marzo 18, 2010 | By: Sabrina Knight

Sirena

Aquel chico lo había jalado muy fuerte. No era un secreto que Zack no era nada fuerte, de hecho parecía un muñeco de tela a comparación de ese monstruo que jugaba americano. Lo llevó arrastrándolo del hombro hasta el lado contrario del escenario. Zack no había entendido muy bien, pero escuchaba murmurar a ese chico palabras como:

- Todavía molestando a Romina...

No le podía reclamar ni aclarar que no la molestaba. Era su amigo, pero si fuera por él sería algo más.

- Ahorita necesitamos que limpien las butacas.

- ¿Limpiar las butacas? ¿Pero qué no para eso están los intendentes? - el chico lo mal miró y Zack no tuvo de otra más que asentir y tomar el limpiador y el trapo que le correspondían.

Bajó las escaleras del escenario, pero al mismo miró como de lado contrario alguien más subió.

Era ella.

Se detuvo a mirarla, pero la primera mirada que encontró fue la del gorila que le había ordenado limpiar, así que dio a media vuelta y continuó su camino a los asientos.

Se fue hasta atrás para empezar, por lo que no pudo escuchar los comentarios de las personas que estaban haciendo audición, sin embargo reconoció el bullicio. Volteó y se escuchó al piano que empezó a acompañar a la rubia que ya había visto antes.

Empezó a cantar.

Tuvo que abandonar el limpiador y el trapo. De pronto quedó hipnotizado por su voz. Fue como si estuviera cantando una sirena y él sólo fuera un tonto marinero que había caído en las redes de esa criatura mágica.

Dio un fuerte suspiro, e instantáneamente cerró los ojos. De nuevo podía ver la lluvia de sus sueños, volvió a ver la vela morada. Pero podía ver otras cosas; una sonrisa, un puerto, un ligero tono rosado en el aire.

Su pecho retuvo todo aquello que podía ver, podía oler ese viento húmedo de mar, apreciar esa sonrisa y, sin darse cuenta, también dibujó una sonrisa en su rostro.

Una persona le dio un fuerte empujón en el hombro y esto hizo que la humedad y la sonrisa desaparecieran. De repente se dio cuenta que estaba en el auditorio, aun con el limpiador y el trapo en la mano, pero con docenas de personas más que se habían amontonado para ver cantar a la chica.

Frunció el entrecejo y miró el limpiador. ¡Qué tonto! Quizás había sido sólo culpa de eso que pudiera sentir aquello.

- O quizás no... - se quedó pensando un segundo antes de que alguien a su espalda lo empujara violentamente.

Cuando se dio cuenta de quién lo había golpeado, vio a Daniel que había entrado corriendo.

- ¿Me lo perdí? - preguntó al aire.

- Todo el número - respondió una chica que estaba al lado de Zack quitándole la palabra de la boca. - Jamás había visto a nadie cantar así.

Daniel hizo un ruido de enojo, volteó a ver a la chica que le había respondido y encontró a Zack.

- ¿Tu lo viste? - asintió - ¿Qué tal estuvo?

- Pues...

- ¡Daniel! ¿Dónde estabas? - interrumpieron otros compañeros de tenis que de repente se jalaron a Daniel llevándoselo lejos de Zack. Por primera vez en la vida de Zack eso no lo molestó, de hecho agradeció que se llevaran a Daniel.

Quería contemplar y unirse a todos los aplausos a la chica. Pero pasó algo mejor. De nuevo cruzaron mirada y ella no la alejó como en otras ocasiones.

Zack sintió que por primera vez, alguien, además de Zack y Romina, lo miraba en esa escuela. Como si se hubiera dado cuenta de que existía. Esbozó otra sonrisa, levantó lentamente la mano tratando de formar un saludo a lo lejos, pero estaba tan desacostumbrado a eso que sintió que su brazo pesaba más que antes, más que nunca.

Empero el saludo quedó frustrado cuando Daniel se subió al escenario para abordar a la chica. Ella dejó de verlo y pudo notar como ponía toda su atención en Daniel.

Típico.

Suspiró molesto y torció la boca. Pero salió de su trance cuando sintió que su celular sonaba. Lo sacó y vio de ahí un mensaje:

"Te espero en tu auto. Romina."

Levantó su rostro y todo seguía igual. Estaban entusiasmados con la participación de la rubia, incluyendo el gorila que lo había obligado a limpiar.

Bueno, nadie se iba a dar cuenta que se iba. Dejó el limpiador y el trapo en una butaca y salió disparado a su auto donde Romina lo esperaba para regresar a casa.

Pero hubo sólo una persona que se dio cuenta de la ausencia de Zack, y por supuesto, no fue Daniel.

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