febrero 16, 2010 | By: Sabrina Knight

La pintura

"El día que mi hermano y yo volvimos de Argentina y llegamos a la capital fue uno de los días más exaustivos para mi.

Primero era re acomodar las cosas que habíallevado y después encontrar las cosas que había traido. Bueno Aires era un magnífico lugar de compras, pero es un mejor lugar para encontrar cosas de la vieja Italia que me interesaban."


Romina, una bella joven blanca de profunda mirada azul, puso la pluma con la que escribía en la boca. Mordió el tapón, miró a los alumnos que pasaban rápido para llegar a clases y, luego de pensar qué escribir, continuó.

"Mis padres no entendieron porqué quería traer esa pintura a casa. De hecho me dijeron que era muy caro, hasta para nosotros. Pero insistí, no pueden negar un capricho a la menor de sus hijos, y menos teniendo mi cumpleaños tan cerca. Así que, después de un puchero, mi padre sacó la tarjeta de crédito y me vine a casa con mi pintura"

La chica levantó el rostro y sonrió. Tomó su teléfono celular que estaba a un lado y miró la imagen que tenía de fondo: una pintura italiana de finales del siglo XIX en donde aparecía el paisaje de una playa, mostrando un sol brillante y resplandeciente sobre el agua. Pero en el reflejo se encontraba otro sol completamente diferente; rojo, con una aurora negra. En el agua estaba la silueta de una mujer caminando, pero sin reflejo.

Romina sonrió sin creer lo que había hecho. Todavía podía ver claramente la pintura colgada en la pared de su casa.

- Me parece perturbadora - dijo su madre desde que la miró - ¿por qué quisiste ese cuadro y no el collar que te ofrecíamos tu padre y yo?

- Mamá ¿Estas jugando? Una joya es sólo una joya más. Pero el arte siempre es más valioso.

Su madre suspiró nada convencida.

- Si tú lo dices.

Pero no sólo era arte, no sólo era una pintura, no sólo era 2 veces más caro que un collar de perlas.

Esa pintura reflejaba algo que nadie conocía.

Nadie excepto ella, claro.

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