julio 23, 2014 | By: Sabrina Knight

Capítulo 8. Secuestro

Suspiró con tanta fuerza. Aspiró el oxígeno que tanto le hacía falta para llenar sus pulmones.

Abrió los ojos mirando el techo de aquella habitación forrada de madera. Las paredes rústicas con pinturas falsas que la adornaban tenían cierto encanto, un encanto que jamás había podido imaginar de una litografía de Van Gogh.

Volvió a suspirar mientras cerraba los ojos. Ese olor lo estaba invadiendo más y más. No, no era sólo la madera, ni siquiera el aire fresco del bosque que los rodeaba fuera de la cabaña, no, era mucho más que sólo eso.

- ¡Buenos días! - dijo la voz de la mujer más bella que había amanecido jamás a su lado.
- ¡Buenos días Nicole! - la miró sonreír a lo que le respondió de la misma forma. - ¿Todo bien?
- Nada podría ser mejor...

Dos días antes.

De pronto los dos se encontraban sentados en el balcón, abrazados y mirando el cielo. Fue como si todo el fuego y pasión tomara un descanso y los dejara pensar un poco sobre lo que estaba sucediendo.

- ¿Qué piensas? - preguntó Nicole a lo que Zack sólo se encogió de hombros.
- No lo sé.
- ¿No sabes qué piensas? Eso es ridículo.

Zack sonrió y le dio un beso en la mejilla.

- No pienso en nada, de verdad.

Nicole lo miró dudando, se separó y se puso de pie dejando a Zack en el mismo lugar.

- ¿De verdad no piensas en nada?

Zack frunció el ceño y se puso de pie junto con ella.

- ¿Qué tendría que pensar?
- No sé, en que... - pero en realidad ella tampoco sabía qué decir. - no sé, puedes pensar muchas cosas. Por ejemplo que soy muy bonita.
- Eso siempre lo pienso. - Se acercó y le dio otro beso en la mejilla seguido de un ligero rose de labios. - La verdad es que no pienso en nada porque estoy muy en paz contigo. Es la primera vez que no me torturan los pensamientos, sólo... sólo estoy viviendo el momento, contigo.

Nicole sintió sonrosarse, cambió de lado la mirada hacia el cielo, justo para que Zack no notara que le encantaban sus palabras.

- De cualquier forma deberías pensar que soy bonita.

El chico se acercó a ella y la abrazó por la espalda colocando su barbilla en el hombro de la rubia.

- Eres la mujer más hermosa que he conocido.

Nicole cerró los ojos sonriendo. Era como si esas palabras las hubiera escuchado antes. Mucho tiempo antes.

En ese momento sonó el teléfono celular de Zack, despertándolo de sus pensamientos. Estaba a punto de tomarlo cuando Nicole lo sacó antes de su bolsillo, y sin ver quién lo buscaba simplemente lo quebró. Zack la miró impresionado y sin entender lo que había pasado.

- ¡Estas cosas son de plástico! - se justificó y se lo dio partido en dos.
- Aun no terminaba de pagarlo... - dijo con pena, Nicole lo miró y se rió con mucha fuerza.
- Eres un idiota. ¿Por qué sufres por un celular?
- No es que sufra - mintió para no verse mal - pero era casi nuevo y... tampoco vi quién me llamaba.
- ¿Y acaso importa? ¿Te interesa más saber quien llamaba a estar conmigo?
- No, no es eso... Es que no sé si era importante.
- ¿Importante? Muy bien, pues investígalo entonces.

Nicole caminó hacia su balcón, pero Zack la detuvo y la jaló hacia él.

- No, tranquila. Es que... de verdad aun no termino de pagarlo - dijo con mucha pena, a lo que Nicole volvió a reír, le dio un beso en los labios y aun con su frente pegada a la de él volvió a sonreír.
- Eres un tonto.

Y olvidando el tema se volvieron a abrazar.

Sin embargo Nicole sí había podido ver quien hablaba a Zack y sabía que lo que estaba viviendo no quería que fuera interrumpido.

- Tengo una idea. - Zack se desconcertó - ¿Está tu tía?
- ¿Mi tía?
- Sí, ¿está en casa?
- No ¿Qué necesitas de ella?
- ¿Crees que se preocupe por ti si te desapareces dos días?
- ¿Desaparecer dos días?
- Anda, ¿Crees que le preocupe?
- Bueno, si no le dejo una nota... supongo que si...
- Entonces entra, yo escribiré la nota. -Y Nicole lo empujó a entrar hasta obligarlo a darle papel y un bolígrafo, escribió una nota en una hermosa caligrafía, dobló la hoja y la dejó en la mesita de la entrada de la casa de Zack.

De un momento a otro Nicole estaba con una pequeña maleta en su cajuela sacando su auto de la cochera. Zack la esperaba de pie frente a su casa, ella se estacionó, abrió la puerta del copiloto y se asomó.

- ¿Vienes? - preguntó ella ya cambiada.
- ¿Tratas de secuestrarme?
- ¿Te piensas resistir a un secuestro?
- No, la verdad no. - y entró al auto. En cuanto cerró la puerta la chica arrancó a toda velocidad.

Eran las cuatro de la mañana y las calles se sentían solas. El ruido del auto se volvió tres veces más escandaloso gracias a la velocidad y precisión con la que manejaba ella. Sabía que era extraño, parecía que nada ni nadie estaba en su camino, pero no dijo nada. Zack la miraba y sin perderse un movimiento de su cabello. No necesitaba ver el camino para saber que todo iba a estar bien, él ya se había encargado de eso inconscientemente.

- ¿Y a dónde piensas secuestrarme?
- Eso no se dice, podrías huir.
- ¿Y si prometo no huir?
- Tampoco te lo diría. No seas impaciente y déjate secuestrar por mi. - le tomó la mano - estos dos días eres mío... sólo mío.

Zack apretó su mano con la de ella, la levantó hacia sus labios y la besó. Nicole se sintió satisfecha.

Tenía dos cosas en la mente: pasar dos maravillosos días con Zack y alejarse lo antes posible de Daniel antes de que volviera a buscarlos.

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