febrero 15, 2010 | By: Lizzye

Familiaridad

Caminó despacio hasta alcanzar su Aston Martin convertible dbs volante negro y subió en él. En realidad no sabía cual era la causa que la hacia querer llevar una “pseudo vida” normal de vuelta. Ser estudiante universitaria de nuevo no era lo máximo, sólo que la eternidad da lapsus de ocio de los que por ahora estaba aburrida.

Arrancó despacio. Tenía que llegar a media clase como la diva que era y no como cualquier simple mortal, *cualquier simple mortal-pensó. Trataba de no recordar esa parte en su vida, cuando había sido simplemente una mortal, aunque ocasionalmente sentía cierta melancolía, además no todo había sido malo.

Nicole Bennette Ranieri era de una ciudad muy lejana y distinta al Distrito Federal, Veneto Italia de finales 1800, específicamente en 1890, fue la ciudad que acunó su nacimiento. Vinieron a su mente recuerdos que corrían como una de las primeras películas del cine en su mente.

Su fuerte padre Pietro Bennette y su hermosa madre Antonella formaron una linda familia. Alessandro y Giovanni eran los hermanos mayores convirtiendo a Nicole en la pequeña consentida. Tan feliz, amada y tan hermosa, por eso todos odiaban a Gabriel su prometido por tener a una chica tan hermosa como novia.

No había porque negar los momentos mágicos en la compañía de todos, antes de que su madre enfermara de gravedad, y muriera de cusas extrañas, una rara enfermedad que la dejo en cama hasta el final de sus días, los doctores o hallaron una gota de sangre en su cuerpo al final de los días.

Una “supuesta” nueva madre llegaría a sus vidas y de repente, ¡no! no hoy no iba a pensar más en eso. No iba a arruinar su día recordando cosas tan absurdas y estúpidas como esa mujer que destruyó la familia y para culminar la convirtió en ese ser que ahora era.

Llegó a la escuela sin mucho esfuerzo. Abrió la puerta del auto, desde que entró notó todas las miradas de estudiantes que llegaban tarde puestas en su auto, esperaba que la vieran, el impacto sería mayor pensó. Se colocó sus gafas con mucho estilo, tomó su bolso de mano y abrió la puerta. Escuchó un fuerte golpe contra su puerta.

Un chico fue el causante -¡Ragazzo stronzo! ¿Dové sei i tuoi occi? ¡la mia macchina! ¡stupid!-dijo dando un saltó fuera del auto. Con la intensión de seguir diciendo unas cuantas cosas pero se quedó mirando al causante. Tenía el rostro bañado en sangre. Levantó sus gafas para inspeccionarlo. Su rostro resultaba raramente… conocido. No, estaba segura de nunca haberlo visto. Él la miraba atentó, como idiotizado ante su belleza, lo normal.

Y ahora notaba que había algo en el familiar. Algo que la había hecho contemplar a un simple mortal sin personalidad más de los 10 segundos necesarios que hacia con los demás. El aroma de la sangre hizo que de pronto sintiera apetito, no era un momento oportuno para saciar sus sed, así que sin más se colocó las gafas de nuevo, acomodó su vestido y se fue del lugar.

Ya luego mandaría a alguien a limpiar su auto de la sangre de ése… Caminó por los pasillos escuchando murmullos de los que la miraban. Los chicos la deseaban y las chicas la odiaban por ser tan hermosa, los mismos sentimientos de siempre causados por ella, que ahora no le molestaban, ser una hermosa chica era un problema ahora ser una hermosa vampiriza sexy, le gustaba que la vieran así tendría muchos candidatos de los que alimentarse aquí. Ahora recordaba uno de los motivos por los cuales venía estudiar. Alimento fresco.

Recordó su pregunta era ¿qué diablos tenía ése para llamar su atención?

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