septiembre 04, 2012 | By: Lizzye

Ojos verdes

Un baño relajante de espuma fue lo único que logró sacar a Nicole del estado de shock en el que se encontraba. Se colocó una pijama blanca de dos piezas y comenzó a cepillarse el cabello. Entre el rocé de la piel de su vecino, las sensaciones que provocó, la discusión con Daniel y la desvelada de la noche anterior no aguantaba más sus ojos, ni siquiera se dio cuenta cuando se perdió entre sueños.

Un hermoso vestido de seda color azul era lo que traía puesto ahora, sus mejillas se veían sonrosadas, sus ojos grandes verdes luminosos y una sonrisa carmín reflejada en el cristal. Definitivamente estaba viva, eran los años en los que no era dependiente de sangre de los demás para subsistir. Se puso el antifaz y entró al lugar concurrido nuevamente.

Una fiesta que había sido prometedora, sin embargo terminó siendo sólo una reunión aburrida de socios de su padre. Respiró tranquila mientras salía al jardín, escapando de la vista de los demás. Se encontraba mirando las estrellas, era una noche de cielo despejado luminoso, con gran luna azul de esas que ocurren sólo cada tres años.

Comenzó a tararear una canción que amaba mientras sus pies se deslizaban despacio por el césped. Era mejor la fiesta que estaba armando sola para su sentidos que estar allá dentro fingiendo diversión. Respiró una y otra vez mientras mantenía los ojos cerrados al compás de su canción.

- ¿Me concedería está pieza? - preguntó la voz de un caballero a su oído. Volteó para comprobar lo que creía.
- Buenas noches - respondió sonriendo al chico que tenia enfrente. Él traía un traje de gala negro, con un antifaz dorado en el rostro que apenas dejaba ver sus enormes ojos verdes - Comenzaba a creer que no iba a venir.
- ¿Y perderme de la aburrida fiesta, corriendo el riesgo a que alguien la fastidiara más que yo? Sería un castigo - sonrió dulcemente y ambos rieron - ¿Entonces? ¿Me permite señorita Benett? - estiró la mano esperando la resolución, seguro de si mismo de cual seria la respuesta.
- Normalmente hubiera obtenido un no como respuesta para fastidiarle también, pero creo que una noche así se debe disfrutar - le ofreció su mano. Un sinfín de sensaciones llegaron a su estómago, sensaciones de todo tipo, pero que daban como resultado solo sonrisas.

Comenzaron a bailar al ritmo acompasado de la música que se escuchaba a lo lejos dentro del salón. Una canción lenta que ambos tarareaban mientras bailaban.

- ¿Sabe que las personas comienzan a mirarnos? - dijo Nicole mirando a una pareja de ancianos que no les quitaban los ojos de encima.
- Se lo he advertido antes: Nunca paso desapercibido, todos tienen que mirarme siempre. Soy como un sol que simple y sencillamente se tiene que ver, y si consideramos que me encuentro con usted ahora mismo el reflejo debe de ser el triple de impactante.
- Siempre tan modesto - ironizó mientras ambos comenzaron a reír.
- Tengo una manera de que nos miren más - observó sus ojos, quitó el antifaz de ella y se quedó mirándola por un par de segundos en seco mientras sonreía. - Así nada se compara a mirar su lindo rostro - los colores encendieron sus mejillas - y para terminar, el toque justo... - se quitó el antifaz - ahora estamos perfectos.-Nicole no podría dejar de mirarlo, era él. Estaba posada frente al hombre odioso de su actualidad.
- ¿Tú?
- ¿Y ahora vas a negar que me conoces? - con su pulgar trazó el contorno de la mejilla - eres hermosa Nicole Benett y con esas mejillas sonrojadas aun más.

Se levantó de golpe gritando como desesperada.

- ¡Maldita sea! - gritó de nuevo al darse cuenta que todo había sido un sueño - Me vas a terminar de volver loca como siga así. Ahora también estás en mis sueños. ¿No me voy a poder liberar jamás de ti? ¿Lo que sentí al tocarlo? Y este sueño antiguo como si no fuera la primera vez que te veo, por si fuera poco mi cachetada no te hizo nada. Estás como si nada, ¿qué tipo de ser humano común y corriente sobrevive a un impacto como ese? - Corrió hasta el balcón a abrir la ventana necesitaba un poco de aire.

Había sido todo tan real, cuando tocó su mejilla en el sueño sintió lo mismo que cuando lo abofeteo apenas un par de horas antes, tantas cosas encontradas.

- ¿Qué me estás haciendo? ¿qué me está pasando? - dijo escondiendo su rostro entre sus manos.
- Yo tampoco entiendo nada de lo que nos está pasando - respondió Zack al otro lado del balcón. Nicole lo miró sorprendida, no se percató que habían pasado un par de horas, ni siquiera creía volver a verlo pronto y ahora de nuevo lo tenia enfrente.

Rojo Carmesí

Sí, no lo iba a negar: estaba contenta.

Después de todo, no sabía cómo había sido ese cambio sorprendente. De pronto todo ese amor, la locura por querer estar junto a alguien se había convertido en un bálsamo sanador de su propio orgullo. Claro, Romina jamás iba a dejar de ser ella, pero por un momento (por increíble que le pareciera a ella misma) podía no pensar sólo en Romina.

De hecho estaba emocionada por salir con Zack. Regresó a casa temprano, se metió a la ducha para refrescarse, salió con la mayor tranquilidad del mundo y se puso a elegir meticulosamente su atuendo. Era una noche especial, uno de sus grandes sueños era ser actriz y con esa oportunidad nada parecía salir mal. Además, si Zack ponía atención y se ponía listo... probablemente aceptaría ser su novia.

Tuvo el mayor cuidado para maquillarse, sería perfecto, todo sería perfecto y eso ella lo sabía.

Se puso delicadamente el gloss sobre sus labios, pero justamente al llegar al final de ellos... se quebró el espejo.

Había brincado del susto. Pero no entendía por qué. ¿Cómo se pudo haber roto? Lo tocó y sintió los ligeros bordes despostillados y uno de ellos la hirió. Miró su dedo con una larga gota de sangre. Sangre... viejos recuerdos de aquella vida que por poco olvidaba, aunque para ella en ese momento no significaban nada ya. Su estómago dio un ligero vuelco y su corazón a latir más rápido. ¿Era un mal presentimiento?

No, simplemente era una tontería, nada podía salir mal.

Limpió la gota de sangre en sus labios y automáticamente tornaron un rojo carmesí profundo, cerró los ojos para disfrutar esa gota de sangre en su boca, en su lengua y cuando abrió los ojos puso ver en el espejo a esa otra mujer, a esa ilusión de ella misma que se miraba con odio. Romina se asustó y su reflejo quitó el dedo de su boca, sonrió maleficamente y le mostró los colmillos.

- Cometes mis mismos errores - susurró con una espantosa y profunda voz - mira más allá.
- ¿Dónde? - preguntó con miedo.
- Donde no te estorbe tu corazón.

El reflejo dio un fuerte grito y Romina sintió que todo se estremecía, tanto que el espejo se rompió en varios pedazos. Romina se tuvo que proteger para que ninguno de ellos le diera en el rostro, pero...

Nada había pasado.

El espejo estaba intacto. Ni siquiera tenía la primera fractura que había visto. Se miró el dedo y encontró la cortada, se sintió los labios: tenía impregnado el sabor a sangre y el rojo carmesí.

Miró el reloj: 20:30 hrs. Era tarde y seguramente Zack ya estaba en camino.

Volvió a revisar el espejo. Sólo estaba ella, sin Mónica presente. ¿Qué era lo que había pasado? ¿De verdad su corazón le estaba estorbando? ¿Para qué?

No. Ya estaba pensando de más y esa sería una noche para festejar... una noche para festejar y nada le preocuparía... por ahora.
septiembre 03, 2012 | By: Sabrina Knight

Diferente

- ¡Señor Mondragón! - le gritaron a Zack casi en el oido. Zack despertó de un brinco y miró completamente pálido al profesor que estaba rojo del coraje. - ¡Salga de mi salón! - ordenó.
- Pero...
- ¡Salga! - ordenó con tanta furia en su voz que Zack sólo pudo tomar su mochila y su cuaderno antes de salir casi corriendo.

Apenas tocó el pasillo Zack se empezó a dar de golpes en la cabeza. ¿Dónde demonios estaban sus pensamientos? Era horrible porque se sentía perdido. Y lo estaba. No dejaba de pensar en el poema que escribiría a Nicole. Sabía que era una estupidez haber aceptado ayudar a Daniel de nuevo, y mucho más para seguir conquistando a Nicole.

Sin embargo había algo que le estaba empezando a preocupar más: la gente se estaba dando cuenta de lo distraído que era en realidad. ¿Y cómo no preocuparle ese hecho si ahora se sentía... vigilado? Antes podía estar en un cuarto, dormirse y nadie jamás se daba cuenta hasta que despertaba y se daba cuenta que lo habían olvidado. Le molestaba, por supuesto, pero estaba tan acostumbrado que ya había aprendido a vivir y aprovecharse de eso. ¿Por qué la gente se estaba dando cuenta de que estaba él ahí?

- ¡Zack! - gritaron por su espalda y él dio un brinco del susto - ¿estás bien?
- Romina... perdón, ando un poco... alterado.
- ¿Por qué? - Zack se encogió de hombros. Romina torció la boca y suspiró. Llevaba todo el día así y sin decirle nada a ella. No quería preocuparse, así que ignoró el hecho. - ¿Sabes qué me pasó hoy?
- ¿Qué? - pregunto Zack y ambos empezaron a caminar por los pasillos de la escuela.

Zack estaba consciente que los hechos habían cambiado. La gente empezaba a voltear a verlo, como si llevara una gran botarga luminosa y escandalosa que hiciera que todos voltearan curiosos a verlo. Se sentía extrañamente intimidado y cada paso procuraba pisar bien, era capaz de tropezar y conseguir que todos se burlaran de él.

¿Y si de nuevo era su locura? Seguramente. Lo más probable es que todos lo voltearan a ver porque Romina iba a su lado y ella siempre era el centro de atención. "Sí, es eso" se dijo para convencerse.

De nuevo le vino a la mente la carta que le escribiría a Nicole. ¿Pero qué le escribiría? Por un lado quería pedirle una disculpa por lo que pasó en la mañana, por otro lado tenía que sonar como Daniel y decir lo enamorado que estaba, pero él no estaba enamorado de ella ¿o si?

- ¿Cómo ves? - dijo Romina en voz alta, de frente suyo, mirándola bastante contenta.
- Maravilloso. - respondió sin saber qué decía.
- ¿En serio? ¿Entonces me quieres acompañar?
- Claro. - Sólo que no sabía a dónde.
- ¡Qué bien! Sabia que nadie más me hubiera querido llevar a mi primer día de stripper en la Zona Rosa.
- ¿Qué? ¿Qué dices? - preguntó confundido - ¿Stripper en la Zona Rosa?
- ¡Vaya! Al fin me pones atención - contestó con un desdén de sarcasmo - ¿Dónde demonios está tu cabeza Zack?
- ¿Por qué lo dices?
- ¿Qué no me escuchas? ¡Llevo no sé cuanto tiempo diciéndote lo que me pasó hoy y lo único que haces es ignorarme!
- ¿Pero porqué te vas a hacer stripper...?
- Zack... era puro sarcasmo e ironía. ¡Dios! - gritó molesta - Es increíble que ni siquiera pueda contar contigo. ¿Sabes qué? Mejor me voy antes de que pierda la paciencia y...
- No, espera Romina. Perdóname es que... no sé dónde está mi cabeza.
- ¿En serio? ¡Vaya, qué cosas!
- En serio, discúlpame. - Romina lo miró a los ojos, suspiró y se encogió de hombros.
- ¿Y qué puede ser tan importante para que estés así?
- Bueno, hoy hablé con Daniel. Parece que recordó que existo.
- Eso sí es una novedad - respondió con el mismo sarcasmo - ¿Y?
- Me pidió un favor y...
- ¿Un favor? - se detuvo - ¿Qué tipo de favor? No, no me digas. ¿Quiere que hagas otro ridículo como el que hizo en el teatro? Por favor dime que no, porque soy capaz de ir y decirle que cuando quiera hacer esa clase de idioteces que las haga él solo y...
- No tiene nada que ver con el teatro...
- Pero sí con su estúpida enamorada ¿no? - Zack asintió - Bueno, ¿qué te pidió?

De pronto Zack no supo qué contestar. ¿Le diría realmente que él le iba a tener que escribir una carta de amor a Nicole? Se pondría histérica, le reclamaría a Daniel y al final no tendría que hacer nada para Nicole. Por un lado eso sonó bastante tentador. Así se libraría de cualquier obligación y se tendría que olvidar de todo, pero...

- Quiere que piense a qué restaurante puede ir con su novia para poder sorprenderla. Creo que van a tener un aniversario, o no sé cómo se diga cuando cumplen meses de novios y...
- Y quiere que tú le hagas la reservación ¿no?
- Sí. - asintió. Romina suspiró muy molesta, trataba de controlarse, odiaba que su hermano ocupara a Zack para sus tonterías amorosas. - no sé, yo no conozco muchos restaurantes elegantes y pues me pareció que nuestra amistad podría regresar si lo ayudaba y...
- Tranquilo, te entiendo. - Zack se sorprendió - Te daré la tarjeta del mejor restaurante al que he ido. Daniel no lo conoce, pero estoy segura que eso controlará sus hormonas de post-adolescente estúpido.

Zack se sorprendió, no sabía qué responderle, y más porque había mentido. Comenzaba la culpabilidad.

- Ya con eso te va a dejar en paz. ¿Qué dices?
- Gracias Romina. - Sonrió. Ella también lo hizo, volteó a ambos lados del pasillo y sin que Zack lo esperara le dio un beso en los labios.
- Tengo una idea.
- ¿Cuál?
- Conozcamos el restaurante que te digo. Hoy tengo que celebrar.
- ¿Por qué?
- Sí me hubieras escuchado lo sabrías. Pero no importa, ahora que tengo tu atención te lo diré: me llegó un correo electrónico. - sacó su iPhone y le mostró - es una carta de la escuela de artes de Nueva York. Quieren hacerme una entrevista para estudiar actuación.
- ¿De verdad? - Romina asintió bastante feliz - ¡Felicidades Romina! Te lo mereces tanto.
- ¡Lo sé! - respondió sin un gramo de humildad - ¿Qué dices? ¿Vamos al restaurante a celebrar?
- Por supuesto. - Romina repitió el procedimiento de buscar a alguien por los pasillos y de nuevo le plantó un ligero beso a Zack.
- ¿Te parece si nos vemos a las 8? Pasas a mi casa y de ahí te llevo.
- Perfecto.
- Muy bien. - ahora sin mirar a ninguna parte le dio otro beso. - Te veo al rato. - Zack asintió. De pronto le vino a la cabeza un pensamiento. - Romina... - ella volteó - ¿Me ves diferente? - Romina asintió. - ¿Qué tengo de diferente?
- No lo sé. Es como si de pronto... no pudiera dejar de verte.

Zack sonrió, ella le mandó un beso de lejos y se encaminó en los pasillos.

El chico se le quedó mirando. Sabía que le había mentido a Romina, pero no se arrepentía, llevaba horas pensando en qué escribir y no perdería la oportunidad de llevarle un anónimo... en nombre de Daniel.

- Querida Nicole... - pensó en voz alta - no entiendo por qué y no quiero saber por qué, pero me traes loco. - asintió - sí, ese es un buen comienzo.

Suspiró sin dejar de pensar y se encaminó hacia el estacionamiento.