abril 27, 2010 | By: Sabrina Knight

Ojos azules

El regreso con Romina no había sido exactamente el mejor viaje de todos. Ella iba muy callada y molesta. Y tenía razón para estarlo, esa chica era demasiado talentosa y Zack adivinó que podía ser una amenaza para el estelar que era de ella.

Cuando llegaron a su casa, ella apenas pudo esbozar una sonrisa antes de salir de su automovil. No podía soportar verla así de triste.

Llegó a casa pensándo en qué podía hacer para que Romina no se sintiera mal. Quizás podía comprarle algo o hacerle un detalle para que sonriera como siempre. ¿Pero qué podía hacer?

Entró a su habitación y se lanzó a su cama tratando de pensar en algo, lo que fuera. Cerró los ojos y lo primero que le vino a la cabeza fue la mirada de aquella rubia.

Dio un suspiro tratando de encontrar algo más en aquellos ojos verdes. Sabía que ella lo había visto a él, sólo a él, a nadie más, ni siquiera a Daniel. Esa mirada, esa reacción, es como si supiera que la canción fuera para él.

Se acomodó en su cama tratando de indagar más en los ojos de su imaginación.

Se quedó dormido.



- Eso es más dificil - le dijo la voz de una persona a su lado - no se puede hacer.

- Lo dudo - la figura de un hombre comenzó a rodear una estatua de una aguila postrada en una fuente, tocó el pico de piedra y le acarició la cabeza como si fuera una figura real - todo es posible, siempre.

- Eres ingenuo.

- Eres incredula - el hombre se agachó hasta tener los ojos de piedra del aguila frente a los suyos, acarició su pico, dijo unas palabras que no comprendió su acompañante y...

El aguila emprendió el vuelo.

El chico volteó a ver a la mujer, encontró sus ojos azules con los suyos, y ambos sonrieron.



- Zack, ya es tarde - el chico abrió los ojos y miró el reloj de su muñeca.

- ¡Maldición!

Y de nuevo a la rutina.

Llegó a la escuela aun con mucho sueño, sin embargo, y para su propia extrañeza, no recordaba nada de lo que había soñado. Tenía la sensación, pero no recordaba nada.

Corrió hacía el salón del ultimo piso, pero antes de llegar si quiera a las escaleras se encontró a Daniel en el pasillo parado mirándo hacía abajo, donde estaba un enorme tablero de ajedrez con piezas del tamaño de una persona. Zack detuvo su carrera y se paró junto a Daniel.

- ¿Qué sucede? - preguntó antes de responderse él mismo.


Daniel miraba a su hermana Romina y a la rubia de ojos verdes sentadas en una banca platicando.
abril 16, 2010 | By: Sabrina Knight

No tan fácil

Llamó con desdén, de hecho, no tenía ni siquiera la intensión de hacerlo, pero con esa chica rondándole la espalda no le quedaba de otra.

- Hola profesor ¿qué tal?

- Romina ¡Qué bueno que llamas!

- Sólo quería responder el mensaje que envió ayer ¿Sucede algo? - Pero la misma Romina sabía qué pasaba sin si quiera escuchar una palabra, era la noticia trágica que sucedería... si ella no lo evitaba antes.

- Sí - dijo con voz entrecortada - claro, mira es un asunto que me gustaría hablar contigo - lo pensó - pues verás...

- Profesor, ya estoy llegando a la escuela ¿Le parece si hablamos cuando llegue al teatro?

- De acuerdo Romina, te espero aquí.

- Claro, nos vemos. Adios Profesor. - Colgó e inmediatamente lanzó el teléfono al asiento del copiloto.

Estaba furiosa, tan furiosa como nunca. Pero tenía que controlarse y pensar en lo que tendría que hacer. No iba a ser fácil, ella no iba a ser nada fácil.

Se estacionó y guardó silencio pensando exactamente lo que tenía que hacer. No podía evitar que el estomago se le revolviera con sólo imaginar que alguien más podría ganarle el lugar, y mucho menos tan fácilmente. No, eso ella misma no se lo podía permitir.

Salió del coche, dio un ultimo suspiro dandose toda la confianza que necesitaba. Usaría algo más que sólo vil manipulación. No había otra salida.

Colocó una bella sonrisa en su rostro y se encaminó la teatro. En ese momento muchos compañeros se le atravesaron en el camino, ella los saludó como si nada pasara, no podía perder su estilo ni el porte, mucho menos su hipocresía. Cuando llegó al teatro se echó el cabello para atras y entró con paso seguro.

El profesor la esperaba con cierto nerviosismo, Romina sabía que no era nada fácil decirle a su estrella que el papel se lo iba a dar a alguien más, pero la misma Romina le ahorraría el trabajo.

- Profesor ¿Qué tal?

- Romina - sonrió tímidamente - Qué gusto verte, acercate y toma asiento por favor.

La chica se sentó en una butaca, él la siguió. El rostro de Romina se notaba tan inocente y alegre que el profesor de teatro sabía que no iba a ser nada fácil.

- Verás, ayer fue la audición para los demás concursantes que querían un papel.

- Lo sé.

- Y no sé si escuchaste la magnífica actuación que tuvo la nueva chica, Nicole.

- Sí - dijo emocionada - la verdad es que jamás imaginé que una chica así tuviera una voz tan peculiar.

- Exacto, es una voz que jamás había escuchado - suspiró maravillado - como si...

- ¿Como si cantara una sirena? - el profesor asintió - sí, algo así imaginé. Bueno, ¿Qué sucede con ella?

- Pues - bajó la mirada - esto no es nada fácil para mi Romina, pero... creo que ella...

- ¿Ella? No me diga que la quiere para su papel principal - el profesor no se movió - no es una mala alternativa - Romina sonrió y tomó la mano del profesor - de hecho, ayer que la escuché admito que quedé maravillada con su voz, sin embargo...

- ¿Sin embargo?

- Me parece demasiado novata. No quiero decir que sea mala, para nada, ¿pero se imagina qué pasaría sí... - Romina oscureció la voz y apretó ligeramente su mano - arruinara su obra?

En ese momento Romina no vio nada en su cabeza, sólo tenía el rencor de una mujer hacia otra que le quería quitar lo que tenía, pero el profesor de inmediato vio un gran espectáculo arruinado, su poco e insignificante trabajo que era estar de profesor se proyectó en sus pensamientos, en sus sentimientos que le recorrian cada nervio.


Ahora estaba inseguro. El cazador de talentos iba a estar ahí, viendo su trabajo, listo para proponerle una obra de verdad, y esa chica rubia, Nicole había arruinado su única oportunidad.
El profesor miró a Romina con los ojos tan abiertos y tan asustado que provocó el alivio de ella.

- ¿Qué pasa? - preguntó inocentemente, sólo que el profesor ahora sujetó su mano con más fuerza, casi hincándose a ella.

- No, sería una estúpidez, tienes toda la razón.

- Claro que no profesor, lo que usted elija y decida está...

- No Romina, no me contradigas - dijo tan rápido que Romina sonrió más abiertamente - no sé qué estaba pensando. Tal vez le de una oportunidad más adelante, cuando sepa lo que hace, yo sin conocerla podría arruinar todo y...

- Profesor, calmese - Romina se soltó delicadamente de él - sabe que siempre puede contar conmigo - volvió a sonreir - no se preocupe.

El profesor abrazó a la chica y a los dos minutos, luego de una serie de halagos, se marchó más contenta de lo que alguien podía estar.

Era verdad, esa chica, Nicole, no iba a ser nada fácil.

Pero Romina tampoco.