junio 20, 2013 | By: Sabrina Knight

Corazón Destrozado

Se quedó inquietamente sentada en su cama.

Miraba el reloj y lo escuchaba con demasiada atención, jamás se había dado cuenta de lo escandaloso que podía ser el segundero y de lo rápido que se podía ir el tiempo.

Se veía hermosa, su cabello estaba recogido, sus labios eran rojos, sus mejillas se veían chapeadas y su vestimenta simplemente parecía de modelo de revista. Romina parecía una muñeca.

Contaba sus respiraciones y trató de no suspirar tan fuerte. No quería sentir, no quería que su mente pensara en nada, pero... era inevitable.

Eran las diez de la noche y el reloj no se detenía, no se regresaba.

Escuchó que alguien se estacionó y se levantó de inmediato para ver si era quien tanto esperaba desde hace dos horas. Sólo era un vecino. Suspiró fuerte, demasiado, tanto que le dolía. Tragó saliva tratando de olvidar ese nudo que se le había hecho en la garganta, no quería pensar en las lágrimas que tenía atoradas en los ojos, no quería sentir cómo su corazón latía con menor frecuencia.

- Romina... - tocó a la puerta su madre - ¿Romina? ¿Estás bien?
- Sí... ¿Qué quieres? - contestó tajante sin mirarla de frente.
- Pensé que ibas a salir.
- Yo también. ¿Qué quieres? ¿Sólo me ibas a preguntar eso o qué quieres?

Su madre la miró con desconcierto. Sabía que su hija no estaba bien, pero tampoco quería indagar.

- Preparé de cenar, si quieres...
- No quiero nada. - respondió tajante. - Quiero que me dejes sola.
- Mi amor... - dijo con ternura - a lo mejor a Zack se le hizo tarde y...
- ¿Y? ¿Y no puede marcar por teléfono? - gritó con coraje sin poder evitar que sus ojos se nublaran - ¿No me puede mandar un mensaje? No justifiques a alguien que no tiene el valor de tomar un teléfono y marcar.
- Pero...
- ¿Qué quieres mamá? No quiero cenar, no quiero nada. ¡Quiero estar sola! - gritó a lo que su madre agachó la mirada y salió cerrando la puerta tras de si.

En ese momento Romina no pudo más, soltó un grito furioso y empezó a desquitarse con todo lo que se cruzaba en su camino. Tiró, destendió y rompió cuanto se le presentó. Lloraba con lagrimas de coraje, de impotencia. Se sentía estúpida. Nunca había dado su corazón a nadie y ahora que lo estaba haciendo un idiota lo desprecia.

Una parte de ella pensó en lo que dijo su madre. Tal vez a Zack le había pasado algo y...

- No seas tonta... - dijo la mujer del reflejo, la mujer que era idéntica a ella, la misma que se le había presentado antes. - No justifiques a ese hombre que nos deshizo la vida.
- ¿Y si le pasó algo? - le preguntó a lo que la mujer del reflejo lo negó. - ¿Cómo lo sabes?

Mónica se hizo un gesto para que se acercara y puso la mano contra el espejo. Romina se acercó y entendió, puso la mano en el espejo y la mano de Mónica la cruzó dejándola ver lo que pasaba en el balcón de Zack... podía ver que él y la mosca muerta de Nicole se besaban. Romina se sentía como si estuviera ahí, viéndolos de frente, siendo la espectadora de un espectáculo que ella no podía evitar...

Soltó más lágrimas.

- Te lo dije... - dijo Mónica a lo que la soltó - te dije que tu corazón estorbaba.

Romina se quedó sin palabras. no podía con eso, no podía creer que Zack hubiera preferido a Nicole, no podía creer que la hubiera dejado plantada por esa...

- ¿Qué debo hacer?
- Haz lo que yo no pude hacer...
- ¿Vengarte de esa perra? - Mónica lo negó con una sonrisa maléfica. - ¿Entonces?
- Debes matarlos a los dos.

Romina miró el reflejo de Mónica y sonrió con cierta locura. Asentía pensando que ella tenía razón. Ella sabía que no había otra salida, que nadie podía ofenderla de esa forma, ni Zack, ni mucho menos Nicole.

En ese momento la imagen de Mónica desapareció y en el espejo sólo se pudo ver a Romina hincada, deshecha, con el maquillaje corrido y sus ropas arrugadas. Ya no era la misma muñeca que destallaba luz, ahora era sólo una chica con el corazón destrozado.

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