septiembre 04, 2012 | By: Sabrina Knight

Rojo Carmesí

Sí, no lo iba a negar: estaba contenta.

Después de todo, no sabía cómo había sido ese cambio sorprendente. De pronto todo ese amor, la locura por querer estar junto a alguien se había convertido en un bálsamo sanador de su propio orgullo. Claro, Romina jamás iba a dejar de ser ella, pero por un momento (por increíble que le pareciera a ella misma) podía no pensar sólo en Romina.

De hecho estaba emocionada por salir con Zack. Regresó a casa temprano, se metió a la ducha para refrescarse, salió con la mayor tranquilidad del mundo y se puso a elegir meticulosamente su atuendo. Era una noche especial, uno de sus grandes sueños era ser actriz y con esa oportunidad nada parecía salir mal. Además, si Zack ponía atención y se ponía listo... probablemente aceptaría ser su novia.

Tuvo el mayor cuidado para maquillarse, sería perfecto, todo sería perfecto y eso ella lo sabía.

Se puso delicadamente el gloss sobre sus labios, pero justamente al llegar al final de ellos... se quebró el espejo.

Había brincado del susto. Pero no entendía por qué. ¿Cómo se pudo haber roto? Lo tocó y sintió los ligeros bordes despostillados y uno de ellos la hirió. Miró su dedo con una larga gota de sangre. Sangre... viejos recuerdos de aquella vida que por poco olvidaba, aunque para ella en ese momento no significaban nada ya. Su estómago dio un ligero vuelco y su corazón a latir más rápido. ¿Era un mal presentimiento?

No, simplemente era una tontería, nada podía salir mal.

Limpió la gota de sangre en sus labios y automáticamente tornaron un rojo carmesí profundo, cerró los ojos para disfrutar esa gota de sangre en su boca, en su lengua y cuando abrió los ojos puso ver en el espejo a esa otra mujer, a esa ilusión de ella misma que se miraba con odio. Romina se asustó y su reflejo quitó el dedo de su boca, sonrió maleficamente y le mostró los colmillos.

- Cometes mis mismos errores - susurró con una espantosa y profunda voz - mira más allá.
- ¿Dónde? - preguntó con miedo.
- Donde no te estorbe tu corazón.

El reflejo dio un fuerte grito y Romina sintió que todo se estremecía, tanto que el espejo se rompió en varios pedazos. Romina se tuvo que proteger para que ninguno de ellos le diera en el rostro, pero...

Nada había pasado.

El espejo estaba intacto. Ni siquiera tenía la primera fractura que había visto. Se miró el dedo y encontró la cortada, se sintió los labios: tenía impregnado el sabor a sangre y el rojo carmesí.

Miró el reloj: 20:30 hrs. Era tarde y seguramente Zack ya estaba en camino.

Volvió a revisar el espejo. Sólo estaba ella, sin Mónica presente. ¿Qué era lo que había pasado? ¿De verdad su corazón le estaba estorbando? ¿Para qué?

No. Ya estaba pensando de más y esa sería una noche para festejar... una noche para festejar y nada le preocuparía... por ahora.

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