diciembre 19, 2010 | By: Lizzye

Por qué no...

Entrar a la escuela rodeada de las miradas y saludos de todos resultaba encantador para su ego. Disfrutaba del odio de sus compañeras; de las miradas y pensamientos de deseo de los chicos en las que sus fantasías se volvían realidad.

Sonrió mientras se dirigía a tomar sus clases. Bernardo el protagónico del musical iba en la mayoría de sus clases. Desde el primer día que la vio, quedó prendado de ella. Invitándola varias veces a salir, recibiendo negativas, pero sin darse por vencido.

Y allí estaba nuevamente esperando a la salida del salón, con su sonrisa retorcida encantadora, que usaba para mantener locas a su no pequeño grupo de admiradoras. Una sonrisa que en Nicole no surtía efecto para su desgracia. Pensaba que Bernardo sería una gran opción de novio: popularidad, fama, riqueza, caballeroso, atento, guapo, pero tenia un mínimo defecto, no tenia como mejor amigo al chico obsesión a descubrir de Nicole.

Bernardo se desvivía por complacerla; meterla en su equipo, ayudarle si tenía dudas, ofrecerse a cualquier cosa, hasta solicitar su ayuda para ser un mejor actor, aunque ya lo era todo por pasar más tiempo a su lado.

El profesor de la última clase no llegó, así que teniendo tiempo libre Bernardo atacó a Nicole con la excusa de necesitar practicar unos diálogos para ser mejor. Aceptó después de hacerse rogar por un rato. Se dirigieron a un cubículo desierto en uno de los edificios menos transitados.

Había que aceptar que nadie más podría tener esa voz y el carácter necesario para ser el protagónico.

-¿Y entonces?-susurró aprovechando una escena en donde murmuraba cerca de su oído.
-¿Entonces?-lo miró disgustada por la interrupción.
-¿Vas a aceptar una cita conmigo Nicole Benett? eres la única chica a la que le he rogado más de una vez y podría hacerlo siempre, si sólo me diera una esperanza de que algún día me dirás si.
-Bernie, Bernie, Bernie ¿qué voy a hacer contigo?
-¿Darme el si? O ¿a caso prefieres a Daniel de la Reguera?
-Escenas de celos no. Tu y yo no somos nada, entonces a quien prefiera o no, no es algo que tengamos que discutir.
-Lo siento, es solo que cuando te veo paralizas mi mundo, y la idea de que lo prefieras sobre mí… la detesto, no al pseudo deportista ése.
-Me molesta cuando dices cosas así y si no lo sabes tómalo muy en cuenta.

Bernardo se acercó más a ella aprisionándola contra una pared. Podía respirar su aroma, escuchar el rápido latido de su corazón y escuchar los pensamientos de deseo hacia ella.

-Me gustaría que te dieras cuenta de como me pongo cuando estás a mi lado-dijo tocando los labios de Nicole con la yema de sus dedo, mientras por sus ansias mordía su labio.
-¿Qué quieres de mi?
-Darte todo, que me tomes y ya. Que hagas lo que quieras conmigo, soy tu esclavo si eso quieres-dijo nervioso perdiéndose en la transparencia de la mirada de la chica mientras la besaba.

Nicole se separó de él de golpe:

-¡Basta Bernardo! ¡vámonos!
-¿Y?-dijo el mirándola deseando de nuevo besarla.
-Podría perderme todo por volver a besarte Bennett, nada tiene sentido si no lo volvemos a hacer-dijo sujetando sus manos.
-Basta vamos-dijo esta caminando hacia la puerta, escuchó un pequeño quejido y un olor calido la hizo voltear a ver a su compañero.
-Me mordí de más-su labio estaba sangrando.

Por qué no, un pequeño reajuste… Nicole volvió en seco. Comenzó a besarlo como nunca antes lo había hecho sedienta de sangre y de la propia ola de deseo que el otro le transmitía. Bernardo no tardo en recuperarse de la sorpresa, para estrecharla fuertemente entre sus brazos, liberarla de su vestido entre caricias y besos, para hacerle el amor.

Quitar la ropa sin parar de besarlo mientras succionaba sus labios y se perdía en le placer no fue ningún problema. Después de todo era todo un hombre y era bueno satisfacer las necesidades sexuales, más aun rodeado de un inmenso placer. Enterró sus colmillos en su cuello.

Después de un rato se encontraban caminando uno al lado del otro. Bernardo con la mejor sensación del mundo y Nicole simplemente satisfecha.

-No sé como es que me he quedado dormido. Lo siento mucho Nicole. Una cosa es cierta he tenido el mejor sueño de toda la vida, ha sido tan real, que aun siento tu aroma en mis labios, también fue más doloroso y pasional de mi vida. La verdad me volvería a quedar dormido a tu lado si eso significa pasar por lo que pase. Aunque también no pude disfrutar de tú compañía.
-Ya habrá más momentos no te preocupes-sonrió. Era tan fácil convencer a los mundanos de lo que uno quería. Acomódate bien tu bufada que esta haciendo frío. Permíteme ayudar-dijo acomodándola tapando los dos pequeños orificios que apenas se percibían.
-Me gusta que me cuides.
-Siempre que lo necesites-sonrió ampliamente mientras seguían caminando al taller de teatro.
diciembre 02, 2010 | By: Sabrina Knight

Contenta

Apesar de la mala cena que le había hecho pasar su hermano, Romina despertó bastante contenta. Tenía esa sensación de que las cosas saldrían bien ese día, nada malo pasaría, no mientras ella tuviera esa actitud.

Tarareó su canción favorita mientras se bañaba, de hecho, el agua jamás le había hecho tanto bien, la hacía sentir fresca y revitalizada - ella misma se rió al sentir que salía de un comercial - y se cambió con tal gracia que parecía estar en una boutique probandose algo nuevo, eligiendo algo que la hiciera lucirse. Hasta el maquillaje fue casi natural, se sentía tan bien que el ánimo la hacía verse más bonita de lo que siempre era.

Ese día nada podía salir mal.

Bajó a desayunar y se encontró con la sorpresa de que ya estaba todo listo y en la mesa. Cuando dio los buenos días sus padres le informaron que Daniel ya se había ido a la escuela.

- ¡Uy, que sorpresa! - dijo irónica metiendose un pedazo del pan frances a la boca.
- ¿Por qué lo dices de esa forma? No me digas que sigues disgustada con él por lo de ayer en la noche.
- No, para nada. En realidad no estoy enojada ni disgustada ni nada. Hoy me siento muy bien mamá. La vida de Daniel es la de él y si la quiere arruinar con esa... chica, es su problema - sonrió y le dió un beso en la mejilla. - Qué bien sabe este pan mamá, felicidades.

Los padres de Romina se voltearon a ver entre si, nada seguros de qué era lo que le pasaba a su hija. Romina miró el reloj y partió despidiendose como toda buena hija de los padres. Subió a su coche y lo arrancó dejandose llevar.

En el camino iba pensando en lo que dijo su mamá. Tenía toda la razón, debía de estar enojada, o molesta con Daniel, después de todo le echó en cara todas las "cualidades" de esa güera desabrida. Si se enojó mucho e hizo coraje, lo que menos quería era que Daniel se fijera en ella y pudieran... "emparentar". Al pensar la última palabra le dio escalofrios.

Despejó su mente y decidió que eso no la molestaría. Era lunes, tenía muchas cosas que hacer y estaba tan de buenas que ni esa güera tonta le arruinaría nada.

Inclusive se sintió emocionada por ver a Zack, jamás había pensado que se podía divertir tanto con él, parecía ser que esa tendencia de desaparecer ante la gente también le había afectado a ella y no lo había notado como ahora lo hacía. Algo tenía, sentía una energía especial en él, no comprendía qué era, si algo que le empezaba a gustar o algo más. Aunque ignoraba qué podía ser ese "algo más".

Llegó pavoneandose como de costumbre, saludando a quien se le atravesara en el camino, dejándose desear y provocando con su mirada y sonrisa encantadoras. Llegó al salón donde todas las miradas se dirigieron a ella, Estefanía -con su nueva actitud- halabó a su amiga. No podía estar más complacida.

 En una hora libre decidió ir al teatro acompañada de Estefanía para buscar al maestro. Aun estaba molesta con él por haberle dado el papel "provisional" a esa güera flacucha, pero recordó que todo era como eso, provisional de un sólo día. Si quería el papel de Romina ya lo tuvo, y no lo dejaría ir de nuevo.

Pero algo extraño pasó al cruzar esa puerta: el profesor de teatro y Daniel estaban platicando. Se acercó intrigada, cuando ambos la notaron callaron de inmediato.

- Buenos días profesor ¿Cómo le va?
- Romina, querida ¿qué te trae tan temprano?
- No sabía que tenía algún tipo de restriccion para entrar al teatro.
- No, claro que no Romina. Pero si me sorprende.
- Pues... en ese caso, si no quiere mi presencia en este lugar, yo me...
- No, no Romina. - El profesor bajó de un brinco para alcanzarla - no verás, es que tu hermano tiene una enorme sorpresa.

Romina miró a Daniel y él torció la boca. Parecía ser que no estaba de acuerdo con que el profesor le dijera algo.

- ¿De verdad? ¿Qué sorpresa?
- Una que no te concierne, hermanita. - interrumpió rápidamente antes de que el profesor abriera la boca. Eso causó sólo más curiosidad a su hermana. Ella sonrió de forma maldosa y se dirigió a las escaleras del escenario.
- ¿En serio? ¿Estas seguro que no me concierne? ¡Qué poco me conoces hermanito! -  dijo ya arriba del escenario - Todo lo que te pase a ti me interesa y me preocupa - sonrió tiernamente y él sólo la retó con la mirada, hasta que finalmente cedió.
- Sólo... sólo no digas nada.
- No soy una chismosa. - Daniel miró a Estefanía que estaba con la mirada perdida distraida en los colores del telón. Giró los ojos.
- Pues... - pero justo en ese instante se oyó el ruido de cayas cayendo, el profesor gritó y todos se asomaron a ver. Era Zack que estaba recogiendo la utilería que había tirado. Cuando vió a Romina él volvió a tirar las cosas sin querer. Romina no pudo dejar de sonreir divertida. La torpeza de Zack le causaba cierta ternura.
- Romina, que bueno que estás aqui.
- ¿Dónde más iba a estar?
- Es que yo no pensé que Daniel también te metiera en su loco plan para hacer a Nicole su novia.

Romina abrió los ojos como plato y volteó hacia su hermano.

- ¿Novia? - preguntó molesta a lo que Daniel sólo suspiró.

Bueno, eso podía ser un buen motivo para arruinarle el día a Romina.
diciembre 01, 2010 | By: Sabrina Knight

Anotaciones

A Daniel rápidamente se le ocurrió una idea. No había tardado en decidir qué hacer y cómo conquitar a Nicole. Sería fácil, pero no sencillo. Sería cuestión de usar todos sus encantos, pero no abusar porque parecería soberbia. Podía ser algo laborioso y tal vez fallaría, no, eso nunca, no fallaría, Daniel jamás había fallado y ahora no era el mejor momento para empezar.

Empezó dictándole a Zack lo que tenía que hacer.

- Lo único que no se me dan son las palabras de amor.
- ¿Y Cómo es que conquistas a las demás? - preguntó Zack que ya había encendido su lámpara de mesa y estaba sentado en su cama anotando.
- Pues es sólo cuestión de miradas, del momento y de un buen beso.
- ¿Y jamás les dices nada?
- No siempre hay necesidad. Y cuando la hay, no hay que ser muy creativo, se pueden usar las mismas palabras muchas veces - Zack giró los ojos y agradeció estar del otro lado del teléfono.

Zack siempre había pensado que Daniel conquistaba con palabras y ahora había descubierto que no era así. Daniel era y sería siempre un mortal como él, sólo que un mortal con mucha más suerte que él.

- Bueno, entonces anota... - Ordenó Daniel
- Anoto...
- Tus ojos miel y tu piel blanca me conquistan sólo al mirarte.
- Ahm... - Interrumpió Zack, en ese momento recordó que no era así. Según él recordaba eran de otro color, verdes sino estaba equivocado. - ¿seguro que son miel?
- ¡Claro! ¿Crees que no lo sabría?
- Bueno... - seguía sin estar seguro. Quizás eso del enamoramiento de Daniel era sólo del momento, sino recordaría tan bien como él el color de ojos de su amada. Romina los tenía azules profundo, esos ojos que lo hipnotizaban. Aunque bueno, también podía estar equivocado con lo de Nicole. - ¿Luego?
- Tus aperlados dientes que destellan la sonrisa de... no, olvida eso. Tu sonrisa que opaca al sol... no, ahm - empezó a dar vueltas en su habitación - bueno, sabes que me refiero a algo de su sonrisa.
- Sonrisa, anotado. ¿qué más?
- No sé. - se quedó pensando - Yo no sé, sólo sé que no puedo dejar de pensar en ella, que me vuelve loco, que sus ojos me pierden, que estoy locamente enamorado de ella. - suspiró - ¿Anotaste todo?
- Anotado.
- Repítemelo.
- Ok, a ver... - acercó el cuaderno a sus ojos - Nicole: tienes ojos miel y piel blanca que me conquistan al mirarte. Una sonrisa que opaca al sol. No puedo dejar de pensar en ti, me vuelves loco y estoy locamente enamorado de ti.
- ¡Perfecto! Ahora todo eso arréglalo para que se oiga romántico ¿ok?

Zack gruño molesto.

- ¿Alguna otra cosa jefe?
- No, creo que por ahora es todo. De todas maneras ya te dije que nos vemos en la mañana, a las 6 en la escuela para que podamos arreglar el plan ¿ok?
- ¿Quieres que llegue a las 6? ¿Ya te diste cuenta que son las 5?
- Sí y yo que tú me apuraba, nos vemos al rato.
- Pero... - Daniel colgó - cuando quieras amigo... - Zack suspiró y miró lo anotado en el cuaderno. No podría arreglar esas notas para que parecieran una carta de amor. Cerró los ojos, ya no tenía sueño, Daniel se lo había quitado. Suspiro de nuevo y le llegó a la mente la imagen de Romina sonriendo. Esa sería una buena fuente de inspiración.

Empezó a escribir la carta.

A las 5:50 en punto salió de su casa. Su tía apenas se había percatado de su huida porque seguía muy dormida. Sólo alcanzó a decirle:

- Que Dios te cuide - y cayó dormida de nuevo.

Manejó rápido para llegar a tiempo, y sin que se lo propusiera llegó antes que Daniel.

- Me encanta tu puntualidad - dijo irónico a Daniel - Y bueno ¿Ahora qué? ¿Por dónde empezamos?
- Al teatro, ya sé cómo es que arreglaremos todo - Daniel sonrió bastante seguro y eso le dio confianza a Zack.

Daniel le dio unas palmadas en la espalda y caminaron a prisa al teatro de la escuela.