranquilo.

Se estiró y se dispuso de disfrutar de ese sueño que tanto le hacía falta. A los dos minutos ya estaba durmiendo como hace meses no lo hacía. Olvidándose de sus sueños, de sus angustias, preocupaciones y su locura.

Desgraciadamente, aquella persona que sólo lo podía ver dormir ya no pudo hacerlo. La repelía esa poderosa energía que cubría su ventana. Así que resignada Nicole regresó a su cuarto a contemplar aquella noche estrellada que pronto terminaría.

Amenaza.

Romina abrió los ojos exaltada, se levantó casi sin aire. Por primera vez tuvo ese sueño, esa larga explicación que encajaba perfectamente con el sueño en que moría. Era extraño, este sueño le revelaba que había olvidado todo lo que ella podía recordar. Y ahora ella podía recordar más de quien había sido en esa vida pasada.

Miró su cuadro y suspiró. Ese había sido el último amanecer que había mirado como un ser humano, ¿pero y todo lo demás que recordaba en ese último sueño? Veía día, veía noche, veía rostros, tenía sentimientos. Todo eso que tenía en una vida pasada había sido muy diferente a lo que ella misma imaginaba.

¿Por qué ahora? ¿Por qué su mente se abrió justo la noche? ¿Tenía algo más especial que todas las otras noches?

Se recostó y cerró los ojos tratando de ver un poco más de ese ser que fue. Oscuridad. Probablemente en otra situación disfrutaría de esa oscuridad, de esos recuerdos, pero una fuerte preocupación le estaba invadiendo el pecho.

Tomó su celular y empezó a escribir el mensaje:

"Hola ¿Cómo estás? Espero no despertarte, pero quiero decirte que me gustaría que estuvieras aquí"


Miró el mensaje y se rió de ella misma. ¡Qué estupidez había escrito! Parecía un mensaje de una persona desesperada y ella, por supuesto no lo era. Aunque...

En todos esos meses que habían pasado él era en la única persona que confiaba. Él siempre estaba con ella, le hablaba, la apoyaba. ¿Por qué Zack se había vuelto tan indispensable?

Era obvio. Desde que Daniel se había hecho novio de Nicole las cosas habían cambiado. Para la gente Romina seguía siendo la misma, segura, bella, la estelar de la obra, la chica popular, pero para ella misma entró un nerviosismo y una opresión en el pecho que no podía controlar. Sentía la amenaza, sabía que de alguna forma esa mujer era más de lo que decía, más de lo que hacía.

Zack había perdido a su mejor amigo. Esa mujer no soltaba a Daniel ni a sol ni a sombra, o al revés, nadie lo sabía a ciencia cierta. Al principio recurría a la soledad, pero al notar cambios en Romina se acercó a ella. Zack sentía la necesidad de estar cerca de ella. Más allá de siempre haber estado enamorado de ella, sentía un deja vú y la obligación de hacerlo.

Ninguno decía nada, pero ambos se sentían amenazados. Aunque ambos de diferente forma; por un lado Romina sentía que perdía poder. Zack sentía que perdía a Nicole.

Romina dejó de contemplar el mensaje y finalmente lo envió. Cerró los ojos y se enrolló en sus cobijas.

Inmediatamente sonó el celular y Romina abrió el mensaje de Zack:

"Siempre estoy a lado tuyo."


Romina sonrió para si misma. Ese mensaje la reconfortó, la hizo sentirse bien. Suspiró fuertemente y cerró los ojos tratando de sentir el abrazo lejano de Zack.

Cayó en un profundo sueño del cual no recordaría nada.

Capítulo 7. Mónica

Había olvidado cuántos años tenía, había olvidado su infancia, dónde había nacido y crecido, no recordaba quienes eran sus padres. Sin embargo, jamás podría olvidar un rostro, su rostro. Era demasiado perfecto, demasiado hermoso.


Mónica; única, perfecta. La misma a través de los siglos. Poseía la misma sed de un hombres en un desierto. Pero su sed era diferente, la forma de calmarla también lo era. Al principio ella se llegó a considerar un monstruo, un ser despreciable, alguien que no merecía vivir, al menos no así. Curiosamente, al momento en que sus labios tocaban la carne y su garganta disfrutaba de aquella cálida bebida, ella olvidaba todo, dejaba de ser bestia, dejaba de ser un monstruo. Al final olvidó sus propios prejuicios y empezó a disfrutar lo que para ella era necesario para vivir.


Tampoco recordaba porqué vivía así, como ese ser que no dormía, ese ser que se alejaba de los animales que intuían su situación.


Mónica sabía lo diferente que era, eso la alegraba. No necesitaba nada más que ella por toda la eternidad. No necesitaba más que amarse a ella misma, congraciarse a ella misma, incluso sabía que todo lo merecía, se lo había ganado con todos esos años de vida que tenía.


Le gustaba jugar con las personas, era de hecho su juego favorito. Las personas daban todo por ella y ella recibía todo, los favores, el dinero, las pieles, las telas, las joyas, las propiedades, incluso su sangre.


La última persona que había decidido sería suyo era un hombre rico, sabio, con la galanura adecuada para ella. Lo había mirado en día en la feria del pueblo y ahí mismo decidió quedarse con él. Lo investigó muy tibiamente y supo que su único problema era la escuálida mujer con quien estaba casado, así que sin ningún miramiento, esa misma noche la descuartizó e hizo que su cuerpo pareciera piezas de carne esparcidas por el campo. Le dio al hombre un día de viudez y empezó su propio plan.


No era difícil conquistar a un hombre, de hecho sólo se postró frente a él y lo hizo suyo. No había nadie que se resistiera a ella ni a ninguno de sus encantos. Se casaron de inmediato y todo, como siempre, funcionaba a sus deseos. El hombre la adoraba, le daba todo y dio la espalda a todo aquello que a ella le estorbara. Eso incluyó a sus tres hijos.


El hijo mayor fue también una diversión para Mónica. Lo conquistó al mismo tiempo que su padre. Era joven, vigoroso, guapo, valiente como pocos, un sujeto que daría la vida por el ser amado. Mónica sabía que podía serle útil en el momento que se cansara de su padre.


El siguiente hijo era más precavido y ensimismado. Demasiado calculador y poco impresionable. Mónica decidió dejarlo vivo hasta que un día él le declaró la guerra, levantando sospechas y tratando de poner a su padre en su contra. Ese hijo murió en manos de su hermano que no soportó la idea del injurio hacia su madrastra.


La última era una pequeña niña. Inocente, delicada, hermosa. Justo a quien ella podría dejar un legado. La niña era amable con ella, la respetaba, la veía como esa figura materna que le fue arrebatada. Mónica vio en ella el futuro de su estirpe. La dejó vivir varios años, la dejó crecer, ser feliz, para que cuando le preguntaran lo mismo que ella quería saber de su pasado Mónica lo supiera.


Los planes y la vida de Mónica llegó a un momento de estabilidad y felicidad que ella misma no podía creer. No necesitaba más, por primera vez se sentía plena y satisfecha con la vida que había planeado para ella.


Pero apareció él.


Era un joven que ocultaba más de lo que decía. Pálido, flacucho, débil, sin ninguna gracia física que lo destacara de los demás. Eso no le importaba a ella, tenía demasiada vida, demasiada experiencia para saber que lo que ella veía de la gente era más que un caparazón.


Ese hombre era más de lo que los demás veían. Ese hombre era tan extraño que no cayó en sus encantos, no la miró con deseo, al menos no con el deseo que miran los hombres comunes. Él era tan extraordinario que Mónica no podía contra sus instintos, contra sentimientos que no conocía.


Pero aquel hombre sería su obsesión, su perdición y aquel que terminaría con el resto de sus días... al menos de esa vida.
enero 10, 2012 | By: Lizzye

Why not?

Dejé de mirar a Zac sin entender nada. El inútil no era el culpable de lo que fuera que había presentado. Algo dentro de mí se sintió raro. Debí leer la mente de alguien de los que estaban allí para evitarme sorpresas, ser la protagónica de tonteras de escenitas cursis…
Por un momento el contorno se esfumo. El auditorio se convirtió en un show espectacular de los que dan estrellas de talla internacional; la melodía, el piano, el público tarareando y aplaudiendo, la banda, los aplausos, los suspiros de las demás, su voz… Daniel se estaba esforzando tanto, convirtiéndome en la protagónica de su espectáculo, eso nos convertiría en la mejor pareja de la escuela, seríamos los más anhelados, la perfección, miradas fijas en nosotros… podría acostumbrarme a ser el centro de atención y Daniel era el chico más guapo de todo el colegio. Afortunado, valiente, inteligente deportista, de paso le jodería la existencia a su adorada hermana que tanto me odiaba. Nada más podía pedir.

Bernardo trato de detenerme cuando miró mis intensiones, una mirada asesina fue suficiente para obligarle a no atreverse a tocarme. Un humano decidiendo sobre mi vida ¡sobre mi cadáver! Ni él ni ninguno otro nunca. Bernardo no significaba, ni significaría nada más que una fuente de alimento, cuando las buenas reservas estuvieran terminando lo tomaría. Y bueno esta fuente ante mis ojos no era ya funcional teniendo una mejor delante.

Me levanté con rumbo hacia el escenario. Caminé por el pasillo ascendiendo las escaleras. No se veía al inútil por ningún lado, en alguna parte del show debí perderle de vista. Un instante creí que me confesaría su amor secreto, aceptaría para por fin descubrir que escondían de mí las dos neuronas que tenía… me había equivocado en fin, no era que importara ahora, ni nunca, lo descubriría luego, un día que no tuviera una escena que presentar, una obra, eso era este espectáculo.

Me coloqué enfrente de él mirándola seria, para que no descubriera nada de lo que estaba pensando. Su perfume llegaba hasta mí, el latir de su corazón, el aroma de su sangre ansiosa recorriendo cada una de sus venas, en un instante podría alimentarme de esa sangre llena de adrenalina, esa era de la que mejor aspecto y sabor tenía, la boca se me hizo agua. Un aroma delicioso en resumen. Su mirada inspiraba amor, ternura, deshelaba un poco la rudeza de mi ser.
-Vienes acá con un show musical con media escuela, un escenario entero mirándonos como público, ejerciendo presión sobre mi con eso… tratas de controlar lo que te voy a decir, sigues con tus sorpresas, comportándote así y todavía te atreves a hacerme la pregunta-bufé molesta- como si no fuera obvio que casi me infartas con esto, sólo a Daniel de la Reguera se le podría ocurrir una cosa como está, aunque de verdad me sigue sorprendiendo que pidas una respuesta a lo claro.

Sonreí de lado y comencé a besarlo intensamente. Me separe un instante – ¿es convincente o debo hacer mayor esfuerzo? Acepto…- gritos, aplausos, alboroto. Solo que por ahora me gustaba perderme en sus labios rojos fuertes y deliciosos.
enero 09, 2012 | By: Sabrina Knight

I've got you under my skin

Daniel chasqueó los dedos e inmediatamente las luces se apagaron.

De pronto sólo un reflector le daba a él. Estaba en una tarima sentado en el banquito de un piano de cola negro, en lo alto del escenario. Esa era la idea, era la maravillosa idea. Dejó la mirada en las teclas un largo rato, escuchó cómo empezaban a toser en el escenario. Levantó la vista y miró abajo, la vio sentada y mirándolo tan curiosa como todos los demás. Miró de reojo a Zack que lo miraba impaciente... y para que Zack lo mirara así es que de verdad se estaba tardando.

Suspiró. ¿Por qué estaba así? Maldita sea, los nervios lo traicionaban. No, eso no lo podía permitir. Apretó los dedos y los puso sobre las teclas de marmol blanco.

Era hora.

Sus manos se movían con cierta agilidad, no pudo evitar torcer la boca en forma de sonrisa. Esa canción, la que empezaba a tocar, sus padres se la habían enseñado. Había sido la canción con la que su padre conquistó a su madre. Era un legado del gran Frank Sinatra que reflejaba tan bien lo que sentía.

"I got you under my skin"

Nada podía con la emoción que ya le empezaba a invadir el corazón, la música y el rostro de ella. Sabía que todos estaban emocionados, las niñas no pudieron evitar gritar emocionadas viendo a Daniel como si fuera el ídolo adolescente del momento. Y eso en lugar de llenarlo de temores, lo llenaba de seguridad.

La tarima fue bajando hasta tocar el escenario y podía notar como todos estaban emocionados. Nicole sonreía de una forma abierta, relajada y tan encantadora como siempre mientras seguía cantando...

I'd sacrifice anything come what might

For the sake of having you near
In spite of a warning voice that comes in the night
And repeats, repeats in my ear

Don't you know you little fool, you never can win
Use your mentality, wake up to reality,
But each time that I do, just the thought of you
Makes me stop before I begin,
'Cause I've got you under my skin

Justo cuando llegó el piano al piso, Zack jaló la cortina y de atrás apareció la banda, el mismo Zack se sorprendió, pero animaron el interludio con trompetas, trombones, saxofones y hasta una batería, dando pauta a que Daniel dejara el piano y fuera directamente a Nicole. Le extendió la mano y ella lo tomó, la hizo bailar, darle un giro y seguir cantándo.
Y es que Daniel no sólo llevarla bajo su piel, también llevarla hasta la luna y de regreso. Sentirla suya, hacerla suya. Nicole no pudo evitar sentirse envuelta en la emoción, en la música, hasta en el encanto nato de Daniel.

'Cause I've got you under my skin

Yeah, You breath me under my skin.

Ambos quedaron frente a frente, tan cerca que a Daniel le fue inevitable sentir el frio aliento de la chica, aunque eso no importaba, el corazón le corría tan rápido y los nervios estaban tan presentes, que el frio aliento era lo de menos.

Todos se pusieron de pie y aplaudieron al talentoso Daniel, hasta Zack aplaudió y chifló tan emocionado como todos. Daniel le guiñó el ojo y Nicole no pudo evitar voltear también a verlo aun con esa sonrisa de oreja a oreja.

- Hacen demasiado ruido por todo esto. - Zack miró tras su hombro y encontró a Romina a su lado.
- Pensé que te habías ido.
- ¿Y perderme cómo mi hermano lo arruina todo? - el chico apenas esbozó una sonrisa y de pronto sintió la mano de Romina tomándo la suya. La volvió a ver sorprendido y ella sólo le sonrió.

- ¿Nicole? - Preguntó Daniel despertándo a la chica de sus pensamientos - ¿Qué dices?
- ¿Qué digo?
- Sí. - la tomó de la mano y se hincó frente a ella - ¿quieres ser mi novia?

Y el silencio se hizo sepulcral.
enero 02, 2012 | By: Lizzye

El Gran Show

Bernardo seguía pegado a ella, adorándole como siempre hasta el momento en que el profesor indicó al grupo dirigirse al teatro, razón, un espectáculo que nadie esperaba. Seguro una de las ridiculeces que inventaba en su afán de ser el gran productor de Broadway, ja, vendería su alma por tener una pizca del talento de Jonathan Larson. En fin, tendré que interpretar otro rato mi papel de “todo esta perfecto” pensó mientras caminaba mezclándose entre todos para dejar a un lado a su acompañante.

Decidió tomar asiento en la séptima fila, de allí no se perdería ni un solo momento del ridículo show que se presentaría, podría distraerse un rato. El lugar estaba a reventar. Los alumnos estaban a la expectativa, no pasaban cosas del estilo en el colegio, todo estaba metódicamente planeado con semanas de anterioridad, nada pasaba desapercibido en ese lugar, no había evento que se aproximara que no se volviera el protagónico de las paredes y pizarras de toda la escuela haciéndoles promoción.

Las luces resplandecían, murmullos, nadie prestaba atención al escenario. Zack apareció. Nicole lo notó enseguida. Todo continuaba como si nadie hubiera notado su presencia. Ella le veía allí temeroso, asustado de tanta gente, hasta le resultaba gracioso que fuera tan tímido, le dio un poco de pena ajena. Inútilmente trató de leer que se traía nuevamente en la cabeza. Sus palabras parecían raras ante todos, aunque para ella fueron perfectamente audibles.

 “- Es algo para Nicole Benett”.

 El auditorio quedó en silencio. Su cuerpo se estremeció. La sorpresa no podía ser más grande. La manera en que había pronunciado su nombre le provocó un temblor en el cuerpo que no sabía que podía existir. Su voz era…. No podía explicarlo… le había gustado la manera en que su nombre sonaba en sus labios. Una cosa más, necesitaba saber desesperadamente que se traía entre manos. Aunque ya lo imaginaba. Estaba jugando con ella. Estaba haciéndole esto porque se había dado cuenta como era la única persona a la que no podía leerle ni un solo pensamiento, y odiándola tanto quería volverle loca. Esa era su misión secreta volverle una vampiresa chiflada. La misión iba por buen camino, tantos sentimientos encontrados.

Comenzaba a no importarle tener que matar a ese sujeto que tanto la desquiciaba. En un segundo terminaría con su vida y volvería su paz. Los del público no importaban. Siempre podía ir a otra universidad en otro lado del mundo, el problema implicaba quedarse con la duda de lo que iba a decir. Miró atenta como retiraba las cortinas del lugar. Lo reflectores se enfocaron para dar comienzo al show, aunque eso para Nicole, “el show" había comenzado desde el primer momento en que se topó con Zacarías Mondragón…

Detrás del telón.

No era necesario que le dijeran que había arruinado parte del show por hablar de más justo cuando Romina llegó. ¿Pero qué más podía hacer él? Daniel no había dicho que era un secreto y además pensaba que en el momento en que Romina supiera lo que su hermano planeba ella aprobaría la relación por el hecho de ver a su hermoano feliz.

Qué ingenuo.

Ahora lo único que le quedaba era terminar de arreglar el telón. Y era "único" porque a Daniel se le fue el tiempo para pedir juegos artificiales por internet.

- ¡Vamos Zack! No tarda en llegar el club de teatro y esto tiene que estar listo.
- Estaría listo si me ayudaras.
- ¿Por qué siempre te quejas de todo?
- ¿Por qué crees que soy un burro de carga?

Daniel suspiró molesto y sin hacer más berrinche ayudó a Zack.

El profesor de teatro llegó justo en ese momento dando brincos de felicidad.

- ¡Ya viene! ¡Ya viene!
- ¿Está jugando? - preguntó Daniel soltando la cuerda que jaló a Zack.
- Claro que no. Yo vi que venía para acá.
- Demonios, no tengo tiempo de subir. ¿Puedes solo Zack? - Zack apenas pudo estabilizarse para decir que sí. - Gracias amigo, te debo una.
- ¿Una?
- Bueno... ¿quién lleva la cuenta? - le dio una palmada en la espalda y corrió al otro lado del telón.

Zack siguió intentando jalar la cuerda que parecía más oxidada, vieja y dura que la cabeza de todos los profesores juntos. Se le vino algo a la mente, volteó a todos lados y, cuando se dio cuenta de que nadie lo veía, cerró los ojos. En su mente pudo sentir el peso de la cuerda, pero ya no la sentía tan pesada como antes, dio un pequeño jalón y la cuerda, como por arte de magia, lo obedeció. Abrió los ojos y se dio cuenta que podía manipularla a su antojo.

- ¡Genial! - se dijo para si mismo. Cuando llegó al punto que quería ató la cuerda a un lado y fue corriendo al escenario, escuchaba murmullos de gente que, como dijo el maestro de teatro, estaban llegando.

Alzó la mirada y vio a Daniel que estaba bajando las escaleras del tras bambalinas para treparse a una estructura que ellos habían montado.

- ¿Listo?
- ¿Ya llegó Nicole? - Zack hizo a un lado la tela y echó una ojeda - no, aun no.
- Entonces que todo empiece cuando...
- Ya llegó - interrumpió Zack - ¿listo?
- Lo he estado siempre.

Zack suspiró. Daniel podía estar listo para todo, pero a él le causaba tanto nervio salir y hablar. Debía tener confianza. Y eso tendría.

Salió y vio que todos estaban bastante confundidos, el maestro de teatro les decía que se sentaran. Cuando vio a la mayoría sentados, se dio cuenta que Nicole caminaba hasta el frente para ser la primera espectadora. Se miraron a los ojos y Zack sonrió. Lo hacía por su amigo.

- Esto es...
- ¡Más fuerte que no se oyé! - gritaron por atrás y luego siguieron risas.
- Ahm... - Zack tragó saliva - Esto es algo... Es algo para Nicole Benett - dijo con la voz más fuerte y potente que tenía. Apenas miró la cara de asombro de la rubia antes de esconderse tras el telón.
- Deseame suerte - dijo Daniel calentando sus manos.
- No la necesitas...

Zack jaló la cuerda y el telón se abrió.