julio 31, 2015 | By: Sabrina Knight

Es magia

Abrió los ojos espantado en el momento en que escuchó como tocaban la puerta con desesperación. Se levantó de golpe y fue a abrir para encontrarse con una persona encapuchada que en primera instancia le dio un susto. Enseguida sonrió al darse cuenta de quién era. Le bajó la capucha y descubrió el bello rostro de Mónica.

- No pensé que te fueras a asustar con sólo verme.
- No pensé que fueras a tocar la puerta como loca.
- Tenía urgencia de verte. - Mónica miró atrás y entró a la casa de Arturo cerrando la puerta tras de si. - Siempre tengo urgencia de verte... Arturo. - y acto seguido se arrojó sus brazos a su cuello para poder alcanzar su rostro y besarlo. Arturo correspondió el beso apasionado de la misma forma, abrazando su torso y apretándolo hacia él.

Arturo se detuvo un momento para contemplar esos ojos carmesí, intensos, dilatados, excitados por estar en sus brazos. Mónica se volvió a lanzar sobre él tirando todo lo que estaba cerca, poco le importo que pociones e ingredientes raros cayeran al piso. Ambos se dejaron llevar por una pasión lujuriosa que los estaba llevando al éxtasis.


Arturo la apretaba contra él, dejando de sentir la piel fría por un extraño calor que él mismo provocaba. Era un conjuro sencillo, pero elemental, pues cada vez que él la sentía de esa forma, olvidaba que no eran iguales.

Sus encuentros eran siempre parecidos, llenos de fuego, risas, mordidas, juego y ese extraño sentimiento que los dos evitaban mencionar. ¿Para qué echar a perder lo que ya tenían?

Para Mónica esos encuentros eran fugases en comparación de su eternidad, pero eran profundos en comparación a lo que siempre había dicho sentir. No necesitaba más, sólo a él.

Para Arturo, Mónica era perfecta, bella, inteligente, maligna, misteriosa y además tenía ese elemento que la hacía más fantástica para Arturo... era mágica y eterna. Era ese ser que se convertía todo lo que él creía y lo hacía más que real.

Ambos habían olvidado la fecha exacta del día que se conocieron, no necesitaban recordarla pues algo en ambos les decía que no era la primera vez que se cruzaban sus caminos. Aunque lo que era cierto es que desde día hasta ese momento habían pasado ya varias décadas. Sin embargo ambos se habían dedicado a engañar a todos, no sólo por su edad, también por su relación, sus poderes y su secreta alianza que los convertía en amantes eternos.

Por que eso eran ellos... eternos.

--

Zack se levantó de un salto con el corazón palpitandole de forma acelerada. Inmediatamente miró su cuerpo y se dio cuenta que seguía excitado de sólo recordar todo lo que había soñado. Miró a Nicole a su  lado dormida, o fingiendo, no quiso investigarlo porque inmediatamente se levantó para ir al baño. Cerró la puerta y se lavó el rostro.

Todo se convertía en algo extraño, misterioso y con muchas preguntas que no sabía a quien hacer.

¿Quién era esa mujer? ¿Mónica? Recordó su nombre. Cerró los ojos y aun podía verla, aun podía olerla, sentir su calor y su magia. Zack se miró al espejo...

Magia. De pronto en su mente le vinieron recuerdos, hechos, extrañas coincidencias. Todo tenía un extraño sentido. Aunque era absurdo. 

Salió del baño aun con la idea de haber sido todo un muy profundo sueño, Nicole aun se encontraba en la misma posición. Se volvió a meter a la cama y se acercó más a ella, su piel era fría. Recordó como en su sueño la piel de Mónica había cambiado de temperatura e hizo exactamente lo mismo.

Funcionó.

Nicole abrió los ojos y lo miró extrañada, vio como su mirada estaba desorbitada, extrañada y eufórica.

- ¿Qué estas haciendo? 
- No lo sé... - reía sin entender - yo sólo lo deseo y... pasa. ¿Te has fijado?

Nicole frunció el ceño, aun sin entender, ante la sonrisa fuera de si de Zack.

- Es magia Nicole... ¡es magia! -  Zack abrazó fuertemente a Nicole y ella no lo rechazó. Zack cerró los ojos y olió fuertemente el perfume de la chica.

Era más delicioso que el de Mónica.