junio 06, 2010 | By: Sabrina Knight

Aire Fresco


El camino de regreso fue rápido. zack se había sentado en el asiento de Daniel y dormitó. De alguna forma Zack debía de aprovechar que Daniel eran tan amable. No todos los días terminas con un chichón del tamaño de una montaña.

Mientras dormitaba Zack logró escuchar que el celular de Daniel sonó.

- ¿Qué pasó Romina? Sí, aquí está conmigo. No, todo está bien ¿Te quieres calmar? Fue un accidente, yo no lo golpeé porque quisiera. Voy a llevarlo a su casa. No te lo puedo pasar, está dormido. No, no lo voy a despertar nada más porque quieres hablar con él. Mira, voy a llevarlo a su casa, ya luego voy a la casa y te platico ¿ok? Adios - y colgó.

Zack sonrió con los ojos cerrados aun haciendose el dormido. Se sentía bien que alguien más se preocupara por él.

Daniel se estacionó y le tocó el hombro a Zack.

- Ya llegamos.
- ¿Tan rápido?
- Soy veloz al volante. Anda, te ayudo - salió del coche y fue a la puerta de Zack. Lo ayudó a salir y sacar sus cosas. - ¿Está tu tía?
- No sé - agarró su mochila y sacó sus llaves - me dijo que iba a salir, pero...
- ¡Zacarias, Daniel! - gritaron atras de ellos la tía de Zack que iba llegando con una bolsa del mandado en la mano - ¿qué hacen por a...? ¡Zack! ¿Qué te pasó en la cabeza? - preguntó preocupada tocando la frente de Zack.
- Estoy bien - hizo su mano a un lado, aun le dolía - fue un accidente.
- ¿Pero qué te pasó?
- Es que yo...
- Sin querer lo golpeé con una pelota de tenis. Estaba en el entrenamiento y lancé la pelota mal. No quería lastimar a Zack.
- ¡Daniel, me extraña! Tu eres tan buen jugador. Siempre que te vamos a ver ganas sin esfuerzo. - Daniel agachó la cabeza apenado, la tía de Zack entendio y supo que se sentía culpable - pero bueno, los accidentes pasan ¿Cómo te siente Zack?


Daniel no se quedó más de media hora. Zack de verdad tenía un fuerte dolor de cabeza y prefería ir a dormir. Su tía le preparó un té y dejó que se fuera.

- Pero mañana vamos al médico - sentenció su tía y Zack sin muchas ganas se echó en su cama a dormir.

Algo extraño pasó con sus sueños. No eran sueños como tal, sentía una gran lluvia de imagenes, muchas palabras llegaban a él, pero ninguna la entendía. Veía a muchas personas, muchas miradas diferentes, veía manos y sonrisas. Pero ahora no era alguien en especial, eran muchas, tantas. Apenas veía que una persona le decía algo cuando otra le volvía a hablar.
Era una tortura, un gran ruido que no cesaba.
Su cabeza iba a estallar, quería que todos se callaran, que guardaran silencio.


Abrió los ojos de golpe, sudando, con el dolor de cabeza más insoportable que antes. Parecía que no era tan cabeza dura como creía. Necesitaba aire fresco.

Se levantó y miró su reloj, ya era muy noche. No había sentido el tiempo. Se quitó el sudor de la frente con la mano y se encaminó a la ventana de su cuarto. Al fin aire fresco. Se sentía frio, pero por lo menos curaría el tremendo calor que tenía.

Se escuchó una voz. De nuevo esa voz. Levantó la cabeza buscando el origen y parecío encontrarlo más fácil de lo que él mismo hubiera imaginado.

Era ella, era Nicole. Parecía recitar un poema o algo asi, no lo entendía tampoco, pero prestó atención. conocía ese dialogo, era muy famoso de Romeo y Julieta. ¿Cómo olvidarlo? Lo estudió con Romina unos meses atras para una audición.

Su cabeza aun le daba vueltas y cerró los ojos.

¿Cómo iba?

- ¡Noche, deliciosa noche! - dijo en voz alta. Suspiró y trató de recitar lo que continuaba - Sólo temo que, por ser de noche, no pase todo esto de un delicioso sueño.

En su imaginación podía ver a Nicole en la ventana de enfrente vestida con una bata blanca y su delicado cabello rubio sujetado por una cinta. Tan bella como siempre. Sólo que ahora tenía voz, una melodiosa voz como la que le preguntó si estaba bien.

Abrió los ojos y se dio cuenta de que la ventana de enfrente estaba vacía con las cortinas corridas y las luces apagadas. Sonrió para si mismo.

Decidió entrar de nuevo, quizás el aire le estaba haciendo más mal del que creía. Ahora alucinaba a Nicole como su vecina. Cerró la ventana y se volvió a acostar en cuanto tocó la cama.
Pero la ventana de enfrente se abrió ligeramente la cortina asomando una cabeza anciosa.

Uno pensaba que era una alucinación a un bello sueño, la otra pensaba que esto era una pesadilla.

0 comentarios:

Publicar un comentario