septiembre 17, 2010 | By: Sabrina Knight

Capítulo 5. Cambio de vida

Estaba a punto de dejar su vida.

No pudo evitar sentir nostalgia y miedo, pero ella misma sabía que todo eso valía la pena. Esa nueva vida valía la pena.

Se quedó sentada sobre una roca mirando el atardecer, suspirando el aroma del agua salada y sintiendo el calor del sol sobre la playa. Cerró los ojos tratando de recordar esa imagen en su cabeza. Tendría esa imagen siempre, del hermoso lugar donde había nacido, crecido y que ahora tendría que abandonar para siempre.

Había hecho una elección: dejar todo lo que conocía, dejar atras la vida de miseria, amargura y sufrimiento por una nueva vida de lujos, privilegios e inmortalidad.

No era un mal trato, tendría que estar a lado del que ya la había comprado, parecía quererla y podía darle todo lo que quería, incluso esto. Tampoco le dolía dejar a sus padres, ellos había preferido venderla por unos animales antes que protegerla o quererla, además jamás habían tenido cariño. Era como estar huerfana con padres.

Había querido escaparse tantas veces, huir con el primer hombre que viniera por ella y le prometiera algo en que caerse muerta. Pero nadie había llegado, y jamás había juntado el valor para salir corriendo.

Cuando llegó aquella persona preguntando por ella y queriendo llegar a un acuerdo, ella no hizo nada. Era lo mejor. Tal vez así podía estar con alguien que la valorara más o con el que al menos no se sentiría tan excluida y sola.

Aquel hombre la compro por unas tierras con animales, sus padres aceptaron gustosos y en la noche él llegó por ella... en la noche, siempre era en la noche.

No la hizo su esposa. Sólo la llevó a su casa y la dejó en una habitación para que durmiera, no dormía. En las mañanas paseaba en los pasillos y generalmente se la pasaba arreglando su cabello. Él siempre llegaba de noche y se iba apenas ella se iba a su habitación. Pero un día él le pidio que la acompañara a las catacumbas de su casa, y ahí le mostró la vida que guardaba, su vida secreta, pero que lo había acompañado desde hacía más de 200 años.

Le mostró todo y le contó lo que podía hacer, la vida ilimitada y el poder que corría dentro de él. Todo sólo por el precio de la sangre, la sangre de personas desconocidas y que sacrificaban su vida para mantener la de él. Eso era lo que podía ofrecerle, eso era lo que le iba a dar.

Ella aceptó.

Ahora tendría que despedirse de todo, del día, de los amaneceres, de los olores como los conocía, del calor que podía sentir en la piel. Ese iba a ser su ultimo atardecer, la última vez que sabía lo que sentiría ser humana.

Tenía miedo.

De pronto sólo sintió como dos manos tocaban sus hombros y los dedos frios recorrían sus brazos.

"¿Estas lista?" preguntó antes de hacerle el cabello a un lado. Ella cerró los ojos recordando como había sido ese atardecer. Ya era de noche y la hora había llegado. Tragó saliva y puso su mente en blanco antes de sentir cómo es que moría.


Abrió los ojos con la opresión y el miedo que el sueño le había dejado. Trataba de no recordar lo que había soñado, pero era inevitable, siempre lo soñaba y así había formado parte de lo que habían sido sus viejos recuerdos. Se levantó de la cama quedandose sentada en la orilla. Tocó su cuello, nunca tenía nada, pero siempre había sentido esa mordedura, la agonía de morir desangrada.

Le había costado trabajo, pero aceptó esos sueños como verdaderos, como parte de lo que fue ella, pero había cosas que la dejaban con más dudas. ¿Cómo pudo dejar la vida que tenía para volver a nacer en algo completamente diferente?

Miró su closet y con un movimiento de muñeca, aun lejos de él, abrió y cerró la puerta. Encendió y apagó las luces sin moverse y llegó su celular a sus manos sólo con desearlo. Sonrió para si misma y se levantó para su ventana, corrió las cortinas.

No lo entendía pero lo aceptaba. Había nacido como alguien completamente diferente a lo que había sido alguna vez, pero ahora ya no tenía limitaciones, el sol, la luz ni la sangre la iban a detener.

Nada ni nadie la iba a detener.

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