junio 06, 2010 | By: Sabrina Knight

Alucinación

Lo siguiente que miró no fue si ella le había sonreído o no, simplemente lo que vio fueron, literalmente, estrellitas.

Un golpe muy fuerte le había dado justo en el centro de la frente. Y eso no sabía cómo le provocó un repentino desmayo que amortiguó la caída, pero lo despertó rápidamente el dolor que le provocaban los golpes. Se quejó del golpe tratando de tocar el lugar del impacto.

- ¡Auch! - gimió.
- ¿Estas bien? - susurró una dulce voz en su oido.
- Sobreviviré... - dijo inconciente aun de lo que pasaba. Así que intentó abrir los ojos aun cegado del golpe y de la luz del sol que no lo dejaba ver claramente. Encontró la forma de una sombra con cabello rizado, pero apenas quería aclarar su visión cuando la luz del sol lo volvió a cegar, la sombra se había quitado y él no había visto quien era.
- ¡Zack! ¡Zack! - Zack trató de incorporarse, aunque sí reconocía ya esa voz - Zack ¿estas bien? Perdóname no quería lastimarte. ¿Te duele?
- ¿Tú qué crees? - entrecerró los ojos y pudo distinguir mejor a su amigo.
- Vamos a la enfermería.
- Estoy bien - dijo tratando de zafarse de las manos de Daniel que lo sujetaba el brazo - ¿Qué no ves que soy cabeza dura? - Pero eso no le importó a Daniel que de pronto se vio rodeado de muchas personas que rondaban preocupadas y curiosas por lo que había pasado.
De pronto todos hablaban y hacían preguntas tontas. Estorbaban más que ayudar. Daniel se veía en aprietos tratando de sacar a Zack, pero Zack en ese momento sólo pensaba en una cosa: ¿Quién había sido la persona que se había acercado a él primero?
Daniel hizo a un lado la puerta y dejó entrar a Zack que, sin saber cómo, ya habían llegado a la enfermería.

- ¿Pero qué sucedio? - preguntó la enfermera.
- Lo golpeé sin querer con una pelota de tenis.
- ¿De tenis? ¿En pleno juego?
- Sí... - respondió avergonzado - bueno, él estaba en las gradas y yo...
- ¡Dios santo! ¿A cuanta velocidad iba la pelota? Recuestalo ahí. No es posible ¿Cómo pasó? ¿Qué no ponías atención al juego?
- Bueno es que...
- Les hemos dicho a las autoridades que pongan una reja de seguridad para estos casos ¿Pero alguien hace caso? ¡No, claro que no! ¿Qué no sabes jugar bien niño?
- Sí pero es que...
- ¡Qué más da! todo eso de los deportes siempre he dicho que es tan agresivo, como el americano ¿Sabes cuantos tengo que atender por lesiones en entrenamientos? ¡Cinco diarios!

Daniel se sentía peor que una cucharacha, la enfermera no lo dejaba de regañar y él no podía defenderse, aunque en parte tenía la culpa. Si hubiera puesto atención al juego y no a la sonrisa de Nicole las cosas hubieran sido diferentes.

Frunció el ceño, acababa de recordarlo ¿Y Nicole? Había desaparecido justo cuando le dio el golpe a Zack. Entre sus alucinaciones imaginó que Nicole estaba con Zack en menos de un parpadeo, pero luego estaba en el lugar que la vio por primera vez y después... desapareció.

- ¡Dejate de mover! - gritó la enfermera y provocó que Daniel volviera a la realidad.
- Pero es que me arde.
- ¿Quien te manda a ir a un lugar tan inseguro como las canchas? Listo, ya no tienes sangre, pero igual vas a tener que ir al doctor después de esto.
- ¿Qué no hay un doctor aqui? - preguntó quejandose Zack
- ¿Tu ves uno por aquí? ¡No! Hoy se fue temprano ¿O quieres esperarte aquí hasta que regrese mañana?

Zack frunció el entrecejo, quería contestarle, pero se quedó callado. La enfermera sonrió triunfante.

- Ahora, no te muevas niño, voy por una venda para que no se te vea todo rojo. - la enfermera malmiró a Daniel y salió de la minisala.

Ambos se miraron y alzaron ligeramente los labios.

- Lo siento mucho. De verdad no fue mi intensión.
- Lo sé - se sentó en la cama - si hubieras querido darme en la mitad de la frente no te hubiera salido. - Daniel sonrió y asintió - Sólo hay algo que no puedo creer.
- ¿Qué?
- Que el maravilloso y talentoso Daniel de la Reguera haya fallado un golpe de esa forma ¿qué paso?
- Me distraje.
- Vaya forma de distraerte.
- Lo siento muchisimo. ¿Te duele mucho?
- Sí, me duele la cabeza. Creo que me diste en las neuronas buenas. Ahora sí voy a quedar tarado, más de lo que ya creían que era.

Ambos soltaron una ligera risa. Zack cerró los ojos y de pronto le vino a la cabeza la voz que le había hablado. Abrió los ojos.

- Oye ¿quién se acercó antes que tu?
- ¿Antes que yo?
- Sí... antes de que llegaras por mi, llegó alguien más ¿no?
- Yo no vi a nadie que se te acercara antes. De hecho la muchedumbre se hizo cuando llegue yo contigo.
- Pero había alguien más ¿no? - Daniel lo negó con la cabeza - No juegues, yo vi a alguien antes de que llegaras. Alguien se acercó a mi para preguntarme si estaba bien. ¿no viste quien fue?

Y por una fracción de segundo a Daniel le vino a la cabeza la imagen de Nicole cerca de donde estaba Zack, cuando desapareció ese segundo. ¿Y si ella había...?

- No, creo que fue el golpe de la cabeza.
- ¿En serio? - Daniel asintió - No manches, pues vaya golpe que me diste. Hasta vi estrellitas.

En ese momento entró la enfermera con la misma pinta de enfado que tenía cuando llegaron. Y casi sin que dijera más palabras le puso agresivamente el parche en la frente y los dejó ir.

- ¡Y tengan más cuidado! - dijo antes de que marcharan.

Zack empezó su caminata con tropiezos, por lo que Daniel lo sostuvo.

- Te llevo atu casa.
- ¿Y mi coche?
- Al rato vengo por el.
- ¿Y te vas a ir en uniforme de Tenis? - Daniel se miró, no se había dado cuenta con tanto ajetreo. Se acercaron a una banca y se sentó Zack.
- Voy por mis cosas, regreso en un minuto.
- También ve por las mías, deben de seguir tiradas en las gradas.

Daniel asintió y salió corriendo. Zack se quedó sentado y cerró los ojos, el mundo aun le daba vueltas. Trataba de no pensar en el golpe que había recibido, la cabeza entre que le ardía y le dolía.

¡Vaya golpe!

Sin embargo de nuevo escuchó en su mente esa voz de preocupación. Abrió de nuevo los ojos y no encontró a nadie. Nadie otra vez. Quizás Daniel tenía razón y sólo había sido una alucinacion suya.

Sólo que... por un momento le pareció que era la misma Nicole la que se había preocupado por él.

Bueno, eso sí era una alucinación.

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