octubre 21, 2010 | By: Lizzye

Resonar de unas cuerdas

La molestia desapareció para cuando iba en el auto con Daniel. No podía dejar de pensar en la escena de teatro, el esfuerzo, dedicación, la nueva mirada… en las caricias y beso que casi tuvieron que darse.

Romina, el profesor y el mismo Daniel no importaban. Todo se había vuelto nada mientras se adentraban en la escena y dejándose llevar. Había sido una idiotez querer tocarlo, la justificación que se daba era el que quería representar las vidas de personajes. Pero siendo sincera con ella mismas había anhelado tanto que ocurriera... Nunca había deseado algo tanto como aquello. La manera de descubrir todo era esa, lo sabia y tan cerca estaba pero ese terror de descubrirla no la dejó actuar.

Nada tenía sentido. Él no era nadie, era el tipo sombra del chico más popular de la escuela, era... era... era el tipo estupido qué tanta intriga le causaba y que tanto había deseado la tocar para descubrir el secreto que envolvía. Era eso y tanto más.

¿Cómo se estaba convirtiendo en más? La culpa al tenía la maldita obsesión que estaba creando y también esa nueva mirada que vio. Nicole observó el tan notable cambio en su ser luego de que ella le infundió ánimos y ya no era más una sombra, era ni siquiera tenia una palabra para describir lo que era después de eso. Solo sabia que tenia un resplandor distinto, al de cualquiera.

¿Que tenía de especial?¿un hechizo? ahora mismo recordaba la vez que ella misma le dijo “magia” para justificar el abrir su cortina, pero ahora mismo era lo único que le sonaba sensato para el cambio. Estaba segura que ni el mismo se había dado cuenta de lo que paso. Magia era lo único que le parecía coherente, eso era lo que desbordaba y lo volvía así no había otra razón de que ocasionara tanto alboroto en ella. ¡ja, claro, como no!

Tuvo que reaccionar para no perder lo que había logrado en Daniel, además valoraba su esfuerzo y le caía bien. En verdad por un momento, se olvido de todo lo demás. Y al verse solo de vuelta en su auto la molestia volvió ¿cómo se había convertido en una obsesión tan grande descubrir lo que ocultaba esa mirada?

Lo único que podía hacer era descubrir pronto el secreto, para luego seguramente perder el interés. Ya no tendría importancia, pero ahora mismo se sentía tan rara y confundida.

Llegó a casa molesta por su propio revoltijo. Pudo ver entre las cortinas de la casa vecina una mirada curiosa que en cuanto se sintió descubierta se escondió. El no sabía la buena visión que tenia. Ella sonrió mirando hacia en donde el vecino se escondía de su mirada.

Tomó un baño de tina para tratar de sacar las ideas que rondaban su cabeza. Imposible, seguía pensando en el momento ese… estaba molesta por no sacarlo de la cabeza, lo odiaba tanto por complicar su existencia pero a la vez se sentía bien.

Después de ponerse puso una pijama y busco entre sus cajas algo que hacia tanto no había visto. su guitarra. La agarro y salió al balcón, tena tantas ganas de escucharla hablar. Esperaba que ella la ayudara a sacar todo eso que con pensamientos claros no podía resolver.

Comenzó a tocar un par de cuerdas. La canción vino enseguida y comenzó a cantar alegre, como hace tanto que no lo había hecho.

Se dejó llevar, no le estaba cantando a nada ni a nadie. No dejaba de sentir la mirada de Zack, y eso no la intimidaba, era un aliento para continuar.

La rudeza de esa noche ya no estaba, no en ese momento. Sólo la canción, sólo el ritmo y las miradas cómplices que no tenían un destinatario oficial. Después del día de locos era necesario ese momento de paz. Simplemente se sentaron ambos en sus balcones, él adentro y ella afuera.

Simplemente era una noche linda de esas estrelladas.

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