febrero 25, 2010 | By: Sabrina Knight

Manipulación

- ¿SE FUE SIN MI? - preguntó bastante enojada Romina cuando su madre le avisó que Daniel ya se había ido. - No lo puedo creer, qué tonto ¡Ash! - Dio un suspiro de molestia y cruzó los brazos.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué te enojas?

- ¿Por qué? - tomó a su madre de la muñeca y la jaló hasta la cochera. Abrió la puerta y no vio nada.

- No entiendo. No hay nada.

- Claro que no. Mi papá se llevó el coche al mecánico hoy y Daniel le dijo ayer en la mañana que me llevaría a la escuela. Ahora no tengo ni carro, ni un estúpido hermano que me lleve.

- No le digas así a tu hermano.

- Pues es un estúpido ¿Para qué dice que me va a llevar si no lo va a hacer? ¡Ash! - dio una patada al piso y se fue a echar a un sillón de la sala.

- Vamos Romi, no es para tanto - Romina no contestó - Si quieres yo te llevo.

- ¿Que mi mamá me lleve a la escuela?

- Llévate mi carro.

- Prefiero irme en un taxi.

- Pues llama a un taxi.

- ¿Estás loca? ¿Yo viajando en un taxi? - Romina se tocó el pecho con cara de shock al pensar lo que su madre le había sugerido.

Su madre también se había molestado, Romina siempre había actuado así, pero había días en las que la sacaba de sus casillas. Sin embargo se tranquilizó primero que su hija.

- ¿Entonces qué vas a hacer? ¿No ir?

- Tengo que ir aunque no quiera

- ¿Entonces? - Romina se encogió de hombros

- Supongo que le llamaré a Estefanía para que me lleve.

- Ella vive del otro lado de la ciudad, no creo que venga hasta acá y te lleve a la escuela.

- Soy su mejor amiga, debe de hacerlo.

- Pues llámale - su madre, ya exasperada, dio la media vuelta y se encaminó a la cocina. Romina empezó a marcar el teléfono de su amiga, pero al cuarto dígito se detuvo y canceló la llamada.

¡Qué tonta había sido! Tanto drama y tenía la solución perfecta. Buscó en su agenda y enseguida enlazó la llamada.

Al segundo timbrazo se escuchó una voz masculina del otro lado de la línea.

- Hola Zack, ¿Cómo estás? - dijo fingiendo una voz suave y tierna.

- Bien gracias Romina, ¿y tú?

- También bien. Bueno, no del todo.

- ¿Por qué? ¿Qué pasa?

- Es que... - caminó al espejo mirando su cara de afligida - Ay Zack, me da tanta pena. Daniel había prometido llevarme a la universidad porque mi papá se llevó mi coche al taller y... Bueno, se fue sin avisarme en la mañana.

- ¿En serio? – Romina asintió con “aja” - Ese Daniel, es un desconsiderado contigo.

- No lo culpes, seguramente, como todos los días nos vamos temprano y separados, debió de haberlo olvidado.

- No debió de haberte olvidado, no lo disculpes. ¿Tienes cómo venirte a la escuela?

- Ay Zack, es que... qué pena me da, pero no - hizo un puchero haciendo más triste su voz. - y yo pensé que, tal vez podrías. ¡Ay no! Olvídalo, no, no debí llamarte Zack.

- Está bien Romina, no te preocupes, iré por ti para llegar juntos a la escuela ¿Está bien?

- ¿Estás seguro? - sonrió satisfecha de haber logrado su objetivo - Es que voy a provocar que des más vueltas, y está lloviendo. Zack, yo...

- No digas más, espérame y llego por ti.

- Ay Zack, estoy tan agradecida de tenerte como amigo.

- Ni lo menciones, en 20 minutos llego a tu casa ¿De acuerdo?

- De acuerdo - dijo en un suspiro inocente - Y Zack... gracias.

- Nos vemos, adiós.

- Bye - y colgó su teléfono. Se miró al espejo y sonrió completamente satisfecha. Zack era uno de los chicos que más fácil podía manipular a su antojo.

Se arregló el cabello mientras no dejaba de sonreír orgullosa, sin embargo...él era un chico bastante extraño.

Extraño en muchos sentidos. De hecho, ella fue una de las que provocó que su hermano y él se llevaran bien. Algo tenía ese Zack que provocaba su completa curiosidad, no le atraía, pero sabía que debía tenerlo cerca.

Se mordió el labio sin dejar de mirar sus ojos azules en el espejo.

- No, que tontería - se dijo a sí misma y se encaminó a la cocina contoneándose contenta.

Desayunaría bien antes de que llegara Zack por ella.

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