septiembre 17, 2010 | By: Sabrina Knight

Aquella otra voz

No era posible.

- ¿Ya viste la hora? Nunca, nunca jamás vuelvo a confiar en ti.
- No seas tan melodramática Romina.
- ¿Melodramática? ¿Ya viste la hora? Voy una hora tarde por tu culpa.
- Pues tu tampoco saliste muy temprano.
- Me lo merezco por confiar en ti. ¿Por qué demonios dije que si cuando me preguntaste si me llevabas? ¡Tú sólo quieres ver a la güera esa! - le pegó en el brazo a su hermano.
- ¡Basta, basta! No vas a lograr nada si me pegas, así que calmate.

Romina se recargó con fuerza cruzando los brazos. Estaba furiosa. ¿Y cómo no estarlo? Ya iba una hora tarde y ese día iba a ser un ensayo demasiado importante. No estaba nada tranquila, ultimamente en los ensayos las cosas no le habían salido como quería y aquella tonta le había estado haciendo un tipo de complot.
El teatro era su vida y no podía dejarse vencer por esa tipa.
No sabía porqué le habían salido mal las cosas, estaba distraida y cada que podía pensaba en Zack. Desde que había ocurrido ese golpe en la cabeza las cosas habían cambiado tanto para Zack como para Romina. No podía entender cómo le podía hacer tanto mal.

- Ya casi llegamos.
- Callate y maneja. - dijo sin dejar de cruzar los brazos. La lluvia empañaba demasiado los vidrios y casi no dejaban ver. Daniel limpió el parabrisas con su mano, Romina puso los ojos en blanco y con un chasquido los vidrios se limpiaron.
- ¡Vaya que suerte!
- Tu apurate.

Llegaron apenas al estacionamiento y Romina salió corriendo. Escuchó música a lo lejos. ¡No era posible! Estaban empezando sin ella. Corrió más rápido bajo la lluvia, pero se detuvo de golpe. Había otra voz, no sólo la de la rubia tonta, sino la de un hombre.

Zack...

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