agosto 31, 2010 | By: Sabrina Knight

Diferente a los demás


Las chicas en general pensaban que el encanto de Daniel no sólo radicadaba en su físico, sino en algo más que tenía.


Primero su sonrisa coqueta y su guiño que provocaban suspiros incontrolables; después su habilidad en el tenis que generaba admiración en todo aquel que lo veía jugar; la sencillez que lo caracterizaba, su carisma, seguridad y liderazgo que lo hacía tener amigos y seguidores leales. Por eso la mayoría de las personas deseaban estar a su lado, porque estaban seguros que Daniel los contagiaría de su vitalidad y energía.

Daniel estaba acostumbrado a estar rodeado de mucha gente, admiradores, amigos, familia, chicas que lo deseaban, gente que ante sólo una sonrisa caían en los encantos naturales de su personalidad. Todo lo que deseaba Daniel lo tenía sin el menor esfuerzo y eso era gracias a su encanto natural.

Sólo que nadie se explicaba porqué le hablaba a Zack. Él era tan opuesto a Daniel, tan invisible e insignificante que las veces que los veían juntos parecía estar siempre solo. Aunque a Daniel no le interesaba. Lo apreciaba y lo consideraba su mejor amigo desde que lo conoció. Daniel era el único que podía ver en Zack algo más que sólo una sombra y no le importaba la opinión de los demás. Sabía que era su único amigo en toda la escuela (por no decir que en toda su vida) por lo mismo se sentía tan mal de no haberlo visitado tanto cuando estuvo en coma y cuando salió de él.

No había sido a propósito, claro que no, de hecho estaba siempre a un paso de ir cuando le venía a la cabeza aquel beso, aquel rostro anglical, aquella mirada penetrante y aquel delicioso aroma.

No podía dejar de pensar en Nicole.

Por supuesto que no era la primera vez que se enamoraba. Había pasado una larga lista de chicas que le habían llamado la atención, luego que sentía cierta atracción, y claro, había tenido tantas novias como para ser todo un Don Juan, pero jamás las había tratado mal, ni había jugado con alguna de ellas, simplemente que ya estando juntos, jamás llenaba ese algo de su alma que prefería dejar la relación por la paz, siempre hablando con honestidad y un cierto consuelo que las dejaba en los mejores terminos y siendo sus amigas.

Zack le había dicho que eso parecía magia en las palabras, Daniel sólo decia que era ser educado.

Pero Nicole tenía algo que no lo dejaba en paz. Algo tan fuerte que le hacía dar vueltas en la cama, que lo desconcentraba en los juegos, en las clases y practicamente hasta cuando conducía o sólo se quería dedicar a respirar.

Nicole lo tenía hechizado.

Esa tarde tenía propuesto ir con Zack, al fin lo iban a dar de alta y se había ofrecido para llevarlo de vuelta a casa. Así que cuando salió de clase fue directo al estacionamiento, guardó sus cosas y justo al cerrar la cajuela vio a Nicole acercarse a él. Todo en él se volvió una temblorina. Se entrecortó su respiración y tragó con tanta fuerza que le dolió la garganta.

Cerró el puño. Tenía que armarse de un valor que no existía para volver a hablarle con toda naturalidad, con ese encanto que tanto lo caracterizaba, pero que en ese momento había olvidado dónde estaba.

- Hola - Nicole volteó y sonrió con la misma frescura que siempre, tan bella.
- ¿Qué tal? ¿Todo bien?
- Sí... sí ¿tú?
- De maravilla.

Seguía sin entender cómo era posible que ella pudíera irradiar tanta belleza y energía. Pero no dejó que sus pensamientos se alejaran de nuevo. Tenía que concentrarse para poder entablar una verdadera conversación con ella.

- ¿Cómo sigue tu amigo?
- Ah... mejor, ya mejor, gracias.
- Qué bueno - sonrió divertida. Daniel quería despegar la mirada de sus ojos, de sus labios, de sus curvas. - ¿Ya te vas a casa?
- Sí, digo, no. - Aclaró la garganta - Voy con mi amigo, hoy lo dan de alta.
- ¿En serio? Me da gusto.
- Sí...

De pronto silencio. La respiración de Daniel se agitó y sentía que el corazón se le iba a salir.

- Bueno, nos vemos - acto seguido Nicole se encaminó a su coche. Daniel estaba petrificado. La estaba dejando ir. No podía, no quería eso.
- Nicole - la chica volteó - No te vayas.
- ¿Pasa algo?

Daniel mismo se sorprendió cuando empezó a caminar a ella. De la nada recuperó algo de él, de su carisma natural.

- ¿Podrías dejarme comprobar algo?
- ¿Qué? - Daniel la tomó delicadamente del rostro y pudo sentir su frio tacto, pero era como un iman. Nicole no se movió un centímetro y él la besó lentamente.

Nicole se separó de inmediato.

- Daniel, yo…
- No, permíteme - dijo Daniel y la volvió a besar. Nicole sorprendida y divertida a la vez simplemente lo dejó continuar.

Sonrió al terminar de besarla abriendo despacio los ojos, como temiendo despertar de un sueño. La sonrisa timida de antes fue sustituida por una inmensa al ver que ella no lo había rechazado y que estaba allí de frente.

La miró atento tratando de descubrir que pensaba con respecto al hecho, para ver si había disfrutado tanto como él del momento, pero no encontro respuesta.

- Ahora puedes dejarme de hablar, odiarme o abofetearme por hacer lo que hice. Estuvo mal y mi justificación, muy pobre por cierto, es que tenía que robartelo para confirmar, bueno para dejar de estar hecho tanto bolas más bien - miró atento Nicole parecía querer hablar - Por favor Nicole dame chance de terminar - ella disimuló la diversión que comenzaba a generarle el asunto. Las expresiones y palabras revueltas de Daniel, eran simpaticas, además le había gustado la forma de iniciativa tomada por él y estaba ansiosa de saber que más pensaba hacer, podía leer su mente y saberlo claro, pero ahora mismo estaba disfrutando simplemente con al acciones al momento.
- Te vi pasar y me dije: Daniel es el momento abordarla y platica con ella, besarla y descubrir los sentimientos que tienes. Y sí, debo parecerte un completo idiota, ligando, nervioso y hasta demasiado chiflado, estoy peor que niño de secundaria. - sintió que sudaba en frio, pero siguió - Muero por saber lo que piensas, pero también temo regarla más y que no me dejes explicarte todo antes de mandarme bien lejos - tomó aire - Lo cierto es que no sé nada de ti, no sabes nada de mí, bueno de lo único que estoy seguro es que me tienes mal. Tengo la cabeza en otro lado por su culpa señorita Bennett. Se me ocurrió que debo encontrar una solución para este mal, aunque bueno me encanta pensar todo el tiempo en ti, eso no lo negaré, como que en un sentido u otro ha cambiado un tanto mi vida desde que te conocí ¡Vamos! hasta perdí un partido y por una fracción de segundo no me importó, aunque ya me recuperare de eso. Creí que todo sería más fácil hablando pero siento que estoy revolviendolo más. ¡Demonios me desconozco! - Nicole no pudo más y comenzó a reír.
- Lo... lo siento - no podía parar de reír. No recordaba cuando fue la ultima vez que rió tanto. El estómago le dolía pero no podía parar.

Su risa sonaba a canto angelical para Daniel quien nervioso lo único que pudo hacer fue unirse a las risas.

- Aunque sea un idiota me da gusto que cuando menos sigas riendo, nunca creí que fuera posible porque ya eres perfecta pero te ves muchisimo más hermosa que nunca sonriendo.

Nicole respiró profundo y por fin pudo hablar

- No me lo tomés a mal, no me rió de lo que sientes, me rió del revoltijo que has hecho - la sonrisa se le volvió a escapar - me has hecho y te has hecho tantas bolas que ¡cielos! eres tan gracioso. No recuerdo haber reído tanto en toda la vida.
- ¿Entonces no estás decepcionada algo?
- No, no, ¡Estoy halagada de tus sentimientos! sólo que no sabía la capacidad que tenía de causar tanta confusión en alguien.
-¡Fiu! ahroa puedo respirar tranquilo - rió nervioso - ¿no me odias?
- No te odio de hecho me has hecho el día.

Daniel se relajó y la miró más intensamente. A Nicole le gustó la profundidad y seguridad de su mirada.

- ¿Entonces será que tengo derecho a hacer un trato contigo?
- Sugierelo y te diré si hay posibilidades.
- De acuerdo, el trato es el siguiente, no quiero ni seré del montón Nicole. No seré el típico chico que trata de conquistarte y ligarte, a menos que tu quieras. Quiero que esto sea diferente. No negare que me encantas, muero por volverte a besar, estar a tu lado, sin embargo deseo que me conozcas, que seamos amigos y que si tu lo quieres me hagas caso, por primera vez en la vida estoy seguro que quiero estar con alguien en plan de novios, en una relación seria. Nadie me creera cuando lo diga, pero es Daniel de la Reguera quien quiere una relación sería, y él es el que la quiere, no la chica - seguía divertido de él mismo - Sueno ñoño, cursi y ridículo pero en serio nunca había deseado hacer tanto estar con alguien. Y tú me desatas e inspiras tantas cosas que voy a intentar con todas mis fuerzas lograrlo. Que veas que soy la opción y que en la competencia para estar a tú lado no existe nadie mejor que yo.

La tomó de la mano y suspiró.

- Simple y sencillamente quiero que te enamores de mí.

Nicole seguía mirandoló sabiendo exactammente que responder. Se acercó hasta él, comenzó a besarlo de una manera distinta. La sorpresa de Daniel era grande pero rápidamente se aclopó a los movientos de la chica correspondiendo. Sintiendo algo especial que nunca antes había pasado, fuerza, valor, emoción y la sensación que sólo de una cosa estaba seguro, esto era más que simple atracción.

- Me parece que acepto el trato - dijo Nicole sin despegarse mucho de él. Le dio un último beso en los labios y sin parar de sonreir se alejó de él.

De nuevo estaba petrificado, tan contento como nunca antes. La vio partir, pero esta vez no fue para dejarla ir. En cuanto Nicole arrancó su auto y le mandó un beso Daniel, ya solo, no pudo evitar dar un grito de emoción.

Eso era todo. Él necesitaba un rayo de esperanza y ella se lo había dado. Ahora estaba más seguro, confiado, era como su una parte de su alma volviera y no pensaba volverla a dejarla ir.

Estaba seguro, Nicole se enamoraría de él.
agosto 10, 2010 | By: Sabrina Knight

Beso frio

Todo lo demás que siguió fueron muchos médicos yendo y viniendo, preguntando cómo se sentía y si había algo que recordara. Obviamente para Zack eso no fue nada fácil. No recordaba nada. Después del beso que le dio Romina había sido como si su disco se hubiera borrado y no recordara nada del sueño que tuvo, excepto las sensaciones que había tenido.

Su tía era la más preocupada y la que más lo mimaba. De pronto Romina se aparecía y desaparecía. Daniel regresó a su lado platicándole lo que había pasado en su ausencia. Para Zack era increible el hecho de haber estado en coma dos semanas. Nadie lo había extrañado ni mucho menos percatado, Daniel le decía que si, pero él bien sabía que mentía.

Las veces que Romina regresaba le platicaba de la obra de teatro. El profesor estaba emocionado por el último ensayo que habían tenido y se estaba esforzando mucho para que saliera todo magnífico. Romina le decía que el profesor la tenía muy checada y ensayando al máximo y que por eso se había alejado de su lado. Pero la verdad era otra que Romina no podía explicar muy bien y por ahora no lo intentaría.

Zack estaba encantado con los tratos que tenía en el hospital. Por primera vez se sentía presente, que nadie lo ignoraba.

- "Que fuera así todo el tiempo" - se decía a si mismo cada vez que una enfermera lo iba a ver o el doctor checaba sus signos. Aunque sabía muy bien que esa vida se acabaría y volvería a ser un Don Nadie como siempre. Sólo gozaría el momento.

No le había quedado el menor deseo de dormir de nuevo, le daba miedo quedar ahí de nuevo sin despertar, por lo que trataba de hacer hasta lo imposible para no dormir. Se ponía a ver la televisión, platicaba con su tía, con las enfermeras, se puso a contar los azulejos del techo e inclusive se pellizcaba cada vez que el sueño se asomaba por sus ojos. El primer día lo pudo evitar muy bien, casi sin esfuerzos, pero el segundo se volvió dificil y el tercero ya estaba demasiado cansado para pellizcarse tanto. Casi a las 3 de la mañana del tercer día Zack perdió la batalla... y se durmió.

Estaba en la sala de una enorme casa iluminada sólo por candelabros que daba una apariencia vieja y elegante. Él se encontraba recargado en una silla mirando fijamente el reloj que marcaba las 7:59 y esperaba que la manecilla llegara finalmente al 12 para que dieran las 8.


- Estoy lista - dijo una voz atras y él volteó justo en el momento en que la campana del reloj anunciaba las 8 de la noche.


Él omitió el ruido de las campanas y miró fijamente a la recien llegada. Era una hermosa mujer de oscura y larga cabellera, con cuerpo escultural y unos hipnóticos ojos azules.Ella le sonrió y él no pudo evitar sentir cómo su estómago lo traicionaba y delataba sus sentimientos. Ella se acercó y le hizo una reverencia que él respondió agachando la cabeza. Ella sonrió diverttida.

- Eso de la galantería no es tu fuerte.
- Es algo que he estado practicando - él la tomó de la mano y la besó. Subió la mirada y le dio el brazo para que ella lo tomara. Así lo hizo.
- Has practicado bien - ambos tomaron camino por la casa.

De pronto el silencio los invadió y él tomó la primera palabra.

- ¿Y?
- ¿Y..? - frunció el entrecejo - ¿"y" qué?
- ¿Cuando nos iremos? - bajó la voz y rozó sus dedos con su mano. Ella se hizo a un lado y endureció la mirada.
- Quedamos en no hablar de eso, por lo menos no aquí.
- ¿En dónde hablaremos entonces?
- En otro lugar. No seas imprudente. - ella adelantó el paso dirigiendose a una puerta. Él la siguió preocupado y entró tras de ella, pero no la encontró. La puerta se cerró detrás de él. Volteó asustado y la vio con una sonrisa pícara. Puso el cerrojo y se acercó a él tomándolo del rostro. - Ya te he dicho que no seas imprudente cariño. Por ahora lo más conveniente es que nadie sepa nada - le rozó los labios sin besarlo. Él pudo oler su aroma, y hasta respirar su aliento era provocador - tenemos que ocultar nuestro amor, pero cuando sea el momento. - lo miró a los ojos - nada podrá separarnos... - acercó sus labios a los suyos y lo único que sintió él... fue frio.

- Zack.

Zack despertó de un brinco y Romina se exaltó.

-¿Qué te pasa? ¿Estas bien? - Zack asintió apenas tratando de asimilar lo ocurrido. Nunca había soñado con esa mujer, siempre había sido otra la de sus sueños y ahora, no quería aceptarlo, pero estaba consternado. -¿Seguro? - Romina lo tomó de la mano y Zack pudo sentir su cálido tacto. Era rencornfortante después de sentir frio. Zack asintió de nuevo y élla trató de no darle importancia.
- ¿Qué haces?
- Acabo de llegar. - sonrió y dejó sus cosas a un lado - sólo que te sentí perturbado y por eso te llamé. Hasta brincaste.
- Tenía... estaba soñando.
- Se notó. - se volvió a sentar en la orilla de su cama y le tocó la frente - ¡Oh por Dios! Estas ardiendo - Zack se tocó la frente y se sintió frio. - Voy a llamarle al médico.
- No - la detuvo a tiempo - sólo tengo frio.
Romina volteó y vio la ventana abierta. Se levantó y justo antes de cerrarla se quedó quieta, como mirando el horizonte.
- ¿Qué pasa? - preguntó Zack.
- Nada - Romina cerró la ventana - lo mejor es que no abras la ventana. - Se sentó de nuevo a su lado y le quitó el cabello de la cara - si dejas pasar al frio, nunca se va a querer ir. - sonrió y le dio un beso en la mejilla. Zack pensó que Romina exageraba. No podía impedirle el paso al frio.

Justo como no podía quitarse la sensación de ese beso frio en sus labios, ni el beso tibio de su mejilla.